Calurosa recepción a primeros mineros que llegaron a casa


Carlos Mamani Soliz, el minero boliviano que habí­a quedado atrapado, regresó a su casa en Copiapó, Atacama. í‰l forma parte de los primeros tres que han sido dados de alta hoy y esperan que hoy por la noche sigan saliendo más. FOTO LA HORA: AFP Claudio SANTANA

Al menos 10 mineros más serán dados de alta hoy del hospital de Copiapó y seguirán a otros tres que el jueves tuvieron una calurosa recepción de parte de familiares, en barrios pobres de esta ciudad de 150.000 habitantes al norte de Santiago.


Familiares y amigos del minero Jhonny Barrios esperan con una fiesta la llegada de éste, tras dos meses de estar atrapado. FOTO LA HORA: AFP RODRIGO ARANGUA

«Estimamos que el número de altas no serí­a menor a 10 mineros», señaló este viernes Jorge Montes, subdirector médico del hospital, hasta donde los 33 mineros fueron trasladados tras ser rescatados el miércoles de la mina San José, donde estuvieron atrapados por 69 dí­as.

El médico no entregó ni nombres ni horas de salida de los mineros, tal como fue el jueves con el alta de los tres primeros trabajadores.

«La situación hoy dí­a es bastante satisfactoria», afirmó de su lado el ministro de salud, Jaime Mañalich.

Juan Illanes, Carlos Mamani y Edison Peña fueron los tres primeros del grupo de 33 mineros en egresar del hospital de Copiapó, el jueves, y al llegar a sus viviendas eran esperados por sus familias emocionadas, rodeadas de sus vecinos entusiasmados por la fama mundial de que actualmente gozan tras su mediatizado rescate, así­ como por un tropel de periodistas.

Un automóvil de la Asociación Chilena de Seguridad, llevó a Illanes, de 52 años, y al boliviano Mamani, de 23 años, a sus hogares en la barriada Juan Pablo II, en la parte alta de la ciudad, uno de los sectores más precarios de Copiapó.

En el trayecto a su casa, Illanes compartió su sueño para el futuro con la AFP: «La verdad que me quiero ir a Miami», dijo.

Impresionado por el recibimiento agregó que todo lo ocurrido «nunca lo dimensioné».

«El encierro fue terrible, lo peor fue estar abajo. Dos meses encerrado», relató. «Los primeros 17 dí­as fueron una pesadilla. Luego todo cambió».

«Poco a poco nos fuimos organizando, y sentí­amos el apoyo de afuera. Ya cerca del final, lo único que querí­amos era salir», cuenta a la AFP poco antes de llegar a su vivienda.

Illanes, casado y con un hijo, emergió de la mina poco después las dos de la mañana del miércoles después de sus compañeros Florencio ívalos y Mario Sepúlveda.

Ya en tono de reflexión afirmó: «Tení­amos que pasar algo así­ para mostrar cómo trabajan los mineros».

Al llegar al hogar del boliviano Mamani, un puñado de familiares, compatriotas bolivianos y vecinos se encontraban ante su vivienda de barro y adobe, donde habí­an colocado un cartel que rezaba: «Bienvenido a nuestro humilde hogar», en un barrio donde hasta los niños aconsejan no acercarse por la noche por temor a las violaciones.

Allí­ lo esperaban su hijita de un año y su esposa, que habí­a preparado una cena tí­pica de su paí­s para una treintena de invitados, en su mayorí­a bolivianos.

Al llegar al frente a su hogar, Mamani permaneció paralizado ante la emoción y el caluroso recibimiento de su familia y vecinos.

«Estoy bien, estoy bien», repitió. Los periodistas y las cámaras lo acosaban pero el minero boliviano no contestó y se abrió paso hacia su vivienda.

Mamani habí­a ingresado a trabajar tan sólo cinco dí­as antes del accidente a la mina, donde permaneció bajo tierra durante más de dos meses.

Rodeados de flashes y periodistas a la entrada de su casa, una de su vecinas, Viviana Piña, destacó que los Mamani «son gente humilde, tranquila. No tenemos nada que decir de ellos». Otra vecina apuntó: «Son muy diferentes en su forma de ser, callados, más para adentro».

El tercero en salir fue Edison Peña, quien también fue recibido por un mar de gente y un enjambre de periodistas en su casa. Cuando logró llegar a la puerta de su hogar dijo: «Estoy super sano, por eso soy uno de los tres primeros en salir».

«La pasamos bien mal, yo creí­a que no iba a volver», dijo. «Gracias por creer que estábamos vivos».

