Dos oratorios para los tiempos de Nochebuena


La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo siempre ha sido expresión de altos sentimientos artí­sticos. Desde las ceremonias gregorianas del siglo VII y los oratorios modernos de Ottorino Respighi y Olivier Messien, hasta las hermosí­simas obras contemporáneas de Arvo Part, constituyen un hondo homenaje a Casiopea, esposa dorada, resuena en las campanas de mis venas como multiforme hoguera multiplicando mis anhelos.

Celso A. Lara Figueroa
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela A mi padre, maestro Celso Lara Calacán, con inmenso amor.

De tal manera, que para celebrar con todo su esplendor la Natividad del Señor del 2010, «Temas Musicales» del Diario La Hora, ofrece dos comentarios breves sobre dos de los más hermosos oratorios de la literatura occidental: El Mesí­as de Jorge Federico Haendel y La Creación de Franz Joseph Haydn.

He aquí­ algunas notas como sencillas guí­as para escuchar el Oratorio de Haendel: El Mesí­as, que es tan popular como la Pasión según San Mateo de Bach, y las Estaciones de Haydn, no tienen acción. El texto está formado tan sólo por fragmentos bí­blicos, coleccionados por Charles Jennens, que escribió varios libretos para Haendel. La primera parte tiene por tema las profecí­as sobre la llegada del Mesí­as; la segunda, su pasión, su muerte, su resurrección y la difusión de su doctrina; la tercera parte, su victoria sobre la muerte y la redención rescatada con ella. Mientras en los demás Oratorios de Haendel puede reconocerse una marcada influencia italiana, la música del Mesí­as se arraiga en las antiguas pasiones y cantatas religiosas alemanas. He aquí­ algunos ejemplos del Oratorio en su primera parte: El coro Pues la Gloria de Dios se regocija con la magnificencia del Señor. Enseguida, el bajo glorifica la luz que alumbrará las tinieblas: El pueblo camina en la oscuridad. El coro predice el futuro; Pues nos ha nacido un Niño, tal como Isaí­as profetizó el Nacimiento de Jesús.

Una Pastoral para orquesta (llamada por Haendel Pifa, palabra italiana que significa «gaita») pone en escena a los pastores del segundo capí­tulo del Evangelio de San Lucas. La soprano relata cómo se les apareció el ángel y cómo alabaron a Dios las legiones celestiales: Gloria a Dios (dramatización del pasaje de San Lucas, 2,8-14).

La segunda parte comienza con un himno del coro al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo: He aquí­ el Cordero de Dios (Juan, 1,29). La contralto y el coro describen la pasión de Jesús, tal como la predijo Isaí­as: Fue despreciado (53, 3 y 55,4-6). Incluso el relato de la muerte de Jesús está tomado del Antiguo Testamento (Is., 53, 8): El está allí­. Una cita a la Resurrección del Salvador (Haendel lo confí­a al tenor, en la adaptación de Mozart aparece destinado a la soprano), conduce al coro Alzaos, puertas del mundo (Salmo 24, 7-10). Los números siguientes, que se refieren a la Ascensión, son omitidos con frecuencia; el coro El Señor dio la orden (Salmo 62,12) está por ello fuera de su contexto, apacible siciliana para soprano con magní­ficas contramelodí­as de los violines.

He aquí­ algunas notas de trabajo sobre el Oratorio La Creación, escrito por Joseph Haydn en 1798 y que se escucha en Viena, generalmente, en los tiempos de Epifaní­a. Los dí­as de la Creación están divididos en dos partes musicales. De esta manera, la conclusión de la segunda parte describe el coronamiento de la obra de Dios: la creación del primer hombre.

Ya la música del tercer verso de la Biblia da una prueba del realismo genial de Haydn: el compositor expone aquí­ la maravillosa creación de la luz de una forma sencilla y a la vez persuasiva: Y Dios dijo, ¡Hágase la luz!, y la luz fue hecha. El coro Y brota un nuevo mundo, es uno de los ejemplos de cómo Haydn ha podido dar en la Creación melodí­as netamente populares sin caer en la banalidad.

Con la obra del cuarto dí­a (creación del Sol, la Luna y las estrellas) termina la segunda parte del Oratorio; la fuerza avasalladora del sol y el resplandor más poético y mí­stico de la luna, están contrapuestos muy acertadamente; el coro, que ha llegado a ser tan popular, Los cielos alaban la gloria de Dios (Salmo 19,1), forma el grandioso final de esta parte con su extraordinario Aleluya concluyente.

Y con las últimas notas de los Aleluyas de Haendel y Haydn, finalizamos estas apreciaciones, deseándole a nuestros lectores una tranquila noche de pascua, llena de música, tradiciones y con un vehemente llamado a la paz y la concordia.