El presidente estadounidense George W. Bush prometió hoy en Mérida (este), en la última etapa de su gira latinoamericana, una reforma migratoria que sea un punto intermedio entre una amnistía generalizada y la expulsión de unos 12 millones de indocumentados.
«Tiene que haber un punto intermedio razonable para lidiar con los 12 millones o más (de inmigrantes indocumentados) que trabajan en el país y pienso que podemos encontrar una vía razonable, un punto intermedio, entre la ciudadanía automática y expulsar a la gente del país», dijo Bush en rueda de prensa conjunta con el presidente mexicano Felipe Calderón.
Bush rechazó sin embargo hacer compromisos sobre fechas para la aprobación de esta legislación en el Congreso.
«No me gusta hacer apuestas porque cuando lo hago casi siempre pierdo, pero en este caso me siento optimista sobre las posibilidades de una reforma amplia, que es de importancia para ambos países», dijo Bush ante su anfitrión mexicano.
Bush fundamentó su optimismo en el hecho de que el tema de la migración en el Congreso se discute «muy a fondo» desde 2000 y se ha pasado del «escepticismo de años pasados al conocimiento de que ésta es una política que interesa a Estados Unidos».
Calderón de su lado explicó que él mismo tiene familiares que viven y trabajan en Estados Unidos, pero señaló que desconoce su situación migratoria porque «hace mucho tiempo que no los veo».
«Es gente que trabaja y respeta a ese país, paga impuestos, cosecha las verduras que problemente ustedes comen, sirve platos en un restaurante, contribuye a la prosperidad en Estados Unidos, tiene hijos que quiere que sean educados con respeto al país donde viven y recuerden a México con cariño», dijo.
El mandatario mexicano se comprometió a impulsar el desarrollo de México a fin de conseguir que menos mexicanos emigren a Estados Unidos y los que lo hicieron puedan regresar.
Se estima que unos 11 millones de mexicanos viven en Estados Unidos, de los cuales cerca de la mitad son indocumentados.