La policía de Río de Janeiro, con blindados y helicópteros, lanzó hoy operativos en veinte favelas para hacer frente a una serie de ataques atribuidos a narcotraficantes como represalia por su expulsión de esos barrios pobres, informó la institución.
«Este martes, todos los policías están en las calles», anunció el coronel Lima Castro, de la Policía militarizada.
Al promediar la jornada, unas veinte favelas habían sido ocupadas por varias centenas de agentes fuertemente armados.
En las últimas 48 horas, los narcotraficantes realizaron más de una decena de ataques, incendiaron automóviles y ametrallaron puestos de la policía como una forma de represalia contra su expulsión de esos barrios.
«Un bandido me apuntó con un fusil a la cabeza y me ordenó salir del automóvil, mientras que otro roció el auto con gasolina y le prendió fuego, dijo José Augusto da Rocha, cuyo vehículo fue interceptado el domingo.
Estos ataques no dejaron víctimas pero sembraron el terror en diversos barrios de la ciudad y la periferia. La acción más osada ocurrió próxima del Palacio Guanabara, sede del gobierno del estado de Río de Janeiro, en el barrio de Laranjeiras (zona sur).
«Es un intento de intimidación. Pero no vamos a retroceder y continuaremos reconquistando territorios (dominados por los narcotraficantes) y a llevar la paz a las favelas», dijo en la noche del lunes el gobernador de Río, Sergio Cabral.
Es la primera vez en dos años, desde la creación de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP) que los traficantes organizan una respuesta a ese programa, que se propone restablecer la paz y los servicios del Estado en los barrios más pobres.
«El objetivo (de los traficantes) es aterrorizar a la población. Además de perder sus territorios ante la acción del Estado, pierden espacio ante las milicias» (grupos parapoliciales que ocupan el lugar de los traficantes), afirmó el sociólogo Claudio Beato al diario O Globo.
Electo en enero de 2007, Cabral había anunciado una lucha «sin treguas» contra los narcotraficantes para «restablecer el estado de derecho» en las favelas, mediante la formación de una policía comunitaria.
Hasta el momento trece favelas, situadas fundamentalmente en las zonas residenciales de la ciudad, han sido pacificadas y más de 200.000 habitantes se vieron libres del orden impuesto por los narcotraficantes.
En Río de Janeiro, cerca de dos millones de habitantes (aproximadamente un tercio de la población del municipio) viven en más de 1.000 favelas, y hasta la Copa del Mundo de fútbol de 2014 las autoridades se proponen pacificar una centena de las más violentas.
El secretario de Seguridad de Río de Janeiro, José Mariano Beltrame, prometió que unos 7.000 policías serán contratados hasta el inicio del próximo año.
Al contrario de lo publicado en la prensa, que indica una unión de grupos criminales, Beltrame minimizó los ataques de narcotraficantes, atribuyendo esas acciones a un «pequeño grupo de una de esas facciones».