Maratónica sesión contra fracaso


Los ministros y representantes de 194 paí­ses en la conferencia del clima de la ONU en Cancún entraron en un maratón de reuniones desde la madrugada para resolver los escollos de la negociación que debí­a terminar este viernes, y que enfrenta el férreo rechazo de Japón a una extensión del protocolo de Kioto.


Los negociadores mantuvieron una «movilización incesante» de reuniones hasta las cinco de la madrugada para afinar al máximo los paquetes de decisiones y «ahora debemos esperar que la plenaria tome las decisiones», informó el ministro de Medio Ambiente de México, Juan Elvira, con un mensaje de prudencia.

La presidenta de la conferencia, la mexicana Patricia Espinosa, llamó a los negociadores a demostrar a sus pueblos que «el mundo ha conseguido unirse para combatir el cambio climático».

Espinosa insistió que pretende cerrar la conferencia a la hora prevista, las 18H00 locales del viernes (medianoche del sábado GMT), aunque muchos negociadores dudaban que eso pudiera ser conseguido.

«Ha sido una noche intensa, no divertida, pero hemos conseguido elementos para trabajar», dijo a la AFP Edgar Cubero Gomez, un negociador mexicano.

El principal obstáculo para que la conferencia termine en resultados es la extensión más allá de 2012 del Protocolo de Kioto, que Rusia y Japón rechazan abiertamente. Y también un compromiso más abierto de China y Estados Unidos, los dos mayores emisores del planeta que están fuera de ese acuerdo.

El protocolo de Kioto «no es un medio ni justo ni efectivo para alcanzar los retos del clima» que se propone la conferencia porque no incluye a los mayores emisores de gases de efecto invernadero del planeta, dijo el negociador japonés Akira Yamada.

Si China y Estados Unidos no quieren, no podemos forzarlos», lamentó el ministro de Medio Ambiente alemán, Norbert Rí¶ttgen.

Los paí­ses en desarrollo, agrupados en el llamado Grupo 77 con China, consideran una cuestión de principio la extensión de Kioto.

«Bajo ninguna circunstancia aceptaremos un texto que pueda minar la continuidad de Kioto», aseguró la negociadora venezolana, Claudia Salerno.

Los paí­ses ricos, por su parte, reclaman a los grandes emisores emergentes como China, Brasil e India, y también a Estados Unidos, que oficialicen los compromisos de control de sus emisiones.

«La cuestión clave para que podamos alcanzar un acuerdo es si Rusia y Japón mostrarán flexibilidad -hacia algún tipo de compromiso en Kioto- y si los paí­ses en desarrollo y Estados Unidos aceptarán formalizar sus compromisos» en un texto oficial, dijo a la AFP la directora para Clima de World Resources Institute, Jennifer Morgan.

El ministro indio de Medio Ambiente, Jairam Ramesh, extendió una pipa de la paz para ese tema indicando que su paí­s podrá asumir un tratado jurí­dicamente vinculante en el futuro.

Uno de los grandes acuerdos esperados en Cancún es un fondo verde para financiar la adaptación y las medidas para enfrentar el cambio climático, especialmente para los más frágiles y pobres, que debe llegar a 100.000 millones de dólares anuales en 2020.

Otro acuerdo es para un mecanismo de protección de los bosques tropicales del planeta, cuya masiva deforestación provoca el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo.

La Comisaria europea del Clima, Connie Heddegaard, pidió que el texto final refleje que el resultado de Cancún es un comienzo que debe ser mejorado en los próximos años con más esfuerzos de los paí­ses, ya que es «insuficiente para alcanzar la meta de limitar a dos grados» el aumento de la temperatura del planeta en el siglo.

Las organizaciones no gubernamentales hicieron un llamado a que no se repita el fracaso de Copenhague, la conferencia de 2009 que por falta de consenso entre los paí­ses no respondió a las grandes expectativas que habí­a creado.

«Cancún debe ser el punto de inflexión que nos aleje de la desilusión de Copenhague», dijo el director cxzde Oxfam, Jeremy Hobbs.