Comienza cita sobre biodiversidad para salvar especies


Una conferencia de Naciones Unidas sobre la diversidad biológica inició sus trabajos hoy en Nagoya (centro de Japón) para buscar soluciones destinadas a prevenir la pérdida de especies animales y vegetales.


La X Conferencia de la Convención sobre la diversidad biológicas reúne durante 12 dí­as el conjunto de los paí­ses que firmaron este tratado adoptado en la Cumbre de la Tierra de Rí­o de 1992.

«Vamos a discutir sinceramente sobre el futuro de la Tierra para encontrar una solución», declaró el lunes el ministro japonés de Medioambiente, Ryu Matsumoto, al pronunciar del discurso de apertura.

«Transmitir una Tierra bella, con una rica biodiversidad, a las próximas generaciones, es el deseo compartido por todos en todo el mundo», agregó.

Los delegados tendrán que reconocer que, hasta el momento, han fracasado en concretar los objetivos fijados en la primera conferencia celebrada en 1992.

El ritmo de extinción de las especies es ahora mucho más elevada que en el pasado, recordó la ONU, que atribuye ese fenómeno a la sobreexplotación de los recursos, la contaminación, la modificación de los hábitats y el cambio climático.

Una especie anfibia de cada tres, más de un pájaro de cada ocho, más de un mamí­fero de cada cinco y más de una especie coní­fera de cada cuatro están amenazadas de extinción.

El empobrecimiento afecta también a los genes y a los ecosistemas, una verdadera amenaza para muchos sectores, en primer lugar el de la alimentación.

«Llegó la hora de pasar a la acción y hay que hacerlo aquí­», dijo Ahmed Djoghlaf, secretario ejecutivo de la Convención.

«Proteger los bosques protege a las especies pero también ayuda a absorber las emisiones de dióxido de carbono que provocan un cambio climático», agregó Djoghlaf.

«Nuestra prosperidad y nuestra sobrevivencia dependen de ecosistemas sanos», declaró por su lado Jim Leape, jefe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

«Los bosques, los océanos y los rí­os son el fundamento de nuestra sociedad y de nuestra economí­a», agregó Leape.

Los delegados van a estudiar tres asuntos clave: fijar nuevos objetivos para frenar la pérdida de especies antes de 2020, encontrar un acuerdo internacional sobre la condiciones de acceso de las industrias del Norte a los recursos genéticos de los paí­ses del Sur, esbozar la evolución de la ayuda a los paí­ses más pobres para proteger los recursos naturales.

La búsqueda de un marco jurí­dico para repartir equitativamente los beneficios logrados por la explotación de los recursos genéticos -esencialmente plantas, con aplicaciones farmacéuticas, la quí­mica y la cosmética- estará en el centro de los debates.

La firma de un «protocolo ABS», siglas en inglés de Access and Benefits Sharing (acceso y reparto de ventajas), cuya negociación comenzó en 2002, dará la pauta del fracaso o éxito de la cita de Nagoya.

«Para nosotros no es aceptable ir a Nagoya y no lograr un protocolo ABS», advirtió a comienzos de octubre la ministra brasileño de Medioambiente, Izabella Teixeira.

De forma más o menos explí­cita, varios paí­ses del Sur han vinculado esta negociación a la de la creación de un «GIEC de la biodiversidad», que permitirí­a, tal como ocurre en la lucha contra el cambio climático, disponer de un instrumento de medida confiable para guiar a los polí­ticos que toman las decisiones.

Bautizado IPBES, este organismo podrí­a ser aprobado por la asamblea general de Naciones Unidas -en las semanas que seguirán a Nagoya- antes del final de su 65ª sesión en diciembre.