¿Quién pagará ambiciosas reformas de la OTAN?


Unos niños afganos juegan en Kabul. La OTAN, que en bloque invadió Afganistán para combatir a los talibanes, está evaluando mejoras en su estructura. FOTO LA HORA: AFP SHAH Marai

La OTAN adoptó en Lisboa una ambiciosa reforma para lidiar con las futuras amenazas para la seguridad de sus paí­ses miembros, con un proyecto estrella de crear un escudo antimisiles, cuyos gastos Washington teme deber asumir si Europa continúa cerrando el grifo en defensa.


Reunidos en cumbre, los 28 lí­deres de la Alianza Atlántica dieron luz verde el viernes a un «concepto estratégico» para la próxima década, en el que sellaron la solemne promesa de «dotarse de las capacidades necesarias» para defenderse de «cualquier amenaza para la seguridad de las poblaciones y los territorios» de los aliados.

Un escudo antimisiles, cuyo precio está estimado en unos 200 millones de euros (270 millones de dólares), será creado en Europa para frustrar cualquier ataque de esa naturaleza, un peligro que los aliados califican de «real» y cuyo origen, según el presidente francés, Nicolas Sarkozy, procede de Irán.

Ahora bien, ¿cómo se pagarán los nuevos proyectos en tiempos de austeridad?

«Uno puede tener la visión que quiera, pero si no hay recursos, es inútil», una «alucinación», advierte Frederick Kempe, director ejecutivo del think-tank Atlantic Council, basado en Washington.

«Ninguno de nuestros compromisos tendrá sentido si la OTAN no está financiada suficientemente», reconoció el mes pasado el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates.

Los aliados aprobaron en su cumbre de dos dí­as en Lisboa recortar «en unas decenas de millones de euros» sus gastos en estructuras y personal.

Sus 14 agencias se reducirán a tres y los 11 cuarteles generales pasarán a seis o siete, en función de las negociaciones que ahora emprenderán los paí­ses miembros de la Alianza, que finalizarán en junio de 2011.

«Debemos ejercer la mayor responsabilidad financiera en materia de defensa», en «tiempos de dificultades económicas», reconocieron los 28, un mensaje que refleja en especial la posición europea, cuyo gasto se va reduciendo cada año y distanciando abismalmente del que destina Estados Unidos.

En Europa, «todos están disminuyendo» sus presupuestos en defensa: «Estamos en un punto de inflexión en que las reducciones en la cantidad están afectando la calidad», afirma Joseph Henrotin, investigador del Centro de Análisis y Previsión de Riesgos Internacionales en Parí­s.

La partida de defensa se redujo un 2% anualmente entre 2001 y 2009 en Europa, recortándose de 295.000 millones de euros (403.000 millones de dólares) a 218.000 millones de euros, según datos del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales.

Las cifras contrastan con el aumento del presupuesto del Pentágono, que se disparó de 316.000 millones de dólares en 2001 a 708.000 millones previstos para 2011.

«El papel de Estados Unidos como espina dorsal de la OTAN se ha reforzado», señala Henrotin.

Hace una década, el peso presupuestario de Estados Unidos en el seno de la Alianza era del 50%. Actualmente es del 75%.

Para Kempe, el problema de Europa es además la falta de coordinación entre sus gobiernos, que lleva «a mucha redundancia y mucho derroche».

«Si uno examina el número de duplicaciones en Europa, se da cuenta de que se podrí­a ahorrar mucho dinero y mantener la misma capacidad» militar si sus paí­ses «trabajaran juntos», insiste.

En el marco de la Alianza, este experto ve dos peligros.

«Primero, tecnologí­a. Mientras Estados Unidos adquiere cada vez una mejor tecnologí­a militar, sus socios se van quedando atrás y se hace más difí­cil trabajar conjuntamente».

«Segundo, resentimiento. Estados Unidos empezará a preguntarse por qué está asumiendo la factura. Y esto no es una Alianza sana», advierte.