Bélgica se asoma al abismo


Joelle Milquet (I) y Melchior Wathelet, voceros del Partido Demócrata Cristiano de la parte francófona, ofrecieron una conferencia de prensa previo a las elecciones anticipadas. FOTO LA HORA: AFP JULIEN WARNAND

Bélgica encaraba hoy el temor a celebrar nuevamente comicios anticipados, que serí­an de alto riesgo para el futuro de la unidad del paí­s, tras el enésimo fracaso de las negociaciones entre flamencos y valones francófonos para formar un gobierno.


«Más que nunca, hay un callejón sin salida» advirtió hoy el diario francófono Le Soir, después de que los partidos valones francófonos rechazaran el domingo la última propuesta de compromiso sobre la mesa, formulada por el lí­der de los independentistas flamencos, Bart de Wever.

Las tres formaciones valonas, que negocian desde hace cuatro meses con otros cuatro partidos flamencos la formación de un ejecutivo, tacharon de «parciales» y «rayando con provocación» los planteamientos de De Wever, último encargado por el rey Alberto II de hallar una salida a la crisis polí­tica.

«Se acabó la función», sentenció hoy De Wever, afirmando que está más que «decepcionado» por el rechazo de los valones francófonos a su propuesta, basada en una reforma del Estado belga que prevé una mayor autonomí­a regional, anhelada por Flandes, próspero territorio del norte, frente a la empobrecida Valonia (sur).

Su informe era la «última oportunidad» para alcanzar un compromiso, dijo De Wever, figura clave de las tratativas después de que su partido, el N-VA, obtuviera un triunfo histórico en Flandes en las últimas elecciones anticipadas del 13 de junio.

En Bélgica, cada comunidad vota por su lado los partidos llamados a formar un gobierno nacional. En Valonia, fueron los socialistas francófonos los que se impusieron en la región.

Alberto II recibirá al lí­der independentista al final de la jornada de hoy. La reunión servirá para constatar el fracaso de las tratativas; lo que suceda posteriormente es en estos momentos una incógnita.

Aunque la convocatoria de nuevas elecciones podrí­a imponerse, los belgas dudan de que acudir otra vez a las urnas pueda acercar posiciones entre las dos comunidades.

Para el diario flamenco De Standaard, es «prácticamente inevitable» celebrar comicios legislativos, que serí­an los terceros desde 2007, pero estos «sólo oscurecerán más la salida» a la crisis.

«No creo que unos nuevos comicios vayan a resolver el problema puesto que, según los sondeos, confirmarán a los vencedores del escrutinio anterior», estimó el politólogo francófono Jean Benoit Pilet.

De Wever proponí­a en su informe que en el futuro las regiones concentraran mayores poderes y pudiesen recaudar hasta 45% de los impuestos sobre las personas fí­sicas, abriendo la ví­a a una competencia entre Flandes y Valonia de la que la segunda temí­a salir perdiendo.

Igualmente, preveí­a la escisión de la última demarcación bilingí¼e de Bélgica, situada en los alrededores de Bruselas, suprimiendo los derechos lingí¼í­sticos de decenas de miles de francófonos en la mayorí­a de comunas.

Bélgica, un joven paí­s fundado en 1830, se halla sumido desde mediados de 2007 en una crisis institucional que se ha ido deteriorando debido a las divergencias cada vez más irreconciliables entre las dos mayores comunidades.

En estos momentos, el reino está gobernado por un ejecutivo en funciones, que dimitió en bloque el pasado abril. Su primer ministro, el democristiano flamenco, Yves Leterme, ha debido presentar su renuncia tres veces desde 2007.

Encargado de los asuntos corrientes del reino, el gabinete dimisionario ocupa además durante el segundo semestre del año la presidencia rotativa de la Unión Europea.

En Bélgica, cada comunidad vota por su lado los partidos llamados a formar un gobierno nacional. En Valonia, fueron los socialistas francófonos los que se impusieron en la región.