El Dalai Lama, de 75 años, tiene la intención de dejar en el año próximo su función del jefe del gobierno tibetano en el exilio para aliviar su carga de trabajo y reducir su papel oficial, declaró hoy su portavoz Tenzin Taklhan.
En 2001, los tibetanos exiliados, instalados desde 1960 en la ciudad india de Dharamsala (norte), eligieron por primera vez y de manera directa a un dirigente político.
«Desde entonces, Su Santidad ha dicho siempre que él tenía un estatuto de semijubilado», recordó Tenzin Taklhan.
«Desde hace unos meses, Su Santidad prevé dirigirse al parlamento tibetano en exilio para discutir de su eventual retiro», agregó el portavoz.
No obstante, Tenzin Taklhan destacó que este «retiro» se aplicaría a sus responsabilidades oficiales en tanto jefe del gobierno, que consisten en lo esencial a firmar resoluciones, y no a su papel de líder espiritual de los tibetanos.
«Esto no significa que no permanecerá a la cabeza de la lucha política. Es el Dalai Lama, por lo tanto dirigirá siempre al pueblo tibetano», insistió.
El Dalai Lama, que huyó de Tibet en 1959 luego de una revuelta contra China, es odiado por Pekín que ve en él a un peligroso separatista.
Sin embargo, el premio Nobel de la Paz, apóstol de la no violencia, defiende una posición conciliante con China, una «vía intermedia» en las perspectivas de una simple «autonomía cultural».
Adulado por su pueblo e ícono del occidente, el Dalai Lama representa la lucha de los tibetanos contra la administración china en el Tibet y los valores budistas.
Según el portavoz, el Dalai Lama debería evocar su retirada en la próxima sesión del parlamento en marzo, con la perspectiva de dejar su función de jefe del gobierno dentro de los seis meses siguientes.
En los últimos meses, no ha cesado de viajar en particular a Canadá, Estados Unidos, Polonia y Japón.
Es también una de las figuras que representa el combate por la defensa de los derechos humanos.
Penpa Tsering, que preside el parlamento, declaró a la AFP que «cada tibetano querría que siga en su cargo mientras sus condiciones físicas se lo permitan».
«Sin lugar a dudas, ésto será un cambio político. Es un tema muy, muy ante el parlamento.
Según éste, sea cual fuese el resultado de las discusiones, el Dalai Lama debería seguir siendo la voz dominante en las discusiones entre el gobierno en exilio y la China.
«En varias oportunidades ha mencionado que seguirá asumiendo la responsabilidad de las relaciones con el gobierno chino y debería continuar pues es el tema más importante para todos nosotros», agregó.
La hipótesis de su muerte provoca temor en Tibet pues podría provocar el debilitamiento de la coherencia del movimiento tibetano, que milita por la independencia o la autonomía de esta región budista controlada por Pekín.
Tradicionalmente, la búsqueda del Dalai Lama la hacen los lamas del más alto nivel de la jerarquía, pero el régimen chino indicó recientemente que se reservaba el derecho a tener la última palabra.
El Dalai Lama, el más alto nivel del budismo tibetano, está consierado como la reencarnación del primer Dalai Lama nacido en 1391.