Duelo a distancia


Alternativa. El gobernante de Venezuela, Hugo Chávez, realizó una gira por varios paí­ses de Latinoamérica.

El presidente venezolano, Hugo Chávez, que lidera la nueva izquierda latinoamericana, robó parcialmente la atención del «diablo» George W. Bush con una gira paralela, pero no obtuvo de los paí­ses que visitó una alineación con su antiliberalismo y antiamericanismo.


La gira de Bush por la región empezó el jueves de la semana pasada, cuando un enardecido Chávez ya le pisaba los talones: llegó a Argentina cuando Bush visitaba Brasil y Uruguay, en Bolivia cuando Bush estaba en Colombia, en Nicaragua cuando él llegaba a Guatemala, y por último en Jamaica y Haití­ cuando concluí­a su gira en México.

Chávez acaparó la atención al calificar a Bush de «jefe del imperio» y en otras ocasiones de «cadáver polí­tico» y al exclamar, el viernes en Buenos Aires ante 35 mil personas adheridas a su causa, un resonante «gringo go home».

Más allá de la agresividad de sus discursos, algunos analistas han señalado su carácter «repetitivo» y la prudencia de sus amigos, en particular del mandatario boliviano Evo Morales, que no hizo ninguna declaración en el gran acto «chavista» del domingo, cerca a La Paz.

«Chávez logró llamar la atención sobre su figura pero a la vez se le vio solo en el acto de protesta en Buenos Aires, sin sus pares de Argentina, Bolivia, Ecuador o Nicaragua, donde no fue acompañado por el presidente (argentino) Néstor Kirchner», anotó Elsa Cardozo, profesora de relaciones internacionales en Caracas.

El único mandatario que criticó -abierta pero cortesmente- a Bush fue el nicaragí¼ense Daniel Ortega para quien, la única manera de creer en una nueva diplomacia «tranquila» de Estados Unidos es que «ellos se retiren de Irak y usen el dinero para (…) ayudar a América Latina a desarrollarse».

Al recibir a Chavez sin participar de su acto público, el presidente argentino Kirchner intentó caminar con un pie en cada lado, sin optar por un polo u otro. Pero Argentina corre el riesgo de perder así­ su influencia en la región y en el mundo, opinó el analista polí­tico Rosendo Fraga.

«La visita de Chávez a Argentina para confrontar con Bush dejó a Kirchner más cerca del lí­der venezolano que de los paí­ses más moderados del Mercosur, como Brasil y Uruguay», destacó Fraga.

Además, para Sergio Berebsztein, director de la consultora Poliarquí­a, este paí­s muy agrí­cola «quedó fuera del negocio» del etanol, que ahora ocupa un lugar central en la estrategia energética de Washington para reducir su dependencia del petróleo iraní­ y venezolano. La gira de Bush permitió esbozar una alianza entre Estados Unidos, Brasil, Uruguay y Colombia.

«Hugo Chávez ocupa escena, pero ocupar escena no sé si es el mayor objetivo de un lí­der polí­tico, sino hacer las cosas que son necesarias para un paí­s», criticó también el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso.

Otros expertos han señalado que una mayorí­a de lí­deres de América Latina no quieren tener que elegir entre el ultra liberalismo estadounidense y el neo socialismo bolivariano de Chávez. Estos son los pragmáticos, preocupados por obtener los petrodólares de Venezuela y de firmar acuerdos de integración regional con este paí­s, como el Banco del sur.

«En la región hay opiniones diferentes, pero la mayorí­a de gobiernos tienen posiciones razonablemente equilibradas y mantienen un diálogo con todas las partes, como también es bueno el diálogo entre todos los gobiernos de la región», aseguró Tullo Vigevani, especialista en polí­tica internacional de la Universidad de Sao Paulo.

Por su lado, el presidente Bush se ha mostrado hábil en una gira riesgosa -marcada por importantes manifestaciones en Brasil, Colombia, Guatemala y México – ignorando al presidente venezolano, evitando mencionar incluso su nombre. Muchos analistas latinoamericanos han saludado el renovado interés de Estados Unidos por la región.

Los anuncios de Bush en los cinco paí­ses visitados «pueden resultar tí­midos en cuanto a la dimensión de las iniciativas», pero ellas representan una «señal polí­tica» de un cambio que «puede tener resultados a mediano plazo», estimó Edmundo Gómez Urrutia, ex embajador venezolano por más de 30 años.