El Ministerio Público es una institución auxiliar de la administración de justicia, según la Constitución Política, el Código Penal y la Ley que rige su funcionamiento; es responsable del ejercicio de la acción penal pública, así como de la investigación preliminar para preparar el ejercicio de la acción, entre otras funciones.
El enunciado es alentador, como es mayor la articulación introductoria de la misma ley fundamental del país. Cualquier extranjero que por primera vez viniera a Guatemala y no hubiese sido informado absolutamente de los acontecimientos de toda índole en el territorio nacional y desconociendo por completo a los personajes más importantes en la totalidad de las áreas de la actividad humana, con el hecho de leer la Constitución y el documento que contiene la ley orgánica del Ministerio Público presumiría de inmediato que ha arribado a una nación en la que la verdad, el derecho a disentir, el ejercicio de la democracia y la pronta y cumplida aplicación de la justicia, entre otros valores consagrados en el texto mayor, asientan su imperio en la vida de los habitantes de esta nación.
No haría falta la promulgación de nuevas leyes, la inmediata reforma de las normas estructurales del Ministerio Público, y probablemente ni siquiera estuviésemos atenidos al apoyo de la CICIG y al respaldo de los países cooperantes, si se cumpliesen cabalmente las reglas básicas que hipotéticamente le concedieran el blindaje de justicia a una sociedad civilizada, armónica, tolerante y solidaria.
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Lo que hace falta es que quienes desempeñan los cargos más importantes del Estado y todos los servidores públicos estén absolutamente dispuestos a cumplir con sus deberes. Pero la abundancia de pícaros en el aparato gubernamental y municipal, en las escalas de los tribunales de justicia, en los grados jerárquicos de la PNC, en fin, en los ámbitos de las instituciones del andamiaje estatal, han pervertido los contenidos de leyes primarias y secundarias.
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Mi escepticismo en torno a las promesas de hombres y mujeres que han y ocupan posiciones de relevancia, es consecuencia de décadas de dedicarme al periodismo; pero, de repente, mis alicaídas ilusiones por una Patria digna, me despiertan, baten sus alas y están a punto de levantar el vuelo, como me está ocurriendo estos días, con el proceso de designación del titular de Fiscal General y Jefe del Ministerio Público y finalmente con el nombramiento de la penalista Claudia Paz y Paz
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No la conozco personalmente, pero he tenido magníficas referencias de ella; y quizá sólo por llevar los apellidos Paz y Paz, ese nombramiento reanima mi estado de ánimo. Fui amigo del periodista Roberto Paz y Paz, conocí de lejos a su padre y a una hermana suya, y todos los miembros de esa familia han sido ejemplos felices en el reducido ámbito de la integridad, el talento y la capacidad. Guatemala, estimada doctora Paz y Paz, espera mucho de usted al frente del MP, sus familiares que ya partieron merecen ser honrados por usted y los guatemaltecos necesitamos urgentemente una mujer honesta, académica brillante y criminalista notable. Y usted, ciudadano presidente ílvaro Colom, esta vez ha demostrado que está al frente en la lucha contra la impunidad. ¡Gracias a usted por el nombramiento y felicitaciones a ambos!
 (Durante un juicio oral, el auxiliar fiscal Romualdo Tishudo le pregunta a la demandante: -Sobre esta foto suya ¿Estaba usted presente cuando la tomaron?)
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