Caí­mos en picada


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Y sin paracaí­das ni remedio. En este proceso electoral los polí­ticos terminaron perdiendo el rumbo, porque los que conducen la nave se olvidaron de llevar bien sus controles, vigilar el buen funcionamiento de sus aparatos y asumir el mando general con toda responsabilidad. Fueron los primeros en dar el mal ejemplo. No de ahora, sino desde que asumieron el poder. De ahí­ que la torre de control fue dejando la nave a la deriva y de donde parte la situación actual: odio por todas partes; guerra partidaria sin cuartel hasta permitir demostrar que la vida no vale nada, que la burla triunfe, así­ como el engaño y la más grande demostración de cinismo. Ha quedado demostrado entonces que el irrespeto a las leyes, la impunidad y la corrupción es lo que hoy impera, aunque nuestro Presidente se ufane de mantener el control. ¿Cuál si nunca lo ha tenido?

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

 


El caos ha llegado a tal nivel, que las campañas negras desaparecieron. Sí­, ahora ¡todo es negro! Desde los improperios que se lanzan los polí­ticos y seguidores de una organización a otra, hasta las respuestas de las autoridades constituidas a los señalamientos que se les hacen. ¿Qué nos pasa?, ¿es que perdimos totalmente el sentido común?, ¿alguien cree que dejando de lado la fe religiosa y los valores y principios vamos a prosperar, para que al final del túnel podamos encontrar la poderosa luz de la esperanza, el progreso y desarrollo?

¡Vaya si no estamos equivocados! ¿Con esos ejemplos pretendemos que los conductores de vehí­culos automotores se detengan ante la luz roja del semáforo; que no estacionen en lugares prohibidos o que paguen puntualmente sus impuestos?, ¿cómo va a ser eso posible cuando vemos que se pisotean impunemente las normas de conducta al mejor sabor y antojo de cada quien? Mucha gente aduce vivir en un paí­s libre y que el estar haciendo cualquier cosa que se les venga en gana es precisamente eso, ejercer su derecho a la libertad. Si bien es cierto que ésta hace posible la inmoralidad, la transgresión moral siempre produce un daño. Además, ser libre no significa estar por encima de la ética o ¿estamos  de acuerdo todos en permitir que libremente se sigan cometiendo asesinatos, mentiras o robos? No, no estoy exagerando ni cosa por el estilo, ¡esa fue la ruta que tomamos! Invariablemente fiscales electorales en el Tribunal Supremo se lanzan improperios como lo más natural del mundo; otros recetan una andanada de tiros a un candidato a alcalde porque no les simpatiza y de vuelta van otros más; los mensajes radiales y televisivos son cada dí­a de peor gusto y engolosinados con el término ahora, sin ningún empacho, cualquiera proclama candidaturas “familiares” para puestos de elección popular en fin, que a los electores, se insulta nuestra inteligencia, porque así­ lo permite el sistema y tantas cosas  más, dando como resultado el desastre total.