Ex diplomáticos denuncian crí­menes de dictadura



Ex diplomáticos extranjeros en Argentina denunciaron los crí­menes que los militares de ese paí­s cometieron cuando ellos ocuparon un puesto en Buenos Aires en los años 70 y 80, al visitar ayer uno de los centros de detención clandestina más célebres de la dictadura.

«Ahora entramos al infierno». Tex Harris, quien parece dudar antes de bajar la escalera que conduce al subsuelo de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en la que antes de «desaparecer» fueron detenidas y torturadas cerca de 5 mil personas. Sólo 200 de ellas sobrevivieron, explica un guí­a a este ex diplomático estadounidense en Buenos Aires entre 1977 y 1979. En esos dos años, Tex Harris no dejó de ayudar a las familias de algunos «desaparecidos», que se estiman en 30 mil, y de denunciar ante su gobierno las atrocidades de los militares argentinos.

«Visitar este lugar es terrible, es un sufrimiento (…), porque vi pasar por mi oficina a cientos y cientos de familiares de desaparecidos», dice el diplomático. «Pero es muy importante que este lugar y los horrores que aquí­ se cometieron sean conocidos por el mundo entero», agregó.

Ciudadano de honor de la ciudad de Buenos Aires, Tex Harris fue durante dos años enemigo de los militares argentinos, al denunciar lo que ocurrí­a en ese entonces ante la subsecretaria de Estado para los Derechos Humanos, Patricia Derian, y el presidente Jimmy Carter.

Otro diplomático, el italiano Enrico Calamai y un magistrado, el francés Louis Joinet, también visitaron la ESMA. Hoy experto de la comisión de derechos humanos de la ONU, Joinet es testigo de la acusación en el proceso abierto contra los jefes militares argentinos tras el retorno a la democracia en 1983.

La estrategia de las dictaduras siempre ha sido «antes que nada la negación, y luego la relativización cuando no se pueden negar» los hechos, explicó. Hoy este «espacio de memoria» que representa la ESMA permite evitar «el olvido, otro elemento de esta estrategia», agregó el magistrado, que fue por mucho tiempo relator de la ONU contra la impunidad.

Treinta años más tarde, tiene lágrimas en los ojos cuando evoca a sus «amigos» que pasaron por la ESMA. «Pero lo que es más aterrorizante es el taller de falsificaciones para crear falsos documentos para niños», asegura. Los militares argentinos arrestaban también a mujeres embarazadas y unas 25 de ellas terminaron en la ESMA. Los recién nacidos pasaban 24 horas con sus madres antes de ser secuestrados y rápidamente entregados a familiares de los militares, explica el guí­a. Las organizaciones de defensa de los derechos humanos estiman en cerca de 400 el número de bebés desaparecidos durante la dictadura.

En el último piso de la ESMA se encuentra el dormitorio de las mujeres embarazadas, al lado de la «capucha», el ático en el que decenas de prisioneros pasaban horas encapuchados, sin poder hablar, con una música ensordecedora y un calor sofocante, según el testimonio de uno de ellos, Ví­ctor Bastera.

5 mil

personas

Fueron detenidas y torturadas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la dictadura militar en Argentina