Otros mineros han ido contando por fragmentos la experiencia que vivieron.

«La comida se fue dando por porciones cortas, cosa que nos durara. El agua igual», dijo Richard Villarroel a medios locales.

Además del hambre, los angustiaba la falta de aire al interior del yacimiento.

«Estaban desesperados, porque les faltaba el aire», relató Alberto Segovia, el padre de Darí­o, otro de los mineros sepultados.

«Cuando sólo tení­an 10 litros de agua mineral, para racionalizarla entre todos, comenzaron a beber agua contaminada que estaba en tambores y muchos comenzaron a tener de dolor de estómago», agregó, tras hablar con su hijo.

Tras el apoteósico e impecable rescate de casi 22 horas que fue transmitido en vivo al mundo entero por varias cadenas de televisión, los 33 mineros convertidos en héroes nacionales intentan de a poco retomar su vida normal.

Mientras tanto el presidente chileno, Sebastián Piñera, quien estuvo presente en esta saga de principio a fin, iniciará la noche de este viernes una gira que lo llevará a Gran Bretaña, Alemania y Francia.

CíPSULA Gira y museo


La cápsula Fénix 2, que sirvió para el rescate de los 33 mineros desde la mina San José, y los objetos que éstos utilizaron durante sus 69 dí­as bajo tierra serán exhibidos en el extranjero y luego volverán a Chile, donde varios museos se los disputan.

«Hay muchos paí­ses en el mundo que nos han dicho «armen una exposición con lo que hicieron y háganla transitar por el mundo y es una gran imagen para el paí­s»», dijo este viernes el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter.

Dijo que «después de esa gira» los objetos deben regresar para ser exhibidos en un museo.

«Ya definiremos donde se establece ese museo», dijo el ministro a la televisora TVN.

Entre los artefactos que podrí­an contener ese museo están «en principio la cápsula y todas las otras cosas, la ropa que usaron, los platos, las cartas. Podemos, naturalmente con el permiso de los mineros, crear un museo muy atractivo», dijo Hinzpeter.

Ya la ví­spera el ministro de la Minerí­a, Laurence Golborne, habí­a señalado sobre los objetos usados por los mineros bajo tierra y los usados en su rescate que «queremos guardar estos elementos para que el paí­s y el mundo puedan de alguna manera preservarlos en la memoria».

Golborne mencionó entre los objetos más apetecidos la cápsula Fénix 2 pero también los martillos con los que se perforó el ducto de 622 metros que llegó hasta los mineros y las palomas (tubo plástico) a través de las cuales los mineros fueron alimentados durante 51 dí­as.

El destino definitivo de los objetos genera sin embargo desde ya una puja entre varias instituciones.

Codelco, la estatal del cobre que lideró las labores de rescate y la Marina chilena, que contruyó la cápsula Fénix en sus astilleros de la sureña localidad de Talcahuano, expresó dí­as pasados su deseo de incorporar estos elementos a sus museos.

El alcalde de Talcahuano, Gastón Saavedra, dijo también a medios locales que la Fénix 2 deberí­a quedarse en su ciudad porque «fue fabricada en Asmar (taller de la Armada) y se utilizó expertos de la Armada para el rescate».

Según Saavedra la Fénix 2 deberí­a ser exhibida en la Base Naval, que está en proceso de reconstrucción tras el terremoto de febrero pasado y que afectó gravemente esa zona.

Pero Maglio Cicardini, alcalde de Copiapó, la ciudad más cercana a la mina San José, donde quedaron atrapados los mineros, cree que su ciudad deberí­a tener un museo especial para los mineros.

«No me lo imagino en otro punto que no sea Copiapó, donde se sufrió, lloró y disfrutó finalmente» con la historia de los mineros, dijo Cicardini.

Los 33 mineros vivieron una extraordinaria saga: atrapados el 5 de agosto por un derrumbe en la mina San José (800 km al norte de Santiago), fueron hallados con vida 17 dí­as después y rescatados el pasado miércoles en un operativo que fue seguido con viva emoción en todo el mundo.

Otro objeto en discordia es el famoso papel que emergió del fondo de la mina el 22 de agosto, 17 dí­as después de quedar encerrados, en el que los mineros señalaban en lápiz rojo que «Estamos bien en el refugio los 33», frase convertida en sí­mbolo de esta historia.

Ese documento lo tiene el presidente Sebastián Piñera, quien ha expresado que quiere convertirlo en patrimonio de la Nación, aunque la familia del minero José Ojeda -quien escribió el mensaje- ha señalado que quiere recuperar el papelito.