A propósito de la propaganda electoral-electorera que ya tapiza, según ellos disimulada, postes, vallas, piedras, árboles y muppies, con imágenes todas desagradables: por feos, por lo que se les sabe, por lo mal que caen y porque al fin de cuentas ya sabemos que todos han sido cortados con la misma tijera, que todos quieren lo mismo, poder y dinero, abusar (más de lo que ya lo han hecho), holgazanear cuatro años, quizá algunos lo han hecho toda su vida y continuar con este proceso de destrucción del país, de la patria, de la vida. Sabiendo esto no sé por qué votamos, aunque yo no sé si lo haré. En fin, les comparto un breve cuento escrito por mí, sobre otra víctima de este proceso de falsedad que enfrenta Guatemala:
cnavasdangel@yahoo.es
Erector alumbrator (publicado en Mis insectos son íngeles, en 2001)
Algo me indica que otra vez van haber elecciones, ya he visto pasar varias veces a esos tipos vestidos de verde (esperanza, ja, ja, ja, es preferible reír que llorar…) y a los que que tienen la mano empuñada (huyyyyyyyy). Qué joder, ya van a empezar con esas cancioncitas chillonas. De nuevo vendrán tirando besos por el aire, dejando atrás las calles llenas de pica pica y basura y, ni qué decir del montón de latas de agua y bolsitas de tortrix.
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Otra vez, empieza la historia que a mí en lo personal me acarrea tantos problemas.
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Siempre tengo que ser yo, la víctima de tanta farsa. Quieren gracias a mí, comprar votos y abusan físicamente de mi ser. Me arañan bruscamente, mientras escalan mi figura sin emociones. Luego me dejan lleno de ese líquido pegajoso y blancuzco, esperando a que la temperatura baje para de nuevo llegar hasta mí y estampar su sonrisa lacónica y estúpida.
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Y así, por días, meses y semanas, vienen unos tras otros y yo sigo aquí fiel a mis raíces, mostrando la cara alegre de este carnaval detrito. Hasta que gracias a la lluvia chingona, se vaya despegando de mí tanta propaganda.