Treinta y tres globos sobrevolaron la mina San José


Treinta y tres globos con la bandera chilena sobrevolaron la mina San José, en el desierto de Atacama, en el momento en que el último de los 33 mineros que pasaron más de dos meses atrapados fue rescatado.


Los globos simbolizaban la liberación de los hombres y el orgullo de los chilenos en un momento compartido de alegrí­a y emoción.

Los ojos de los familiares de los mineros, reunidos en el Campamento Esperanza, su base a la entrada de la mina, se cubrieron de lágrimas viendo alzarse los globos.

«Le sirvo el turno como habí­amos acordado el dí­a en que tuvimos la primera conversación. Espero que esto nunca más vuelva a ocurrir. Gracias a todos», le dijo el último minero, Luis Urzúa, al presidente Sebastián Piñera.

«Recibo su turno y lo felicito porque cumplió con su deber, saliendo el último como un capitán, nos sentimos orgullosos de todos y cada uno de los mineros», le respondió el mandatario.

Luego, Piñera animó a cantar el himno nacional y los cientos y cientos de periodistas reunidos en la mina observaron respetuosamente la escena y la compartieron con las familias, en otro momento raro de comunión.

Las familias echaron a andar hasta la colina que preside la mina, donde se instalaron 33 banderas cuando empezó su larga espera tras el accidente del 5 de agosto.

Ahí­ rindieron homenaje a los socorristas por haber sacado a sus seres queridos del fondo de la Tierra.

De este modo culminaba una operación de rescate que llevó dos meses planear y que brindó innumerables momentos emotivos, casi uno por cada reencuentro entre los mineros y sus familias, una operación que fue seguida con admiración en todo el mundo gracias a una cobertura televisiva sin precedentes.

Desde la salida de Florencio ívalos, el primero en emerger, hasta la de Urzúa, el dí­a estuvo marcado con la llegada de un minero a la superficie cada media hora.

A medida que salí­an de la cápsula Fénix 2, con sus gafas de sol y un aspecto pulcro y mucho mejor de lo esperado, los mineros se parecí­an más a estrellas del rock saliendo a escena que personas que habí­an pasado dos meses esquivando a la muerte.

Dado el carácter divino que los mineros asignaban al rescate, no son de extrañar la multiplicación de agradecimientos a Dios y las genuflexiones a la salida de la mina.

Pero también se acordaron de los arquitectos humanos de su rescate, los lí­deres polí­ticos y los ingenieros que abrieron el túnel hasta ellos y que diseñaron la cápsula que los sacó de las tinieblas.