Interpol busca a Assange


Julian Assange, fundador de WikiLeaks, difundió una serie de documentos de mensajes secretos entre la diplomacia de Estados Unidos. FOTO LA HORA: AFP FABRICE COFFRINI

El gobierno tomó medidas ayer para prevenir futuras filtraciones de secretos como las embarazosas revelaciones de WikiLeaks, al tiempo que la Interpol pidió en Europa la detención del fundador del cibersitio.


Vista de la página Web de la orden de captura contra Assange por parte de la Interpol. FOTO LA HORA: AFP INTERPOL

La agencia policiaca internacional colocó a Julian Assange en su lista de los más buscados luego de que Suecia emitiera una orden de arresto en su contra como parte de una pesquisa por presunta violación, una acusación que el australiano ha negado. La alerta de la Interpol probablemente dificultará los viajes internacionales de Assange, cuyo paradero es desconocido.

En Washington, el Departamento de Estado bloqueó el acceso a sus archivos en la red confidencial del gobierno, informaron autoridades, mientras lí­deres de Estados Unidos y el extranjero tratan de reparar los daños causados por la divulgación de documentos secretos estadounidenses.

Al cortar el acceso temporalmente, Estados Unidos redujo significativamente el número de empleados del gobierno que pueden leer mensajes diplomáticos de relevancia. Fue una medida extraordinaria, derivada de la publicación de los documentos esta semana por WikiLeaks, especializado en filtraciones.

Entre muchas otras cosas, los más de 250 mil cables divulgados revelaron que Estados Unidos sigue confundido en torno a las ambiciones nucleares de Corea del Norte, que cree que Irán ha recibido misiles capaces de alcanzar Europa occidental, y que el Departamento de Estado pidió a sus diplomáticos que recolectaran muestras de ADN e información personal de mandatarios extranjeros.

Los abogados del gobierno estadounidense indagan si podrí­an enjuiciar por espionaje a Assange, dijo un funcionario de Defensa que habló bajo condición de guardar el anonimato porque no está autorizado a hacer comentarios públicamente.

P.J. Crowley, vocero del Departamento de Estado, buscó asegurarle al mundo que los diplomáticos estadounidenses no son espí­as, aun cuando ignoró las preguntas sobre por qué se les pedí­a recolectar muestras de ácido desoxirribonucleico, imágenes del iris, números de tarjetas de crédito, huellas dactilares y demás información personal de mandatarios extranjeros en las Naciones Unidas y en otros paí­ses.

A los diplomáticos en Asunción, Paraguay, por ejemplo, les pidieron en un mensaje secreto de marzo del 2008 proveer «datos biométricos, que incluyan huellas dactilares, imágenes faciales, del iris y ADN» de varios polí­ticos prominentes.

El ADN, las huellas dactilares y demás información se incluyeron en la petición porque, en algunos paí­ses, los extranjeros deben proveer esos datos a Estados Unidos antes de entrar a una embajada o a una base militar, dijo un funcionario estadounidense bajo condición de guardar el anonimato porque no está autorizado para hablar sobre asuntos de espionaje.

«Lo que me preocupa es la mezcla de tareas diplomáticas con las de espionaje», dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Crowley dijo que unos cuantos mensajes no cambian el papel de los diplomáticos estadounidenses.

«Nuestros diplomáticos son diplomáticos. No son activos de inteligencia», dijo repetidamente a los reporteros. «Recaban información. Si recaban información útil, la compartimos con otras instancias del gobierno».

Mientras tanto, los mandatarios extranjeros reaccionaban a las francas evaluaciones que hizo Estados Unidos de sus paí­ses.

El gobierno keniano estaba indignado porque en un mensaje filtrado, publicado por la revista alemana Der Spiegel, Kenia era descrita como «un pantano de corrupción floreciente». El portavoz del gobierno keniano dijo que el Departamento de Estado llamó para disculparse.

En Brasil, las autoridades se negaron a responder preguntas sobre los cables de Estados Unidos que decí­an que el paí­s cooperaba en privado en la guerra contra el terrorismo, aun cuando públicamente negaba que hubiera amenazas terroristas en su territorio.

WikiLeaks no ha dicho cómo obtuvo los documentos, pero el principal sospechoso del gobierno es el soldado raso Bradley Manning, quien está detenido en una prisión militar de máxima seguridad, acusado de distribuir documentos confidenciales.

Aunque casi todos los mandatarios del mundo condenaron la divulgación de los mensajes, Estados Unidos y Assange tuvieron un altercado verbal a distancia. En una entrevista en lí­nea con la revista Time desde un sitio no revelado, Assange pidió la renuncia de la secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton por pedir en los mensajes a sus diplomáticos que reunieran datos de inteligencia.

«Ella deberí­a renunciar si se demuestra que es responsable de ordenar a figuras diplomáticas estadounidenses que espiaran en la ONU, lo que viola los convenios internacionales suscritos por Estados Unidos», dijo.

En Francia, la oficina de la Interpol en Lyon colocó a Assange, de 39 años, en su lista de los más buscados y la envió a todo el mundo.

Su abogado, Mark Stephens, dijo que sigue pendiente una apelación de Assange en Suecia. El abogado espera que la fiscalí­a sueca los «contacte y dé detalles de las acusaciones y evidencia».

Crowley, del Departamento de Estado, mostró desdén por Assange.

«Creo que ha sido descrito como un anarquista», dijo. «Sus actos parecen fundamentar eso».

El secretario de Defensa Robert Gates restó importancia a la revelación de los documentos y dijo que eso no complicarí­a la polí­tica exterior estadounidense.

«Lo cierto es que los gobiernos tienen tratos con Estados Unidos porque les conviene, no porque les agrademos, no porque confí­en en nosotros y no porque crean que podemos guardar secretos», dijo Gates el lunes.

Crowley no aclaró cuánto tiempo estarí­an los documentos del Departamento de Estado fuera de su red confidencial.

CLINTON Rechaza dimitir


El portavoz del presidente Barack Obama calificó de «ridí­cula» una aseveración del fundador de WikiLeaks de que la secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton, debí­a renunciar si está implicada en la orden a diplomáticos estadounidenses para que realizaran actividades de espionaje en las Naciones Unidas.

En entrevista con la revista Time en algún lugar no revelado, y difundida ayer por internet, el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, pidió la dimisión de Clinton «si se puede mostrar que es responsable de la orden a diplomáticos estadounidenses de que espiaran en las Naciones Unidas», en contravención a acuerdos internacionales.

El secretario de prensa de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dijo el miércoles que las aseveraciones de Assange «son ridí­culas y absurdas». Clinton no ha incurrido en nada indebido y los diplomáticos estadounidenses no realizan espionaje, agregó. Gibbs hizo sus declaraciones en entrevista con el programa «Today» de la NBC.

Funcionarios del Departamento de Estado dijeron el martes que las instrucciones secretas giradas a los diplomáticos estadounidenses para que recabaran información individualizada y delicada de gobernantes extranjeros salieron del estamento de espionaje de Estados Unidos y no requieren que el diplomático espí­e.

Los mensajes secretos filtrados que ha difundido Wikileaks contienen solicitudes de que se recabe información sobre ADN y de tipo biométrico de funcionarios extranjeros.

«La secretaria de Estado, Clinton, ha cumplido una gran labor», dijo Gibbs. «El presidente tiene una gran confianza en la secretaria Clinton y admira el desempeño de ésta».