Un modelo agrario inicuo (I)


«El origen del modelo (primario exportador) se remonta, como es sabido, a la invasión europea, lo cual se consigna en el carácter extractivo del Estado colonial. Sin embargo, se sostiene en el tiempo y, con la excepción de breves paréntesis históricos, la forma de acumulación -en esencia- sigue siendo la misma: acaparamiento de tierras y bienes naturales, dominación territorial y monocultivo asentado sobre el empleo de fuerza de trabajo indí­gena y/o mestiza de muy bajo costo.»

Factor Méndez Doninelli

(Fragmento editorial revista «Territorios» n° 5. IDEAR-CONGCOOP. Nov. 2010).

El debate sobre el tema agrario y la conflictividad social que genera el modelo agroexportador del paí­s continúa. La tendencia actual de extender los monocultivos como el nuevo modelo extractivista, sigue basado en la explotación de fuerza de trabajo indí­gena y mestiza.

Según expertos y estudiosos del tema, el monocultivo está empobreciendo al campesinado y aumentando el desempleo agrí­cola. Esta tendencia fue analizada el pasado jueves 11 de noviembre de 2010 por un panel de expertos organizado por la Coordinación de ONG y Cooperativas CONGCOOP, con la participación de Iván Angulo, representante del Fondo de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura FAO (por sus siglas en inglés), Telma Cabrera, de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas CNOC y Alberto Alonso-Fradejas, investigador del Instituto de Estudios Agrarios y Rurales IDEAR/CONGCOOP, quienes se refirieron a las implicaciones que tiene la profundización del monocultivo, un modelo primario exportador como opción de desarrollo en el agro guatemalteco y latinoamericano al inicio del siglo XXI.

El señor Angulo, representante de la Fao sostuvo que ese modelo extractivista aplicado en Guatemala es una herencia colonial, que frena el desarrollo del paí­s y por ende afecta el desarrollo social. Recordó que en la región centroamericana, Guatemala es el único paí­s que tiene 40 años de mantener altos í­ndices de desnutrición, atribuidos entre otras causas, al modelo agrario existente en el cual la alta concentración de la tierra en pocas manos, provoca profundas inequidades sociales. Criticó el monocultivo porque tiende a generar mayores problemas, tales como el aumento de plagas, el uso de quí­micos. Se refirió en particular al cultivo de la caña de azúcar, debido a la degradación del suelo que provoca severos daños ecológicos. Reconoció que la producción de biocombustibles es un gran error, porque provoca escasez de alimentos, un peligro latente que amenaza el sistema global alimentario.

«Nos estamos quedando sin agua y sin alimentos» fue la conclusión de la señora Cabrera de la CNOC, quien dijo que el monocultivo es un problema serio, porque hunde en la pobreza y extrema pobreza al campesinado. Afirmó que la extensión del cultivo de caña de azúcar es un ejemplo, pues los terratenientes acaparan las tierras.

Se quejó de la cada vez más escasa posibilidad de arrendar tierras para producir, del desví­o de los caudales de los rí­os para beneficio de las grandes plantaciones y recordó que la extensión del cultivo de palma africana absorbe mucha agua en detrimento de la población. Finalizó reiterando la demanda campesina que exige la aprobación de la Ley de desarrollo rural integral.

En el debate también se habló sobre la reducción de la pobreza y el aumento de fuentes de trabajo en el agro, dos mitos a los que me referiré en la próxima entrega.