Nobel de la Paz a disidente chino preso Liu Xiaobo, pese a furor de Pekí­n


Liu Xiaobo (I) y su esposa Liu Xia, en foto de archivo de octubre de 2002. Xiaobo fue anunciado hoy como el ganador del Premio Nobel de la Paz de este año. FOTO LA HORA: AFP

El disidente chino Liu Xiaobo, que desde diciembre purga 11 años de cárcel por «subversión», fue galardonado hoy con el Premio Nobel de la Paz por su lucha por los derechos humanos, en una decisión que provocó una inmediata reacción de indignación del régimen de Pekí­n.


Fuerzas de seguridad en China intentan contener a los periodistas que buscaban obtener información sobre el disidente chino Liu Xiaobo, en la cárcel donde está resguardado. FOTO LA HORA: AFP GOH CHAI HINEn Hong Kong, muestras de júbilo se realizaron por el anuncio del Nobel. FOTO LA HORA: AFP MIKE CLARKE

Liu, un profesor universitario y periodista, recibió el Premio «por su larga y no violenta lucha por los derechos fundamentales en China», explicó el presidente del Comité Nobel de Noruega, Thorbjoern Jagland.

Liu, de 54 años, casado y sin hijos, habí­a sido detenido por primera vez tras la represión del movimiento estudiantil de la plaza de Tiannamen de Pekí­n en junio de 1989. Pasó un año y medio tras las rejas, sin sentencia.

Fue detenido luego en varias ocasiones, la última de ellas a fines de 2008 por haber impulsado la Carta 08, una petición que abogaba por reformas polí­ticas en el régimen comunista chino.

El juicio se celebró en diciembre de 2009 y el disidente fue condenado a 11 años de cárcel, por tentativa de «subversión del poder del Estado».

El rigor de la sentencia levantó una ola de protestas internacionales.

El viernes, después del anuncio del Nobel, la reacción de China no se hizo esperar.

El portavoz de la cancillerí­a en Pekí­n, Ma Zhaoxu, recalcó en un comunicado que «Liu Xiaobo fue hallado culpable de violar la legislación china» y sostuvo que «al atribuir el galardón a esta persona, el Comité Nobel ha violado y blasfemado ese premio».

La esposa del disidente, Liu Xia, se declaró en cambio «encantada» por la noticia, y agradeció a todos quienes apoyaron a su marido, incluyendo al Dalai Lama, lí­der del budismo tibetano, cuya obtención del Nobel de la Paz en 1989 habí­a provocado igualmente la cólera del gobierno chino.

El Premio Nobel de la Paz se entrega tradicionalmente en Oslo el dí­a 10 de diciembre, y se ignora quién representará a Liu.

China habí­a advertido que, si Liu era galardonado, considerarí­a como un «gesto inamistoso» que el gobierno noruego lo felicitara.

Pero eso no amilanó al primer ministro del paí­s nórdico, Jens Stoltenberg.

«Quiero felicitar a Liu Xiaobo, que obtuvo el Premio Nobel de la Paz por su compromiso con la democracia y los derechos humanos», indicó en un comunicado.

Francia y Alemania pidieron la inmediata liberación del disidente.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, saludó desde Ginebra el «reconocimiento» de un «defensor mayor de los derechos humanos».

El Dalai Lama se sumó a las felicitaciones.

«La recompensa del Premio de la Paz es el reconocimiento de la comunidad internacional de las voces que crecen en el pueblo chino para empujar a China hacia reformas polí­ticas, jurí­dicas y constitucionales», afirmó el dirigente religioso en un comunicado.

Otro premio Nobel, el ex presidente polaco Lech Walesa, declaró que el premio a Liu era «un desafí­o para China», mientras que el ex mandatario checo Vaclav Havel dijo que era un homenaje a un «ciudadano comprometido».

Amnistí­a Internacional llamó por su lado a «reforzar la presión internacional para que Liu y los numerosos presos polí­ticos chinos sean liberados».

