DINAMARCA tiene un refrán muy antiguo que se cuenta así: «Que en ese país unos adolescentes quisieron jugarle una broma a un hombre que solía ir a dormir sus siestas en asientos de un parque de la ciudad. Y derritieron queso que es de excelente sabor, pero de muy mal olor, para vaciárselo en la cabeza al hombre cuando estuviese dormido» y así lo hicieron.
Cuando el hombre se despertó o el olor lo hizo despertar, algo pensó, se levantó y se fue a otro asiento, luego a otro y a otro etc. Y cansado entonces resopló y dijo: -¡Todo está podrido en Dinamarca!
Lo contamos a propósito de tantos simbólicos malos olores que llegan de algunos sectores de nuestro pequeño mundo, que el lector puede acertar, imaginar o pensar, de este u otro país; gobiernos, gobernantes, o aspirantes, ministros, ejecutivos importantes, y damas de primera, segunda y de tercer estrato. O por pura coincidencia para decir: ¡Todo está podrido en Guatemala!
Estamos además «PERDIDOS» porque ya no hay caminos, sólo extravíos que, además, van a dar a laberintos donde se pierden otros cuatro años; ¡y otros cuatro años! Y a propósito o coincidencia, en esta capital de Guatemala hubo un parquecito que se llamó «Navidad» que estuvo precisamente donde ahora están las Oficinas Centrales del IGSS y tenía un laberinto donde nos perdíamos, pero por alguna horas, no cuatro años. ¿Estará allí todavía el laberinto?
En frente donde ahora está el Banco de Guatemala, estuvo la antigua Penitenciaría Central en la que sufrió y escribió su libro «ombres contra Hombres» Efraín de los Ríos; porque era cárcel no hotel de cinco estrellas Made In Derechos Humanos, cuna de delincuentes o Chalet de estar para cambiar y variar al gusto de los comensales. ¡Pura casualidad o analogía por lo de Oficinas Centrales, Banca Central, Penitenciaría Central! Con «C» de Centro Cívico. No lo puntual por supuesto.
Por algo un significado político dice que en Guatemala «Â¡Hay que retomar el camino». Otros por algo hacen sus jugadas de peones, alfiles, caballos; y torres; otros se creen reyes y reinas; y dan por segura y repartida la carne del venado aún sin tenerlo; o puede que les resulte una pequeña gamichuela. No faltan también los que se puedan quemar prematuramente por andar mal acompañados, olvidando que más vale andar sólo como lo hizo Serrano Elías, lastima que se frustró.
¡Total todo está podrido y, además, perdido! Pero eso sí: tenemos un vicepresidente excepcional, fuera de serie y del laberinto, el doctor Rafael Espada, y talvez dos o tres congresistas que no hacen verano, pero si buena mansión del Congreso, no como las mayorías, negociables como parece.