Una petición de ayuda iraquí inauguró hoy la conferencia internacional sobre Irak para lograr el fin de la violencia, en la que participan Estados Unidos, Irán y Siria, los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, países vecinos de Irak y potencias regionales.
«Queremos beneficiarnos del apoyo de nuestros vecinos para luchar contra el terrorismo. Se trata de una epidemia internacional, cuyo precio es pagado por el pueblo iraquí y nuestro país, que se encuentra en primera línea», declaró el primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, al inaugurar la cita.
Las palabras de Maliki marcaron el inicio de la conferencia, hacia las 11:30 locales, en la sede del ministerio de Relaciones Exteriores, situado junto a la «zona verde», el sector ultraprotegido de Bagdad.
«Es necesario dar una respuesta internacional a ese desafío e Irak debe librar esa batalla, que implica a todos los Estados de la región, con la ayuda de sus hermanos y vecinos», agregó el primer ministro.
Las delegaciones de 17 países y tres organizaciones internacionales (la ONU, la Liga írabe y la Organización de la Conferencia Islámica) asistieron al acto de apertura, en el que se leyeron algunos versículos del Corán antes de las intervenciones del ministro iraquí de Relaciones Exteriores, Hoshyar Zebari, y de Maliki.
Este último es el organizador de la conferencia, pese a haber estado durante mucho tiempo en contra de una iniciativa semejante.
Sin embargo, unos cuatro años después de la invasión de Irak por una coalición encabezada por Estados Unidos, el gobierno iraquí y las autoridades estadounidenses, pese a los 141 mil efectivos desplegados en el país, no lograron acabar con una violencia que en 2006 provocó más de 34 mil muertos, según cifras de la ONU.
La cita tiene como objetivo encontrar soluciones para la situación de Irak, pero es fundamentalmente una primicia diplomática, ya que reúne en la misma mesa de negociaciones a delegados estadounidenses y de dos de los principales rivales de Washington: Irán y Siria.
Siria es acusada por Estados Unidos de favorecer el paso de insurgentes sunitas a suelo iraquí, mientras que el Irán de los ayatolás chiítas está acusado de suministrar armas, material y apoyo logístico, además de refugio, a las milicias chiitas.
Las relaciones también son tensas con Arabia Saudita –país al que los responsables chiítas iraquíes acusan de financiar los movimientos extremistas sunitas– y con Turquía, que ve con malos ojos la presencia de grupos separatistas kurdos en el norte de Irak.
Además de estos países también participan en la conferencia otros Estados de Oriente Medio como Jordania, Kuwait, Egipto y Bahrein, así como los otros cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU además de Estados Unidos (Rusia, China, Francia y Gran Bretaña).
Se trata de la conferencia internacional más importante celebrada en Bagdad después de la cumbre de la Liga írabe de 1990, que tuvo lugar tres meses antes de que las tropas del ex presidente Saddam Hussein invadieran Kuwait.
Además, la cita de Bagdad es aún más urgente desde el momento en que el conflicto entre chiítas y sunitas actualmente existente en Irak corre el peligro de extenderse a otros países de Oriente Medio, según los analistas.
Los países de la región, en manos de gobiernos sunitas y aliados de Estados Unidos, se preocupan sobre todo por la existencia de estrechos lazos entre el Irán chiíta e Irak, donde los chiítas son mayoría y actualmente están en el poder.
La conferencia internacional de Bagdad debe abrir también el camino a otra reunión, esta última a nivel ministerial, anunciada por Estados Unidos pero no confirmada por las autoridades iraquíes.
Según el Departamento Estado norteamericano, ese segundo encuentro se celebraría, con toda seguridad, «en la primera mitad de abril», en Turquía.
Pide fin de injerencias extranjeras
El primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, pidió hoy el fin de las injerencias extranjeras en su país en la inauguración de la conferencia internacional sobre Irak, en Bagdad.
«Pedimos que los países de la región y de otras partes pongan fin a sus injerencias y sus intentos de influenciar la situación política en Irak apoyando a algunas confesiones, etnias o grupos», solicitó Maliki.
«Hay que parar cualquier forma de ayuda financiera, de incitación religiosa o mediática, de apoyo logístico o suministro de armas y combatientes que sirven para matar a nuestros niños, mujeres, ancianos o para atacar a nuestras mezquitas e iglesias», añadió.
El primer ministro iraquí no citó nombres pero realizó su petición ante los representantes de Siria e Irán, dos países acusados por Estados Unidos de alimentar la insurrección en Irak, dando apoyo a las milicias sunita y chiíta, respectivamente.