Santa Cecilia, patrona de la música occidental


Pintura de Santa Cecilia en un icono Bizantino. Se conserva en la Catedral de Santa Sofí­a, Bizancio, cuna del Cristianismo de Oriente. FOTO LA HORA: ARCHIVO

Santa Cecilia por azares del destino, a finales de la Edad Media, fue nominada por el gremio de músicos como su patrona protectora, ya que en un texto medieval que no puede precisarse, en el martirio de Santa Cecilia la palabra organis se asoció con el instrumento que en ese entonces apenas nací­a gracias a Guido de Arezzo y se le atribuyó la creación del órgano y de haber sido música desde tiempos inmemoriales.

Celso A. Lara Figueroa
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela A mi padre, maestro Celso Lara Calacán, con inmenso amor.

Pintura del Maestro Carlo Saraceni del siglo XVII. Representa a Santa Cecilia tocando Violoncello, en tanto un íngel le sostiene la partitura. FOTO LA HORA: ARCHIVOFotografí­a de la Cripta de Santa Cecilia en la Basí­lica dedicada a la Santa de la música por el Papa San Pascual I en Trastévere, Italia. Obsérvese la copia de la imagen de la Santa de Esteban Maderno esculpida en 1599 y colocada para reconocer el lugar donde se encuentran los restos mortales incorruptos de Santa Cecilia. FOTO LA HORA: ARCHIVO

Desde los inicios del Ars Nova los compositores dedicaron grandes composiciones a exaltar las virtudes de Santa Cecilia a través de motetes y cantos especí­ficos que se llevaban a cabo en las iglesias el dí­a 22 de noviembre de cada año. Es importante señalar que donde más fuerza adquirió fue en Inglaterra en donde se celebraba un festival en la misma fecha con gran pompa, tanto en la Catedral de Westminster como en San Pablo.

Asimismo, el auge de esta fiesta que aún se celebra, está siempre asociado a los nombres de dos de los compositores ingleses más importantes de todos los tiempos: Henry Purcell y Jorge Federico Haendel, quienes en el siglo XVII y XVIII respectivamente, compusieron grandes odas a Santa Cecilia y se realizaban oficios de gran exaltación con la asistencia de sacerdotes y obispos anglicanos revestidos con toda ceremonia y utilización de instrumentos de lo más complejo, sobre todo, a través de los coros.

En Guatemala, Santa Cecilia, además de ser patrona de la ciudad de Santiago de Guatemala y de la Nueva Guatemala de la Asunción, fue en la época colonial patrona de los músicos y compositores como Pedro Bermúdez y Hernando Franco en el siglo XVI quienes dedicaron hermosí­simos motetes para exaltar el talento de la Santa. Sin embargo, en el siglo XIX, Santa Cecilia es sustituida por el Sagrado Corazón de Jesús por el gremio de los músicos como su patrón.

Las celebraciones guatemaltecas se hací­an en la iglesia de La Recolección con gran orquesta y coros. Existen obras de Eulalio Samayoa y otros compositores de ese siglo, relacionados con este acontecimiento.

No obstante, Santa Cecilia no está vinculada con la música. Su historia es otra. Su nombre proviene de una gens romana. Mártir hacia el año 177. Su nombre significa Lirio del cielo. Por más de mil años Santa Cecilia ha sido muy venerada en la Iglesia Católica. Aquel palacio aristocrático de la Roma de los Antoninos, es hoy la iglesia de Santa Cecilia, espejo de la nueva Roma, restaurada por Cristo, la abeja industriosa de los panales del Señor, como la llamó el pontí­fice Urbano.

EL MARTIRIO

A consecuencia de la persecución contra los cristianos, Cecilia fue apresada y la intentaron ahogar en el hipocausto pero como no diera resultado, el lí­ctor blandió la espada y la dejo caer tres veces sobre el cuello de Cecilia, pero quedó envuelta en su propia sangre luchando agónica con la muerte. Los cristianos recogieron el cuerpo de la mártir y respetuosamente lo encerraron en un arca de ciprés, sin cambiar la actitud que tení­a al morir. Así­ se encontró catorce siglos más tarde, en 1599, según el testimonio del mismo Cardenal Baronio.

SANTA CECILIA PATRONA DE LA MíšSICA

Cecilia, virgen clarí­sima, Lirio del cielo llega escoltada por la gloria divina con música y cantos, al banquete nupcial, en palabras de la narración de la Passio: Cantantibus organis, Caecilia, in corde suo, soli Domino decantabat, dicens: – Fiat cor et corpus meum immaculatum ut non confundar-, «Mientras tocaba el órgano, Cecilia cantaba salmos al Señor». A su Señor, a su Esposo: «Que mi corazón y mi cuerpo permanezcan inmaculados, para que no quede confundida». Santo Tomás sobre el Canto Litúrgico dice que tanto cuanto asciende el hombre a Dios por la divina alabanza, se aleja de lo que va contra Dios. El hombre asciende a Dios por medio de la divina alabanza, que le eleva alejándolo de lo que se opone a Dios, el egoí­smo y la soberbia.

La alabanza exterior de la boca ayuda a motivar el amor interior del que alaba. En la Iglesia de Cristo, que es hogar de gozo, el canto es esperanza en acto porque es plegaria. Por lo tanto dedicarse a cantar a Dios y a escuchar la música sagrada es prepararse para orar con mayor esperanza y a vivir la vida de Dios en el santuario interior que desborda en la sociedad como anuncio del Reino de Cristo.

SU INFLUENCIA EN EL ARTE PICTí“RICO

A partir del Siglo XVI, la iconografí­a la representa llena de alegrí­a por la presencia del Señor tocando instrumentos musicales, la lira, la cí­tara, el órgano, el clavicordio, el arpa, el violí­n, el violoncelo, y rodeada de ángeles cantando.

Desde la Catedral de Palermo a la Pinacoteca de Dresde, la figura de la mártir romana, personifica el espí­ritu del canto y de la música sacra, y sale de los lí­mites de la música italiana para inspirar la música y las artes plásticas, tanto como en otros continentes.

Estas notas han sido tomadas de investigaciones hemerográficas y de archivo por el autor, quien reconoce que, a pesar de las vicisitudes de la historia guatemalteca Santa Cecilia sigue siendo nuestra patrona y a ella se le sigue rindiendo tributo.

* Primera imagen tomada de http://webs.ono.com/marmi-ikons/