En los últimos cinco años casi se duplicó el número de internas en los centros preventivos del país. Hasta noviembre de 2010 se conoce de 758 mujeres privadas de libertad, en su mayoría ingresadas por el delito de extorsión. Muchas son víctimas de engaños para participar en hechos delictivos, otras son intimidadas y obligadas a intervenir en crímenes, y su gran mayoría son alcanzadas por una cultura delictiva que invita a actuar al margen de la ley. Sin embargo, todas corren con la misma suerte en los centros carcelarios, donde se encuentran con un sistema de corrupción y violencia que las marca por el resto de su vida.
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Alma*, de 26 años, relata que la tarde del 23 de marzo pasado se encontraba con su hijo en la Plaza de la Constitución. Parecía un día como cualquier otro, pero realmente estaba en un momento y lugar desafortunado.
«Fui a saludar a unos patojos de la calle que conocía y me di cuenta que había una mochila negra, pero yo no le puse atención. No habían pasado ni 10 minutos cuando nos rodeó un grupo de policías, uno de ellos abrió la mochila y vio que estaba llena de marihuana», relata la joven mujer.
«Me dijo que yo era la dueña y me enchachó junto con la otra mujer que estaba ahí, a la vez que registraban a mi hijo. Cuando me llevaron a la cuadrante, el policía me dijo «tanto que fumás, hasta le das de fumar al niño»; ahí fue cuando me alteré y lo empecé a maltratar», recuerda.
Alma dice que intentaba explicar que la mochila no le pertenecía, pero ya se le acusaba por la «promoción y estímulo del consumo de droga». «Me dijeron que tenía que permanecer en la cárcel 3 meses y 15 días mientras hacían la investigación, por lo que me quitaron a mi hijo y se lo dieron a una señora». «Cuando estaba en la cárcel pasé muchas cosas, me metieron en el Sector 3. Es un lugar en donde conocés mucha gente y nada es como te lo imaginás. Había una mujer que era cabecilla de una mara, pero ahí hay compañerismo entre todas, no te maltratan y son muy solidarias», cuenta.
«Vivís con miedo, porque cuando menos sentís hacen requisa. Una vez que trasladaron a dos reas, nos metieron en un callejón sin salida; cuando intentaron sacar a las compañeras a puros golpes, todas nos opusimos, porque no era la forma de hacerlo, cuando menos sentimos empezaron a tirarnos gases lacrimógenos y nos rociaban con chile; los policías no se ponían a pensar que había mujeres embarazadas o mayores», relata la mujer, con evidente emoción.
Hace solo unos cuantos días, Glenda Paola Sapón, de 18 años, fue capturada cuando recogía Q5 mil en efectivo, producto de una extorsión coordinada por un reo desde el Centro Preventivo para Varones de la occidental ciudad de Quetzaltenango. La aprehensión se dio durante un operativo policial que buscaba capturar a una banda de extorsionistas.
Al final, la joven que actuaba fuera de la ley fue además «carne de cañón» del grupo criminal, pues los autores intelectuales no recibieron ningún castigo por el crimen. De la misma manera utilizan a otras mujeres, algunas menores de edad, para extorsionar a sus víctimas. En la mayoría de casos, las amenazan de muerte si no acceden a colaborar.
Así como Glenda, se conocen decenas de casos en los que se ha capturado a féminas por participar en los delitos de extorsión o secuestros.
En muchos casos puede que haya amenazas e intimidación para forzarlas a participar en hechos delictivos, pero en muchos otros, son enrolladas por una cultura del crimen; algunas veces, los mismos familiares las introducen en sus clicas, bandas o mafias, dice un investigador de la PNC.
Esto concuerda con la información proporcionada por el Sistema Penitenciario (SP), la cual refiere que mientras en el año 2005 había 418 privadas de libertad, en noviembre de 2010 se contabiliza a 755.
Las mujeres muestran índices de encarcelamiento mucho menores que la de los varones. A la fecha el SP cuenta 10 mil 352 hombres en los 22 centros carcelarios de todo el país, una cifra mucho más alta de lo que se tiene en mujeres reclusas.
Alma*, una ex reclusa que accedió a platicar con La Hora, detalla la situación en la que viven las mujeres que están tras las rejas y cómo son violentados sus derechos desde el momento en el que son detenidas.
Entre las situaciones de violencia que vio, cuenta que «cuando hacen requisa, te registran como si fueras basura. Los policías hombres te revisan, en el Sector 7, donde hay mujeres hasta de más de 50 años». Incluso da cuenta de abusos sexuales.
Las mujeres que se encuentran en cumplimiento de sentencia son 265, ubicadas entre el Preventivo de Santa Teresa y el Centro Oriental Femenino -COF- de Fraijanes. Las 490 mujeres restantes se encuentran divididas en Cobán, Puerto Barrios, Petén, Zacapa, Mazatenango, Chimaltenango y Cantel.
