Revolución libros versus armas, ¿imposible?


No es hoy, ni tampoco ayer que se ha debatido sobre que en esencia el ser humano tiene un lado oscuro y otro claro, y que dependiendo de las circunstancias se desarrolla uno más que el otro, Lombroso estudioso criminalista, en 1876 manifestaba que existí­a el delincuente nato, por lo que argumentaba que el delincuente nace, no se hace, teorí­a que con el tiempo y estudios más desarrollados ha sido descartada, pero que sirve antropológicamente en paí­ses como Guatemala, cuando al sentirnos en un callejón sin salida tratamos de encontrarle soluciones viables a los problemas relevantes de nuestro paí­s, sin embargo cada dí­a un nuevo escándalo baja la moral de la mayorí­a de los guatemaltecos, pero, siempre debe existir una luz al final del túnel, y es la que todos los guatemaltecos debemos buscar. En un paí­s en donde todos los dí­as hay una cantidad promedio al igual que en una guerra de muertos, pareciera imposible tratar de iniciar un cambio de fondo, y éste es cambiar las armas por libros, o cualquier otra manifestación del arte. Todos aquellos que diariamente se pronuncian a favor de la pena de muerte y que los ciudadanos nos armemos hasta los dientes, pensarán que esta propuesta es una tonterí­a, pero la única forma de vencer la negrura de noche es aprovechar la luz del dí­a, tristemente durante el gobierno anterior se llevó a cabo una campaña de despistolización que a mi criterio fue solamente una especie de teatro, hace unos dí­as la CC emitió una resolución por medio de la cual se permite a una persona tener varias licencias de portación de armas de fuego, por lo que cada dí­a se ve más lejana la paz, pero cuando el ser humano se propone algo, lo puede lograr, por lo que con base en la historia, y tomando la esencia de grandes seres como Gandhi, Confucio, la Madre Teresa, y tantos más es posible hacer nuestros y actuales pací­ficamente los cambios necesarios, aunque en ello nos lleve la vida.

Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

En Guatemala hubo un tiempo en el que las personas leí­an bastante, vino una guerra tonta, pero económicamente fructí­fera para los menos, que retrasó el desarrollo del paí­s más de 100 años, actualmente un grupo de jóvenes de la calle se encuentra en Francia representándonos en el Campeonato Mundial de break dance, desde hace algunos años se instaló en Guatemala, una academia cubana de salsa, la que se ha disgregado porque han surgido más academias de salsa, se están produciendo pelí­culas guatemaltecas, y se ha dado un fenómeno muy importante en la academia, hasta hace un poco más de 10 años los que estudiaban Derecho tení­an que ir a la biblioteca donde pobremente encontraban autores extranjeros desactualizados, hoy somos muchos los que escribimos libros de texto, unos nos dedicamos con ahí­nco a la investigación constante, otros no tanto, pero las obras académicas proliferan, por lo que los que quieren conocer más sobre un tema especí­fico pueden hacerlo, asimismo hay excelentes escritores y escritoras, poetas y poetisas, que crean diariamente su arte.

Cuál es la conclusión que quiero trasladar, que el gobierno tanto central como municipal derrochan recursos valiosí­simos en gastos superfluos, pero lo más deleznable es el porcentaje de corrupción que existe en casi todas las instituciones del Estado, que muy bien podrí­an ser utilizados en el crecimiento cultural de los más jóvenes y niños, paralelamente puede existir una polí­tica de desarme, en todos los aspectos, naturalmente que ésta no es una propuesta a corto plazo, es a largo plazo, pero no imposible, hace falta tener voluntad polí­tica, cultural, y ante todo falta de ambiciones personales espurias, y ante todo poner por delante a la sociedad que se encuentra compuesta principalmente por niños y jóvenes que dependen de las decisiones que se tomen en este momento histórico, porque todos estamos de paso, y éste es leve, por lo que lo mejor que podemos hacer es sembrar una pequeña semilla, que el dí­a de mañana que está bastante cerca, dará frutos, y éstos serán un mundo diferente sin violencia, no es utopí­a, ni un sueño, como una vieja canción de los años setenta que decí­a textualmente: «Ayer tuve un sueño, fue sensacional, los pueblos viví­an en paz…» A pesar del tiempo en que esta melodí­a era escuchada por los jóvenes, tiene tanta vigencia como en esa época. ¿Es triste? Si, pero la historia de la humanidad ha sido de transiciones dolorosas y de largo plazo, pero nunca será tarde para lograr el objetivo común de la mayor parte de los seres humanos, y éste es vivir en paz, con la seguridad de que si un ser querido o nosotros mismos morimos no será violentamente, sino que será un proceso natural. ¿Cuántos estamos dispuestos a hacer el esfuerzo?