Flatus vocis


Parece evidente que muchos, al menos si nos fiamos en lo expresado, deseamos que el paí­s sea distinto, que la corrupción termine y Guatemala se encamine al desarrollo.  El problema es que «del dicho al hecho hay mucho trecho» y nuestras acciones manifiestan lo contrario.  En realidad no estamos comprometidos a la construcción de una realidad diversa.

Eduardo Blandón

Fí­jese, por ejemplo, en las empresas telefónicas.  Yo he sido ví­ctima del robo de tres teléfonos celulares (Movistar para ser exactos), ¿cree usted que esa empresa hace algo por evitar reconectar las lí­neas?  Evidentemente no.  Por eso la industria del robo de móviles es un negocio redondo.  Los muchachos andan afanosos atracando en motos, a pie, en restaurantes, cantinas, centros comerciales… y, quien quita, también en iglesias.

            Estoy seguro que los empresarios de la telefoní­a celular no quisieran que asesinaran a su hijo por un teléfono o que sus esposas llegaran a sus casas en estado de shock por sobredosis de impresión, pero no hacen nada por evitar la maldad.  El lucro los tiene embobados y venderí­an hasta a su propia madre por incrementar los ingresos en sus empresas.  Igual cosa sucede con los banqueros.

           

Los bancos también son los amos de las triquiñuelas.  Sí­gales la pista y verá cómo se las apañan por captar dinero hasta del fondo del infierno.  Se prestan para administrar los ingresos del mismo Satanás.  Cuando el caso lo requiere se hacen los babosos.  Así­, no es raro que dinero de extorsiones, secuestros y narcotráfico ande por ahí­ sin que ellos lo sepan (así­ dicen poniendo la mano en la Santa Biblia).  Como decí­a anteriormente, la ganancia es su única brújula y vencer en el mundo tormentoso de las finanzas es el objetivo a conseguir.

           

Y eso sin hablar, de la cantidad de magia negra con las que se las ingenian para ordeñar a los cuentahabientes: tarjetas de crédito,  tasas de interés… Son geniales., el mismo Demonio hecho carne.  Luego, como no tiene lí­mite su astucia, saben pegarse a la teta de ubres generosas y negocian con el Estado.  Difí­cilmente hay mejor negocio en la actualidad que la posesión de Bancos.

           

Otros hipócritas que no podemos olvidar son los dueños de las gasolineras.  ¿Se ha enterado usted que las estaciones de combustible son uno de los lugares perfectos para el atraco?   Pues bien, aunque sus dueños lo saben, no hacen nada por defender al débil y ayudar a poner fin al problema.  En las narices de los propios guardias de seguridad los malhechos hacen de las suyas y ellos… ni enterados.  Ellos dicen (los guardias) que se les paga para defender el puesto de gasolina o la tienda, pero no a sus clientes.

           

En ocasiones, incluso (dicen algunos) pareciera haber contubernio entre los delincuentes y los agentes de seguridad.  ¿Es éste el compromiso por cambiar Guatemala?  ¿Realmente queremos un paí­s mejor?  ¿Amamos realmente nuestro suelo patrio?  No, no lo creo.  Aquí­ hay mucho de los que los antiguos llamaban «flatus vocis» o lo que es lo mismo «flatulencia verbal».  Sólo eso.