Creador de WikiLeaks aislado


Jon Karlung, gerente de Banhof -una de las compañí­as que hospeda el servidor de WikiLeaks-, muestra la máquina que alberga la información del portal Web. FOTO LA HORA: AFP JONATHAN NACKSTRAND

El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, fue aislado «por su propia seguridad» en la cárcel británica donde está detenido a la espera del proceso de extradición solicitado por Suecia, mientras las revelaciones de su web suscitan reacciones contra Estados Unidos.


Una de las abogadas de Assange explicó hoy que el australiano, de 39 años, fue trasladado el jueves a la unidad de segregación de la cárcel de Wandsworth (suroeste de Londres), donde el juez ordenó el martes su ingreso preventivo hasta el 14 de diciembre tras denegarle la liberación bajo fianza pocas horas después de su detención.

«Las autoridades penitenciarias lo hacen por su propia seguridad, supongo», declaró Jennifer Robinson, precisando que los abogados no habí­an pedido que fuera puesto en «la sección de alta seguridad».

Según el diario The Guardian, algunos reos «mostraron un alto grado de interés por» Assange, lo que motivó su transferencia.

Assange, cuya página de internet especializada en filtraciones revela desde el 28 de noviembre cables confidenciales de la diplomacia estadounidense, ha pedido un ordenador portátil para preparar su defensa para la vista del martes.

Ese dí­a empezará la verdadera batalla para evitar su extradición a Suecia, cuya justicia lo reclama para interrogarlo en un caso de presuntos delitos sexuales contra dos mujeres.

Los abogados de Assange, que han denunciado una maniobra polí­tica, temen que esto no sea más que una etapa antes de su entrega a Estados Unidos, que ha amenazado con entablar acciones contra él por el llamado «cablegate» y donde algunas voces han llegado a pedir su ejecución.

Robinson señaló sin embargo que Assange está «muy animado», aunque también «frustrado» por no poder responder a las acusaciones de que WikiLeaks está detrás de los ciberataques de los últimos dí­as contra los portales de las empresas que tratan de silenciarlo o de cortarle los medios de financiación.

«Me ha dicho que no está para nada involucrado y que es un intento deliberado de mezclar a WikiLeaks, que es una organización que publica en internet, con organizaciones de piraterí­a informática», afirmó.

Un grupo de ciberactivistas llamado «Anonymous» reivindicó esta semana ataques a las webs de empresas a las que acusan de «censurar» a WikiLeaks, como los gigantes norteamericanos de tarjetas de crédito Visa o Mastercard, el portal de pagos PayPal o la filial financiera del correo suizo Postfinance.

La movilización a favor de Assange ha ido en aumento en los 12 dí­as transcurridos desde que comenzó la difusión de los 250.000 cables confidenciales del departamento de Estado a través de cinco prestigiosas publicaciones mundiales.

Cientos de australiano salieron este viernes a la calle en Sí­dney para pedirle al gobierno que defienda los derechos de su compatriota.

La madre de Assange, Christine, que reside en Australia, expresó por su parte su preocupación debido a que su hijo debe hacer frente a «fuerzas masivas que decidieron pararlo y no van a respetar las reglas».

«Â¿Por qué han encarcelado a Assange? ¿Es esto democracia?, se preguntó el primer ministro ruso Vladimir Putin después de que diplomáticos norteamericanos pusieran en duda en algunos cables la diplomacia de su paí­s. «Hay que empezar barriendo en casa», agregó.

Los 1.200 cables publicados hasta ahora contienen algunas primicias, como la lista de infraestructuras clave en el mundo recopilada por Estados Unidos, pero la mayorí­a son anécdotas, opiniones -a veces poco halagí¼eñas- sobre los lí­deres y los gobiernos mundiales, las relaciones entre paí­ses, los conflictos y otros temas de interés para Estados Unidos que ponen al desnudo su polí­tica exterior.

El presidente ruso, Dimitri Medvedev, opinó esta semana que las filtraciones «muestran al mundo entero el cinismo de los enfoques y razonamientos que predominante en la polí­tica exterior norteamericana.

Pese a la indignación que suscita la publicación en Estados Unidos, que ha hecho de Assange su enemigo número uno, el presidente brasileño estimó que «el culpable no es quien divulgó (los cables) sino quien los escribió».

SERVIDOR Búnker antinuclear


En un barrio elegante de Estocolmo, dentro de una colina cubierta de nieve, coronada por una iglesia, se encuentra el búnker antinuclear que alberga el centro informático futurista donde permanecen almacenados unos 8 mil servidores, dos de los cuales son de WikiLeaks.

«Toda esta algarabí­a planetaria es creada por esas dos pequeñas cajas», explicó el patrón fundador de Banhof, Jon Karlung, al mostrar las instalaciones que fueron cavadas en la roca.

Colocadas en un armario de puertas transparentes, se ven dos cajas de plástico negro rodeadas de cables eléctricos que emiten un centelleo azul, signo de buen funcionamiento, anónimas en este armario blanco cerrado con llave, idéntico a otras decenas que se alinean en largas filas.

Banhof es una de las sociedades que guarda desde octubre los servidores de WikiLeaks, el controvertido sitio que publica documentos secretos y después de fines de noviembre, cables diplomáticos estadounidenses.

En medio del ruido monótono de los servidores y ventiladores encargados de mantener la temperatura fresca, Karlung prosigue la visita de ese centro espectacular que, según su propia confesión, nada tiene de espectacular.

El cliente WikiLeaks, pese a toda la atención que suscita, es tratado exactamente como los otros, asegura.

Al penetrar a este santuario, uno se creerí­a en una pelí­cula de ciencia ficción o de espionaje cuyo personaje principal serí­a el enigmático Julian Assange, quien estarí­a desafiando solo -o casi solo – a las más grandes potencias internacionales, por medio de un sitio que revela sus secretos, WikiLeaks.

Pero esta historia es real y Assange está actualmente detenido en Londres tras una orden de captura internacional lanzada por Suecia, que lo busca en el marco de un caso de violación.

Para entrar a Banhof, hay que pasar una puerta corrediza de vidrio que se abre -gracias a un código- ante una cortina de vapor creada por la evacuación en la atmósfera glacial exterior, del aire caliente interior.

Luego, mientras se desciende por una rampa hacia el corazón mismo del dispositivo, aún protegido por un compartimiento cuya apertura se ordena por medio de un código, el visitante es recibido por el calor y la humedad asfixiantes.

Este búnker llamado «pionen» (peoní­a) fue construido en el barrio de Sí¶dermalm a mediados de los años 1940 y luego transformado en un refugio antinuclear en plena Guerra Frí­a.

Luego sirvió como sala de exposición en los años 1990, antes de ser retomado hace unos años por Banhof, que implantó allí­ su quinto centro de almacenamiento de datos informáticos, el más pintoresco de todos.

«Estamos muy bien protegidos contra ataques fí­sicos, pero no nos arriesgamos a eso. La amenaza real puede ser jurí­dica y con mayor probabilidad los ciberataques», subrayó Karlung.

En una oficina contigua a la sala de los servidores, el jefe muestra la pantalla donde se ve en tiempo real el tráfico de WikiLeaks.

«Hasta ahora no hemos tenido ataques directos. Observamos efectos relacionados a otros ataques, pero ninguna visita a nuestra instalación o a los servicios relacionados», dice al subrayar que WikiLeaks posee otros servidores en el mundo.

Sus clientes, incluso WikiLeaks, pueden almacenar sus servidores donde Banhof a condición de no violar la ley sueca.