COACCIí“N
El Colectivo Artesana ha sido una de las pocas, si no es que la única organización que trabaja desde hace cinco años con las mujeres que han sido privadas de libertad. «Como «artesanas» siempre hemos planteado que el paso de las mujeres en los centros de detención es un eslabón más de la violencia contra el género», refiere Andrea Barrios, directora de la organización.
David Dávila, investigador del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales, está de acuerdo en que la mayoría de internas es utilizada por alguien cercano para cometer delitos, como en el caso de extorsión. «Habrá casos en los cuales las mujeres por decisión propia cometen los delitos, pero generalmente son planificados por otros».
Una de las razones a las cuales se debe el incremento del número de internas en los centros preventivos es por el delito de extorsión. La Fiscalía contra el Crimen Organizado del Ministerio Público da cuenta de más de 900 denuncias mensualmente por este delito. Aunque el Colectivo Artesana aún no ha publicado el informe correspondiente al tema, consideran que puede haber de tres a cuatro mujeres detenidas diariamente por este delito.
No obstante, hay muchos crímenes detrás de la detención de mujeres. El homicidio se presenta como la fase final de un proceso victimizador en la mujer se ha sentido despreciada, humillada y golpeada. Utiliza su delito como solución a sus conflictos interpersonales y van cargados, la mayoría de veces de problemas pasionales. En otras ocasiones, mata como parte de su diario vivir.
Otro delito que cometen las mujeres es el secuestro, sobre todo de niños y niñas. Es la mujer quien motiva el delito, da los datos principales de la víctima, organiza al grupo que va a llevarlo a cabo, pero los que lo ejecutan son casi siempre los hombres. Barrios dice que muchas veces mujeres alimentan a la persona secuestrada. Cuando las autoridades liberan a las víctimas detienen a las féminas.
En cuanto al tema de tráfico de drogas, en la mayoría de casos mujeres desconocen lo que pueda estar guardado en su vivienda o lugar de trabajo. En el momento en que las autoridades hacen el allanamiento, son las mujeres quienes están en el recinto y a quienes se les detiene por el crimen.
El trabajo del Colectivo Artesana se concentra en la prevención del reingreso. Actualmente están trabajando para instalar un una casa de transición para las mujeres que recuperan su libertad.
¿Y LOS MENORES?
Lo que se ignora en este problema es la situación de los menores de edad cuando se captura a la madre. La ley permite que los menores de tres años puedan permanecer con sus madres dentro del sistema carcelario. Alma, cuenta que vio alrededor de 40 mujeres con sus hijos, y muchas de ellas con más de uno.
En el caso de las mujeres que tienen hijos de más de tres años de edad, el Gobierno los ingresa a casas hogares, en donde tienen que permanecer por lo menos un año mientras soluciona su situación.
Cuando detuvieron a Alma le arrebataron a su pequeño hijo, que padece de hidrocefalia congénita. Desde que salió de prisión, lo ve dos veces a la semana, «estoy tranquila porque sé que donde lo tienen, que es en Casa Alegría, lo tratan bien, pero espero que para marzo esté de nuevo conmigo».
LA LIBERACIí“N
Rudy Esquivel, vocero del SP, explica que los procesos de liberación requieren de trámites externos al centro carcelario y la orden de liberación generalmente llega a los centros de detención a altas horas de la noche, por lo que el la salida se puede retrasar.
«Puede que firmen su libertad en horas de la mañana. Posterior, regresan al centro y sigue un proceso la hoja de libertad que es preparada en el juzgado o en tribunal donde se efectúan los trámites. Luego se envían a la Dirección General del Sistema Penitenciario y se llevan al centro de detención, que generalmente es en la noche».
Sobre los señalamientos a la intervención de guardias «hombres» en las prisiones de mujeres, Esquivel responde: «hay custodia masculina perimetral, pero según los protocolos que dictaminan las requisas, respetando los derechos humanos del privado de libertad, son exclusivamente mujeres las que tienen que registrar a las internas».
El portavoz del SP resaltó que «si una persona que siente que fue abusada tiene todo el derecho de hacer las denuncias correspondientes», ya que ese tipo de evento no es aprobado por las autoridades del SP.
Según Esquivel, ya ha habido varias destituciones del personal técnico administrativo y personal operativo por ese tipo de incidentes que indican mala práctica laboral. El Sistema Penitenciario pone en marcha la investigación de la serie de denuncias que ellos reciben y actúan en lo administrativo. «Las autoridades tienen que ser muy cautelosas en el cumplimiento de la norma».
Alma
Detenida
Centro Número de Reclusas
Cantel 35
Canadá 0
COF 174
Sta. Teresa 420
Chimaltenango 9
Mazatenango 28
Zacapa 53
Cobán 10
Puerto Barrios 20
Petén 9
TOTAL 758
Variación de la población de
privadas de libertad
Año Variación interanual*
2006 -87
2007 50
2008 38
2009 88
2010 251
*EN BASE A LA POBLACIí“N DE 2005, DE 418 RECLUSAS