La violencia se recrudece en Irak


Dolor. Una mujer llora frente al ataúd donde depositaron el cuerpo de Muwaffaq Nuri Beik.

Cinco civiles murieron hoy en atentados en Irak, donde se hallaron los cuerpos de diez personas asesinadas y el ejército de Estados Unidos anunció la muerte de dos de sus soldados en Bagdad, en nuevos episodios de violencia que desafí­an el plan de seguridad lanzado hace un mes.


Paralelamente, el presidente iraquí­, Jalal Talabani, partió hoy hacia Irak desde Ammán, donde se encontraba hospitalizado desde el 25 de febrero por fatiga y deshidratación.

En Bagdad, donde unos 90 mil soldados y policí­as iraquí­es y estadounidenses se desplegaron bajo el nuevo plan de seguridad lanzado hace un mes, dos civiles perecieron y otros cuatro resultaron heridos en la explosión de un coche bomba en el barrio de Yarmuk (oeste), cerca de un puesto de control del ejército.

En el norte de la capital, un civil murió y dos fueron heridos cuando una bomba estalló en un mercado de Tuz Jormatu.

En Kirkuk, un empresario turco fue abatido durante una tentativa de secuestro, indicó la policí­a de esta ciudad al norte de Bagdad.

En el sur de la capital, un ex miembro del partido Baas, en el poder durante el régimen de Saddam Hussein, perdió la vida en el centro de Amara. Los asesinatos de ex baasistas se han convertido en un fenómeno casi cotidiano en el sur chiita de Irak.

Los cuerpos de ocho personas asesinadas, dos de ellas decapitadas, fueron hallados por la policí­a en Baaquba, a 60 km al norte de Bagdad, donde la violencia confesional es particularmente mortí­fera.

En Diwaniya, al sur de Bagdad, un policí­a secuestrado ayer sobrevivió a sus heridas tras recibir siete balazos, mientras se encontraron los cadáveres de dos de sus colegas.

El ejército de Estados Unidos anunció por su parte la muerte ayer de dos soldados en Bagdad, en la explosión de sendas bombas colocadas al paso de sus patrullas.

Estas muertes elevan a 3.199 el número de soldados estadounidenses fallecidos desde la invasión de Irak en marzo de 2003, según un recuento a partir de cifras del Pentágono.

Más del 35% de estas muertes tuvieron lugar en la provincia de Al Anbar (oeste), bastión de la insurrección sunita, adonde se desplazó ayer el primer ministro chiita, Nuri Al Maliki.

«No habí­a vuelto a Ramadi (capital de la provincia) desde 1976, pero quiero a esta provincia y estoy orgulloso de que forme parte de Irak», declaró a la prensa Maliki.

Un diplomático estadounidense calificó este desplazamiento de «histórico».

El nuevo comandante en jefe de las fuerzas de Estados Unidos en Irak, el general David Petraeus, visitó también Ramadi ayer para entrevistarse con oficiales de su paí­s e iraquí­es que combaten a los militantes de Al Qaida en la región.

«La visita del primer ministro marca el compromiso del gobierno hacia todo lo que pasa en Irak y no sólo en Bagdad. Tiene lugar en un momento en que se ha progresado considerablemente para la reconciliación» nacional, dijo Petraeus.

La situación mejoró en los últimos meses en Ramadi, según Estados Unidos, que aplaude la colaboración de los jefes tribales locales.

Reunidos en el seno del grupo «Despertar de Al Anbar», estos lí­deres han proporcionado miles de reclutas a las fuerzas de la policí­a para luchar contra Al Qaida.

Jefe chií­ta

El jefe radical chiita iraquí­ Moqtada Sadr, que no ha vuelto a aparecer en público desde hace semanas, no se encuentra en Irak y está probablemente en Irán, anunció el miércoles un portavoz del ejército estadounidense.

«Hace 24 horas no estaba en ningún lado en Irak. Todas las indicaciones convergen para decir que sigue estando en Irán», declaró el general William Caldwell en una rueda de prensa.

Los allegados de Moqtada Sadr en su cuartel general de la ciudad santa chiita de Nayaf (160 km al sur de Bagdad) niegan desde hace varias semanas que el jefe radical haya abandonado el paí­s, pero éste no ha sido visto en Irak desde el pasado mes de enero.