Después de haber publicado varios artículos referentes a la resolución de los generosos magistrados de la Corte de Constitucionalidad que amparó a una empresa tabacalera transnacional que opera en Guatemala para que dejara de tributar Q135 millones al fisco, de los cuales Q18 millones al Ministerio de Salud, finalmente encontré eco en un editorial de La Hora del martes anterior y en uno de los diputados más consecuente con sus electores y de su labor legislativa, al proponer reformar a la Ley de Tabacos y sus Productos, a fin de que se restituya el cobro de impuestos a la fabricación e importación de cigarrillos.
Se trata del presidente de la Comisión de Economía, el parlamentario Mariano Rayo, del Partido Unionista, el mismo que se ha esforzado para que se apruebe la Ley de Extinción de Dominio, enfrentando numerosos tropiezos de parte de grupos interesados por razones no siempre legítimas, y ahora, consciente de los daños mortales que provoca el hábito de fumar, planteó una iniciativa de ley en el sentido ya mencionado, que pasará al pleno del Congreso para su discusión y eventual aprobación, siempre y cuando los diputados no se dejen seducir por propuestas inmorales de la industria tabacalera, porque sabido es que en esta clase de asuntos legislativos se lanzan los tentáculos del poder y el dinero para ganar voluntades.
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La moción del diputado Rayo coincide precisamente con el desarrollo de la IV Conferencia del Convenio Marco para el Control del Tabaco, de la Organización Mundial de la Salud, en la ciudad uruguaya de Punta del Este, durante la cual se informó que más de 5 millones de personas mueren anualmente en el mundo por efectos del tabaquismo, y aunque en algunos países que firmaron y ratificaron el acuerdo multilateral se han logrado avances apreciables, en otros no ha ocurrido lo mismo, sobre todo en lo que atañe a precios e impuestos a producción y consumo de cigarrillos.
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La mayoría de los países latinoamericanos han ratificado el convenio, incluyendo a Guatemala, donde se prohíbe fumar en todos los espacios cerrados, incluyendo restaurantes, cantinas, bares, hoteles, salas de cine y de teatro, casas de citas, hospitales, templos, salas de masaje, así como en vehículos colectivos, con lo que se persigue crear ambientes 100 por cien libre de humo, para evitar la exposición de niños y adultos no fumadores.
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Pero es una ley que no se cumple, como tampoco la prohibición de vender cigarrillos a menores de edad en tiendas y negocios similares, ni la normativa que prohíbe la venta de bebidas alcohólicas después de la una de la madrugada.Â
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Varios países adoptaron las imágenes de advertencia sobre riesgos para la salud que implica fumar en los paquetes de cigarrillos, y también eliminaron de los envases los mensajes engañosos, como los que sugieren que el cigarrillo es «bajo en nicotina» o que es «light» (suave), en tanto que en casi todos las naciones signatarias adoptaron políticas para elevar los precios de los cigarrillos y los impuestos al tabaco; como el caso de Panamá, que los incrementó en 100 por cien.
  Confío en que prospere la iniciativa del diputado Rayo, para bien de la salud de los guatemaltecos. Â
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(El sociólogo Romualdo Tishudo saluda el feliz retorno del Saltador de Caracoles René Leyva, quien se había ausentado de La Hora porque andada buscando el petate en el que caerá tranquilamente muerto cuando le llegue la hora de la hora).          Â