Una de las discusiones que se dio al inicio de gestación de la Norma Internacional ISO 26,000 de responsabilidad social, fue que ésta se veía poco favorable para los países en vías de desarrollo, ya que las diferencias sociales y empresariales entre países desarrollados y subdesarrollados son enormes. Pese a las discusiones se logró un consenso, sin embargo, ¿Será posible su implementación en Guatemala?
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De acuerdo con Pablo Blanco, gerente de Investigación y Desarrollo del Centro de Acción de la Responsabilidad Social Empresarial de Guatemala (CentraRSE), es totalmente viable, ya que no se trata de una norma calificadora en sí, si no de una guía que contiene recomendaciones y orientaciones para que las organizaciones, tanto privadas como públicas, puedan llevar en sus procesos de gestión temas de responsabilidad social empresarial.
La Organización Internacional para la Estandarización (ISO) que se caracteriza por medir sistemas de gestión de calidad y mejora de desempeño productivo aborda tres campos de acción: dimensión económica, dimensión ambiental y dimensión social, donde la ISO desarrolla normas emergentes.
El 1 de noviembre de 2010 se dio el lanzamiento oficial a nivel mundial de la Norma ISO 26,000 de Responsabilidad Social, de acuerdo con Blanco las empresas que son asociadas a CentraRSE, «ya llevan pasos adelantados en materia de responsabilidad social y esta norma básicamente lo que viene es a complementarse a las acciones que ya toman las empresas en temas de responsabilidad social y se encuentran muy alineadas con los ejes de responsabilidad social que promovemos».
Comenta que es la Comisión Guatemalteca de Normas, (Coguanor) la entidad encargada de aprobar las normas que a nivel internacional se dan a conocer, y es en este caso en particular que ese proceso aún lleva a cabo, «probablemente sea el otro año cuando sea aprobada «tal y como viene».
Dante Pesce, director ejecutivo de Vincular y Miembro del Consejo de Stakenholders de Global Reporting Initiative (GRI) y del Consejo Asesor de la Presidencia del grupo de Trabajo ISO 26,000, expresó que hubo ciertas complicaciones en el camino al consenso internacional para aprobar dicha norma.
«Cuando se presentó la primera propuesta hubo reacciones de los países en vías de desarrollo, en donde dijimos, respecto de la responsabilidad social y las virtudes empresariales se ven favorables, pero en la historia ISO, en las miles de normas que se han negociado, la participación de los países en vías de desarrollo ha sido mínima, por lo tanto se tenía un temor de que la norma no refleje bien el estado de los países en desarrollo, porque tenemos diferentes niveles de institucionalidad comparados con los países desarrollados, que somos más precarios como sociedad, y nuestras empresas son mucho más pequeñas», comentó.
A pesar de ello, el consenso se dio, «nos debemos sentir preparados para afrontar la RSE, y pudo existir el riesgo que terminara rechazándose por parte de los países subdesarrollados, podía sentirse, razonablemente que no nos conviene, no por el concepto, sino por la diferencia entre las sociedades».