Diecisiete de los 33 mineros atrapados en una mina del norte de Chile habían sido rescatados hoy pasado el mediodía, tras más de dos meses sepultados, con un aspecto impecable y protagonizando emotivos reencuentros con sus familias ante la mirada de millones de espectadores en todo el mundo.
Poco después de la medianoche, con apenas unos minutos de retraso sobre lo previsto por las autoridades, aparecía en la superficie Florencio ívalos, de 31 años, izado por un túnel de 622 metros en la cápsula Fénix 2.
Unas catorce horas y media después, surgía Omar Reygadas, un electricista de 56 años, el decimoséptimo en ser izado y el primero de los mineros «fuertes», el tercer grupo según el orden establecido por los socorristas, seleccionados para ser los últimos en salir por su entereza y aguante.
Con el que lo precedió, Daniel Herrera, acabó el rescate que más temores suscitaba entre los médicos, el de los «lábiles», que por problemas de salud o edad avanzada podían sufrir descompensaciones en el ascenso.
Entre tanto, la mina San José vivió escenas emotivas, como el largo abrazo de ívalos a su hijo Byron y la enérgica salida de Mario Sepulveda al grito de «Â¡viva Chile, mierda!
«Estuve con Dios y estuve con el diablo. Me agarré de Dios, tomé la mejor mano. Siempre supe que Dios nos iba a sacar», dijo Sepúlveda, antes de pedir: «no nos traten como artistas ni periodistas; quiero que me traten como minero. Quiero morir amarrado al yugo».
Mario Gómez, de 63 años, el más viejo de los mineros, habló de su transformación en la mina: «muchas veces tiene que pasarle algo a uno para recapacitar y entender que la vida es una sola, y entonces uno piensa que tiene que cambiar».
«Yo cambié, soy un hombre distinto», dijo Gómez al presidente chileno Sebastián Piñera, que presidió todo el operativo de rescate y le visitó en el hospital de campaña instalado en la propia mina San José.
Piñera estaba acompañado del presidente boliviano Evo Morales, que acudió a visitar al único minero no chileno de los 33, el boliviano Carlos Mamani, de 23 años.
Lágrimas, globos, confetis y vuvuzelas saludaron la extracción del primer minero.
«Este es un rescate que no tiene parangón en la historia de la humanidad. Nunca antes se había intentado un rescate así», dijo el presidente Piñera.
La gran afluencia de periodistas -hay unos 2.000- estuvo a punto de acabar mal, cuando cientos de ellos se abalanzaron sobre la familia Avalos en búsqueda de reacciones y la madre del minero llegó a golpear a algunos con una bandera chilena para zafarse.
Las tiendas del campamento Esperanza, donde empezaron a instalarse tras el accidente del 5 de agosto, se mantenían en pie este miércoles, cuando ya casi la mitad de los mineros habían sido rescatados y empezaban a ser traslados al hospital de Copiapo, a 45 kilómetros, donde estarán dos días.
«Me quedo aquí hasta que salga el último», dijo a la AFP Edwin Mitamita, amigo del boliviano Mamani, uno de los primeros mineros en salir.
«Es posible que nos quedemos aquí del primero al último» minero rescatado, dijo Javier Galleguillos, hermano de Jorge, otros de los que había salido.
El aspecto de los mineros rescatados era pulcro y aparentemente saludable. «La situación de salud de ellos es bastante buena», señaló el ministro de Salud, Jaime Mañalich.
«Las cosas van extraordinariamente hasta aquí (…) incluso mejor de lo presupuestado», agregó.
El rescate fue seguido en directo por millones de personas a través de CNN International, la británica Sky News, las francesas iTele, BFM, la europea Euronews, la brasileña Tv Globo o Televisión Española, entre muchas.
Mientras las cámaras filmaban el exterior de la mina, los espectadores también podían observar difusas imágenes de los mineros aguardando su rescate en la profundidad.
El buen rumbo de la operación fue saludado por el Papa, el Departamento de Estado estadounidense, el Congreso español y la Unión Europea.
«Continúo con esperanza a encomendar a la bondad divina a los mineros de la región de Atacama», dijo Benedicto XVI al saludar en español a los peregrinos que asistían a la audiencia en la plaza San Pedro.
Algunos mineros, uno que se descubrió una vocación de presentador, otro que representó la figura paterna, un ex futbolista y el líder del grupo, fueron los personajes emblemáticos de los 33 durante los más de dos meses que estuvieron soterrados en una mina del norte de Chile, de donde comenzaron a ser rescatados hoy.
– El PRESENTADOR: Mario Sepúlveda, 40 años, casado. Ocupación: electricista.
Segundo rescatado en la madrugada del miércoles, Sepúlveda llegó gritando con su potente voz «Â¡Viva Chile, mierda!» a través del ducto por donde subía, y apenas salió de la cápsula, abrazó a su esposa Elvira Valdivia.
Dando muestras de un gran vigor y una salud a prueba de balas, Sepúlveda se agachó luego y desde un bolso sacó trozos de roca con vetas de oro que regaló al presidente Sebastián Piñera, a quien le dio repetidos abrazos y fuertes palmoteadas en la espalda.
Asimismo, obsequió pepitas al ministro de Minería, Laurence Golborne, a quien llamó «jefazo» y abrazó fuertemente, así como al jefe de las operaciones de rescate, André Sougarret, a quien le pidió el casco como regalo para su hijo.
