Después de 69 días atrapados en una mina, en el lugar llamado La Esperanza, en Chile, finalmente los 33 mineros están libres. Gracias a DIOS fueron las primeras palabras del primer hombre en ser sacado de la mina.
Durante el tiempo que estuvieron bajo tierra, a 697 metros, dentro de la mina, siempre mantuvieron el optimismo, la alegría, la certeza y la esperanza de que algún día saldrían de donde se encontraban. Vivieron momentos difíciles, pues no es nada agradable estar tantos días encerrados en un lugar como ese.
Las dificultades que pasaron para poder sobrevivir, la comida, el agua, medicinas que no tenían hasta que se les pudo pasar por medio de un túnel hecho especialmente para eso.
Ahora les toca empezar nuevamente su rutina, luego de un merecido descanso el cual imagino tienen derecho, no sólo por que se lo merecen sino por haber pasado tanto tiempo sin ver a su familia, tal es el caso del padre de Esperancita, la niña que nació en tanto su padre no estaba en casa.
Con este suceso, que a DIOS gracias no pasó a más, es tiempo que las autoridades de los países pobres como el nuestro se den cuenta del riesgo que muchos connacionales llevan al abandonar sus hogares y sus familias por hacer algo mejor por ellos.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, ha ofrecido al trabajador de su país que se encontraba en la mina, casa y trabajo; ojalá que se le diera también trabajo a muchos otros que como él han buscado la forma de hacer algo fuera de su patria.
Quisiera también pedirle al Presidente de Guatemala que con lo sucedido en Chile vea hacia sus adentros y piense un poco si realmente ha cumplido con todo lo que prometió en su campaña y así nadie se vería en la necesidad de abandonar a su familia.
Sinceramente me alegro de que por fin pudieran salir de ese encierro todos y cada uno de esos hombres que arriesgan su vida por el bien de los suyos, y también felicitaciones a quienes hicieron lo posible para lograrlo.