Pelando a la gente


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Las barberí­as son para los hombres exactamente lo mismo que los salones de belleza para las mujeres, son un espacio donde por lo general hablamos de negocios, polí­tica, deportes o carros, esos temas que nos apasionan con la misma fuerza que a las mujeres la ropa, los zapatos y algún buen chambre de vecina.

John Carroll

 


Desde que tengo memoria mi papá me llevaba  a cortarme el pelo a Papillón en la Plaza del Sol de la 12 calle zona 9, nunca olvidaré lo importante y grande que me sentí­a entre el humo de los cigarrillos y la sola tentación de las revistas para adultos que la barberí­a de Héctor ofrecí­a.  Tení­a su gracia porque uno escuchaba palabrotas sin el más mí­nimo recato y supervisión femenina.  Pues bien, en aquella barberí­a conocí­ a  don Tono, hombre amable y trabajador, por de más interesante y como casi todos los peluqueros que conozco con maestrí­a en todas las ciencias del quehacer  varonil. Supongo que su escuela fueron  las interminables jornadas tratando cabelleras de interlocutores interesantes, polí­ticos, empresarios, artistas y vividores.

 No recuerdo la fecha pero calculo que cuando yo tení­a unos 15 años don Tono decidió independizarse y mi padre y yo decidimos seguirle sobre todo porque su nuevo local nos quedaba a paso de perico.  Con los años, y unos cuantos dolores de cabeza, su hijo Tonito aprendió el noble oficio de la peluquerí­a y don Tono lo incorporó al negocio.  ¿Cómo ha estado don Tono? Aquí­ pelando a la gente Johnny, ¿y tú, que tal?… No recuerdo ni tan siquiera una vez que mi saludo con don Tono haya sido diferente, por eso y por la estima que les tengo es que después de muchí­simos años sigo asistiendo a donde don Tono y Tonito a cortarme el pelo y a hacerme la barba de vez en cuando.  El dí­a a dí­a de trabajo de estos ejemplares miembros de la sociedad se vio interrumpido abruptamente el pasado jueves 16 por la tarde cuando antisociales sin escrúpulos irrumpieron en el local para asesinar a Carlos Enrique Dardón, candidato a la alcaldí­a de San José Pinula quien,  según notas de prensa, se encontraba como cliente en la peluquerí­a.  De buenas y diversas referencias he recibido muchos comentarios positivos del señor Dardón, joven empresario, apolí­tico hasta entonces y un hombre de familia.

 Lastimosamente nuestro sistema legal esta tan podrido y débil que cuando buenos elementos de la sociedad entran a competir,  sobre todo con el afán de colaborar para derrocar el imperio de la impunidad, se convierten en  objetivos directos de las fuerzas del mal.  Lo que estamos viviendo es la consecuencia de un cí­rculo vicioso que no se ve por donde pueda romperse.  Todo mundo dice:  “si te metes en polí­tica salí­s shuco o muerto”  ¿Qué candidatos tendremos después de este tipo de acontecimientos? ¿Cuánta gente bien intencionada habrá participando?  Y de ellos ¿Cuántos saldrán vivos para contarlo?
Lamentablemente lo que sucedió ese dí­a es un ejemplo de lo que sufrimos todos los guatemaltecos, todo y nada tienen que ver don Tono y Tonito con la noble decisión del buen Carlos Enrique.  Nada porque seguramente no tení­an ni idea de los tanes polí­ticos del señor Dardón. Todo porque son personas trabajadoras que solo quieren vivir la vida y poder disfrutar del fruto de su trabajo, pero no lo podrán hacer mientras no existan personas como Carlos Enrique que traten de cambiar las cosas en ese sentido.

Exhorto a todos los clientes de don Tono a que le apoyemos como lo hemos hecho durante todos estos años, no nos dejemos amedrentar y acudamos a recibir los buenos servicios de don Tono y Tonito para que  el negocio que con muchos años de esfuerzo han construido no se derrumbe.  Espero visitar en los próximos dí­as a don Tono para expresarle mi solidaridad, cortarme el pelo, hacerme la barba y escucharlo responder a mi saludo “Aquí­ pelando a la gente”