En 2009, el Nobel de la Paz fue atribuido al presidente estadounidense Barack Obama, menos de seis meses después de llegar al poder, pese a las dos guerras que libra su paí­s, en Irak y Afganistán.

SEMBLANZA Un intelectual chino


Liu Xiaobo, que hoy fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2010, es un célebre intelectual, veterano de la disidencia china, encarcelado por sus convicciones democráticas.

Este veterano del movimiento democrático de Tiananmen, enemigo declarado del régimen comunista, tiene hoy 54 años.

Su compromiso se ha extendido a lo largo de décadas marcadas por largos periodos de detención. En las fotografí­as tomadas durante episodios de libertad -siempre vigilada- aparece bastante delgado, con gafas de montura metálica, una gran frente y el pelo corto.

En 1989, al regresar de Estados Unidos, donde dio clases en la Universidad Columbia de Nueva York, este profesor de la Universidad Normal de Pekí­n, más bien crí­tico con los valores tradicionales chinos sobre la obediencia al poder, participa en el movimiento democrático de la plaza Tiananmen, desencadenado por los estudiantes.

Frente al endurecimiento del régimen, inicia una huelga de hambre en la célebre explanada de Pekí­n, en compañí­a del cantante Hou Dejian y de otros dos intelectuales, Zhou Duo y Gao Xin.

«Preferimos tener a diez diablos que se controlen mutuamente que a un ángel que dispone del poder absoluto», escriben en una declaración pública, en la que critican también a algunos estudiantes que olvidaron los ideales democráticos en su lucha.

En la noche del 3 al 4 de junio, cuando el ejército en Pekí­n para desalojar la Plaza, tratan una mediación para obtener una evacuación pací­fica.

Detenido después de la sangrienta represión del movimiento, el opositor pasará un año y medio en la cárcel sin jamás haber sido condenado.

Tiene problemas de nuevo con el régimen y es enviado a un campo de «reeducación por el trabajo» entre 1996 y 1999, por haber reclamado una reforma polí­tica y la liberación de personas todaví­a encarceladas por haber participado en el movimiento de junio de 1989.

Excluido de la Universidad, se convierte en uno de los animadores del Centro independiente Pen China, una agrupación de escritores. Guarda un contacto estrecho con el mundo intelectual. Censurado en China, sus libros se publican en Hong Kong.

Con motivo del 60º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, es uno de los autores de la «Carta 2008», un texto en el que llama al respeto de los Derechos Humanos y de la libertad de expresión y pide la convocatoria de elecciones en un «paí­s libre, democrático y constitucional».

Esto le vale ser condenado, el dí­a de Navidad de 2009, a 11 años de cárcel por «subversión del poder del Estado». La sentencia es confirmada por un tribunal de apelación.

En una de sus últimas entrevistas, Liu, casado, sin hijos, aseguró que mantení­a la esperanza. «Se va a avanzar muy lentamente, pero no será fácil contener las demandas de libertad tanto de la gente común como de miembros del Partido (Comunista)», dijo Liu.

Según Liu Xiaobo, que no niega avances en la sociedad china desde 1989, el Partido Comunista se verá obligado a abrirse cada vez más, bajo la presión de la población, cansada de las mentiras oficiales. Siempre se ha negado a escribir con seudónimo.

Más de 120 universitarios, escritores y abogados, mayoritariamente chinos, lanzaron un llamamiento en internet para que el Premio Nobel le fuera entregado.

Pekí­n se declaró oficialmente opuesto a tal recompensa, al afirmar que Liu, casado «violó las leyes chinas».

La petición circuló tras un llamamiento en este sentido contrario del ex presidente checo Vaclav Havel y de otros lí­deres de la «revolución de terciopelo» de 1989.

La «Carta 08» se inspiraba de la «Carta 77», manifiesto firmado en 1977 por unos 240 intelectuales, incluido Havel, por la democratización de la Checoslovaquia comunista.

Estos últimos años, Estados Unidos y la Unión Europea no cesaron de reclamar la liberación de Liu.