En su blog del 12 del corriente, Palmieri comenta que cómo es posible que yo que he sido abogado de varias compañías petroleras a las que cobré buenos honorarios ahora me haya vuelto abogado de los ambientalistas que se oponen a la explotación petrolera en el país. Ante esa opinión, me complace informar a Jorge, y al público en general, que cuando asesoré a tales compañías petroleras no existía aún la Ley de íreas Protegidas; que siempre me cuidé bien que dichas compañías cumplieran y cumplían con las pocas disposiciones legales protectoras de ambiente que en su día existían; que en efecto, cobré buenos honorarios a cambio de mis servicios, lo cual es perfectamente legal; que si se toma la molestia de estudiar la citada ley, en la parte que no fue afectada por la ley FONPETROL, que fundamentalmente se hizo para favorecer la prórroga del contrato existente, y por ende, sigue en vigor, encontrará que la misma prohíbe tales operaciones en áreas protegidas pero que, tal como lo ordena la Constitución, las promueve en otras partes del territorio nacional que no sean áreas protegidas y menos aún, en áreas protegidas que son incluso patrimonio de la humanidad por sus especiales características, como se trata en el caso concreto al que se refiere «Coquis Palmis Pitirijas» como le decía Ydígoras, y eso va ya que él usa en su comentario mi apodo de «Chorizo».