Tras entregar sus presentes Mario se acercó hasta donde estaban los socorristas y, como si se tratara de una estrella de cine, les tocó las manos saludándolos, y luego les hizo corear el tradicional «Chi-Chi-Chi, le-le-le, viva Chile».
Presentador de la mayoría de los videos que se conocieron de los 33 mineros, en la primera de esas grabaciones desde el fondo de la mina, hizo una sentida reivindicación de los trabajadores mineros:
«Este es un mensaje para el pueblo entero: la familia minera, amigos míos, no es aquella familia que conocieron hace 100 ó 150 años atrás. Hoy día, el minero es educado, es un minero con el que se puede hablar, es un minero que puede sacar pecho, compadre, y se puede sentar en cualquier mesa de Chile», señaló.
Zamora aseguró que seguirá «atado al yugo», es decir que seguirá trabajando como minero.
– LA FIGURA PATERNA: Mario Gómez, 63 años, casado. Ocupación: conductor.
El mayor y el más experimentado del grupo, Gómez fue el noveno minero rescatado en la mañana del miércoles. Hijo de minero, se dedica a esta labor desde los 12 años.
Padre de cuatro hijas, Gómez, que sufre silicosis, una enfermedad de pulmón, salió de la cápsula con una bandera chilena y fue recibido por su esposa Liliana Ramírez, quien lloró al verlo. Tras abrazarla, se arrodilló para rezar.
Desde las profundidades, Gómez le declaró su amor a su esposa, con quien lleva 31 años de casado. Ese gesto fue valorado por Liliana, quien dijo a la AFP que «él es callado y no es de expresar sus sentimientos. Su carta me extrañó; me dice que me ama. Nunca recibí una carta así de él, ni cuando éramos novios había sido tan romántico».
A Gómez lo apodan «El navegao», porque tuvo un paso como marino mercante. En la mina San José trabajaba desde hacía nueve meses trasladando el mineral desde el yacimiento al exterior.
«Es como un padre que cuida a sus hijos», señaló Gino Erazo, compañero de trabajo de Gómez.
Durante todo el tiempo que se extendió su rescate, su nieta Marión esperó por él en las afueras del yacimiento, dejando de asistir a clases.
«Yo llegué el día después del accidente y desde entonces estoy aquí», contó orgullosa Marion, a la AFP. La niña celebró en el campamento su cumpleaños número 9.
– EL EX FUTBOLISTA: Franklin Lobos, soltero, 53 años. Ocupación: conductor. Será uno de los últimos en salir de la mina con el puesto 27.
Ex futbolista con un paso fugaz por el seleccionado chileno y que tuvo como compañero de equipo a Iván Zamorano en la liga local, cambió las canchas por las minas, como muchos de sus colegas.
Hacía sólo tres meses que Lobos, de 55 años, trabajaba para la minera San Josí§e y cuando ocurrió el accidente cumplía con su trabajo de ir en un transporte hasta el fondo del yacimiento para llevar a los operarios hasta la superficie para el almuerzo.
Según sus familiares, Lobos no tenía miedo de trabajar en el yacimiento porque su tarea se centraba en el transporte de los mineros y por tanto no pasaba tantas horas en la oscuridad de los túneles.
«Hay muchos (ex) futbolistas profesionales en la mina. Pasa en todo el norte (de Chile). Como su vida laboral es sólo hasta los 36 años, las compañías mineras, que son dueñas de los equipos, les ofrecen trabajo en la mina», explicó a la AFP William Lobos, su sobrino.
Y es que en los 80 y los 90, la época de futbolista profesional de Lobos, coincidió con el auge de los equipos mineros -el Cobreloa de Calama y el Cobresal de San Salvador- ambos aguerridos y difíciles de batir en sus estadios.
Fue en el Cobresal que Lobos, ya de salida, jugó con Iván Zamorano, quien años más tarde sería goleador estrella del Real Madrid.
«Tiene dos hijas y las dos estudian, así que decidió combinar los dos trabajos por necesidad, para ganar más», agregó William, quien también es minero.
– EL LIDER: Luis Urzúa, 54 años, casado. Ocupación: Topógrafo. Fue el jefe del grupo durante los más de dos meses de entierro. Será el último en ser rescatado.
Urzúa era el jefe de turno del grupo cuando ocurrió el derrumbe y se transformó en líder aunque llevaba sólo dos meses trabajando en la mina San José.
Fue el primero que habló con las autoridades. «Estamos bien y esperando que usted nos rescate», le dijo Urzúa al presidente Sebastián Piñera, en un primer contacto telefónico. Esa vez definió el encierro como un «infierno».
También relató al mandatario lo que ocurrió el 5 de agosto cuando un derrumbe los dejó sepultados.
«Veinte (minutos) para las dos de la tarde se vino el cerro hacia abajo. Nosotros estábamos preocupados por los compañeros que iban saliendo con un camión que iba cargado; después llegó el tierral y como en cuatro o cinco horas que no podíamos ver qué es lo que había, en qué situación estábamos. Luego vimos que estábamos atrapados por una enorme roca en toda la pasada del túnel».
En el hecho más emotivo, Urzúa le preguntó al ministro de Minería, Laurence Golborne, por la suerte que corrieron otros compañeros el día del derrumbe: «Ministro, nosotros teníamos unos compañeros que iban saliendo hacia afuera (el 5 de agosto, día del derrumbe). No sabemos si salieron o no salieron».
El ministro le contestó: «todos salieron bien, no tenemos víctimas que lamentar».