El plan de ajuste irlandés, acogido con satisfacción por Bruselas cuando se intensifican las negociaciones sobre el rescate internacional, recibió un aluvión de críticas de la población, la prensa, los sindicatos y hasta los economistas de la isla.
La ira popular, que ya era palpable tras la «humillación» que sintió la población por tener que recurrir a la ayuda exterior, se reflejará seguramente en las elecciones legislativas parciales que se celebran hoy en el condado de Donegal (noroeste), según los sondeos.
«Nos va a matar», dijo un hombre resumiendo el malestar patente hoy por la mañana en las calles del centro de Dublín tras el anuncio la víspera de un plan más severo de lo previsto. «Estoy con medicación. Voy a tener que elegir entre medicinas y comida», agregó este cuarentón que verá su sueldo mínimo reducido en un 12%.
Además de un recorte del sueldo mínimo, el plan de rigor cuatrienal para ahorrar 15.000 millones de euros (20.000 millones de dólares) incluye otros recortes dolorosos en las prestaciones por desempleo y por hijos, las pensiones de los funcionarios y la supresión de 25.000 empleos públicos.
El plan supone «una base sólida para las negociaciones sobre las reformas presupuestarias y estructurales (que formarán parte) del programa vinculado con la ayuda financiera internacional que Irlanda pidió a la UE y al FMI», declaró el miércoles en Bruselas el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn.
Pero en Irlanda el tono era completamente diferente.
«Recortes para todos salvo para los políticos», tituló en portada el diario Irish Examiner. «Todo el mundo estará afectado pero (el primer ministro Brian) Cowen seguirá embolsándose tanto como (el presidente de Estados Unidos) Barack Obama», afirmó por su parte el Irish Sun. Sin embargo, la prensa reconoce mayoritariamente, al igual que el gobierno, que «no hay alternativa».
Todo lo contrario que los sindicatos. «Este plan es una hoja de ruta hacia la edad de piedra y una declaración de guerra contra los bajos salarios», advirtió Jack O»Connor, presidente del Siptu, primer sindicato de la isla.
«Los primeros afectados serán los más vulnerables», estimó David Begg, secretario general del Irish Congress of Trade Unions (ICTU), la principal confederación sindical.
Los sindicatos llaman a la «resistencia» en una manifestación convocada por el ICTU que espera reunir a «varias decenas de miles» de personas.
El partido en el poder, el Fianna Fáil, se preparaba por otra parte a ser sancionado el jueves en las legislativas en Donegal (noroeste), según los sondeos, lo que reduciría su ínfima mayoría a dos diputados antes de la presentación al parlamento del presupuesto para 2011 el próximo 7 de diciembre.
El primer ministro ha pedido unidad para aprobar las medidas de austeridad, recordando que son una exigencia de Bruselas, pero la oposición no está convencida. El primer partido de la oposición, el Fine Gael, advirtió que pediría a la UE renegociar el plan irlandés.
El alcance de los recortes hace también temer por la frágil recuperación de la economía del otrora Tigre Celta. «Las medidas fiscales van a tener un impacto significativo en la demanda, y el consumo seguirá estancado», declaró a la AFP Constantin Gurdgiev, profesor del Trinity College de Dublín.
El plan ya no hace «ninguna provisión con miras a eventuales inyecciones de capital en el sistema bancario que podrían ser necesarias», se sorprende una nota de la casa de corretaje irlandesa Davy Research.
Los bancos irlandeses, que acumulan deudas colosales, recibieron ya unos 50.000 millones de euros (66.000 millones de euros) pero la extensión del pasivo todavía se desconoce y podría elevarse a cientos de miles de millones.