MP: Renacida esperanza contra la impunidad


 El Ministerio Público es una institución auxiliar de la administración de justicia, según la Constitución Polí­tica, el Código Penal y la Ley que rige su funcionamiento; es responsable del ejercicio de la acción penal pública, así­ como de la investigación preliminar para preparar el ejercicio de la acción, entre otras funciones.

Eduardo Villatoro

El enunciado es alentador, como es mayor la articulación introductoria de la misma ley fundamental del paí­s. Cualquier extranjero que por primera vez viniera a Guatemala y no hubiese sido informado absolutamente de los acontecimientos de toda í­ndole en el territorio nacional y desconociendo por completo a los personajes más importantes en la totalidad de las áreas de la actividad humana, con el hecho de leer la Constitución y el documento que contiene la ley orgánica del Ministerio Público presumirí­a de inmediato que ha arribado a  una nación en la que la verdad, el derecho a disentir, el ejercicio de la democracia y la pronta y cumplida aplicación de la justicia, entre otros valores consagrados en el texto mayor, asientan su imperio en la vida de los habitantes de esta nación.

No harí­a falta la promulgación de nuevas leyes, la inmediata reforma de las normas estructurales del Ministerio Público, y probablemente ni siquiera estuviésemos atenidos al apoyo de la CICIG y al respaldo de los paí­ses cooperantes, si se cumpliesen cabalmente las reglas básicas que hipotéticamente le concedieran el blindaje de justicia a una sociedad civilizada, armónica, tolerante y solidaria.

 

Lo que hace falta es que quienes desempeñan los cargos más importantes del Estado y todos los servidores públicos estén absolutamente dispuestos a cumplir con sus deberes. Pero la abundancia de pí­caros en el aparato gubernamental y municipal, en las escalas de los tribunales de justicia, en los grados jerárquicos de la PNC, en fin, en los ámbitos de las instituciones del andamiaje estatal, han pervertido los contenidos de leyes primarias y secundarias.

 

Mi escepticismo en torno a las promesas de hombres y mujeres que han y ocupan posiciones de relevancia, es consecuencia de décadas de dedicarme al periodismo; pero, de repente, mis alicaí­das ilusiones por una Patria digna, me despiertan, baten sus alas y están a punto de levantar el vuelo, como me está ocurriendo estos dí­as, con el proceso de designación del titular de Fiscal General y Jefe del Ministerio Público y finalmente con el nombramiento de la penalista Claudia Paz y Paz

 

No la conozco personalmente, pero he tenido magní­ficas referencias de ella; y quizá sólo por llevar los apellidos Paz y Paz, ese nombramiento reanima mi estado de ánimo. Fui amigo del periodista Roberto Paz y Paz, conocí­ de lejos a su padre y a una hermana suya, y todos los miembros de esa familia han sido ejemplos felices en el reducido ámbito de la integridad, el talento y la capacidad. Guatemala, estimada doctora Paz y Paz, espera mucho de usted al frente del MP, sus familiares que ya partieron merecen ser honrados por usted y los guatemaltecos necesitamos urgentemente una mujer honesta, académica brillante y criminalista notable. Y usted, ciudadano presidente ílvaro Colom, esta vez ha demostrado que está al frente en la lucha contra la impunidad. ¡Gracias a usted por el nombramiento y felicitaciones a ambos!

 (Durante un juicio oral, el auxiliar fiscal Romualdo Tishudo le pregunta a la demandante: -Sobre esta foto suya ¿Estaba usted presente cuando la tomaron?)

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