Los negociadores de Nagoya esperan lograr un acuerdo sobre la biodiversidad


Las negociaciones para lograr un acuerdo que proteja el ecosistema amenazado del planeta progresaban el jueves en Nagoya, en el centro de Japón, con la esperanza de alejar el espectro de una repetición de Copenhague.


Más de 120 ministros multiplicaban las conversaciones para lograr un compromiso sobre la sensible cuestión del acceso a los recursos genéticos de los paí­ses en desarrollo, con una gran diversidad de especies pero que no se benefician, o poco, de las recaí­das económicas que generan.

«Se desbloquea pero queda muy poco tiempo», declaró el jueves por la tarde a la AFP la secretaria de Estado francesa de Ecologí­a Chantal Jouanno, que mostró su «optimismo» la ví­spera de la última jornada de esta conferencia iniciada el 18 de octubre.

Jouanno anunció más tarde en un discurso antes los representantes presentes que Francia doblará de aquí­ a 2012 la partida destinada a la biodiversidad en el marco de la ayuda pública al desarrollo, para llegar a un total de «más de 200 millones de euros».

A partir de 2014, «los flujos financieros para la biodiversidad se elevarán a 500 millones de euros anuales», añadió.

«Trabajamos duro y somos optimistas con el resultado», afirmó por su parte la ministra brasileña de Medio ambiente, Izbella Teixeira.

«Hay una voluntad por parte de una gran mayorí­a del paí­s de llegar a un protocolo satisfactorio. Nadie desea que estas negociaciones se mantengan durante años», resumí­a Claudio Chiarolla, del Instituto de Desarrollo Sostenible y de Relaciones Internacionales (IDDRI).

El protocolo sobre el Acceso y el reparto de las ventajas (ABS) tiene como objetivo lograr que los beneficios generados por las empresas (farmacias, cosméticas…) de genes provenientes de la «reserva de biodiversidad» de los paí­ses del sur (animales, plantas microorganismos) sean compartidos con estos últimos.

Uno de los puntos de bloqueo gira en torno al campo de aplicación de este protocolo en el tiempo: ¿debe aplicarse a medicinas y productos cosméticos desarrollados después de su firma, desde la entrada en vigor de la Convención sobre la diversidad biológica en 1993, o debe remontarse a mucho antes?

«Los africanos piden un reconocimiento del hecho de que, durante décadas, hubo una utilización de sus recursos genéticos como las plantas con virtudes médicas sin el menor reparto de los beneficios», explica Laurent Somé, de WWF ífrica. «Pero están abiertos a las negociaciones y listos para un compromiso», asegura.

Namibia propuso la creación de un fondo multilateral alimentado por las contribuciones de las empresas en aplicación del protocolo ABS y que permitirí­a llevar a cabo acciones de protección de la naturaleza en los paí­ses más desfavorecidos.

Sobre el punto clave de las negociaciones, la fijación de objetivos mundiales para el horizonte 2020, la cuestión de la extensión de las áreas protegidas (actualmente el 13% de la superficie del planeta y un poco menos del 1% de la de los océanos) sigue siendo objeto de intensas negociaciones.

Sobreexplotación de recursos, polución, modificación de hábitats y cambio climático: la tasa de extinción de las especies animales y vegetales es ahora «hasta 1.000 veces más elevada» que la tasa histórica conocida hasta el dí­a de hoy, según la ONU.

A 24 horas del fin de este encuentro, el espectro de un fracaso seguí­a estando presente en numerosas mentes. Como lo contaba uno de ellos, divertido, los delegados temen que esta COP10 (10ª conferencia de partidos de la Convención sobre la diversidad biológica) no se transforme en «Coptenhaguen», en referencia a la pronunciación inglesa «copten» para COP10 y «Copenhagen», nombre en inglés de la capital danesa.

«Hemos tenido demasiados fracasos y demasiadas desilusiones para resignarnos a que la cumbre genere amargura adicional», lanzó a la tribuna el prí­ncipe Alberto II de Mónaco, uno de los raros jefes de Estado que se desplazó hasta Nagoya.