No es que no sea espantoso el experimento gringo de los años cuarenta del que todos siguen, siguen y siguen hablando; y, sin embargo, se me sigue antojando desmedida la sorpresa e indignación de todo el mundo, sobre todo de la derecha y extrema derecha, al menos en relación con otros eventos recientes. Me explico: ¿acaso no hay grabaciones de Erwin Sperisen, en su función de director de la policía, hablando de las prostitutas como una lacra social? ¿acaso no el asesinato de reos por parte del Estado es defendido no sólo por Giammattei, Sperisen y Vielmann, sino por casi toda la clase media y alta que considera que eso fue un favor al pueblo? ¿acaso no se sigue divulgando y afianzando la idea de que los derechos humanos sólo sirven para defender a los delincuentes y de todas formas siguen vulnerados los derechos humanos fundamentales de la gran mayoría de guatemaltecos? ¿acaso los enfermos en Guatemala no siguen siendo tratados como basura por el propio sistema de salud, no digamos los enfermos mentales? ¿qué podemos esperar entonces del concepto que el propio Estado tuviera de los enfermos mentales, reos y prostitutas en 1946? Me parece que si vamos a autoflagelarnos colectivamente por el horror de los eventos y a tratar de buscar culpables, pues más vale hacerlo por hechos recientes y actuales que quizá todavía puedan resolverse y enderezarse…