La mujer italiana: «La mitad de nada»


Disculpas. La esposa del magnate italiano Silvio Berlusconi, Verónica Lario, le exigió una disculpa pública por lanzar piropos a otra mujer en un programa de televisión.

La mujer en Italia, o «La mitad de nada», como se definió recientemente la esposa del magnate italiano Silvio Berlusconi, convirtiéndose en su emblema, ocupa un espacio reducido a nivel polí­tico, económico y cultural a pesar de las promesas de los gobernantes en las últimas décadas.


El arrebato de Verónica Lario, esposa del ex jefe de gobierno italiano Berlusconi, a quien le exigió disculpas públicas en febrero pasado por flirtear con otra mujer en televisión, suscitó solidaridad entre buena parte de los italianos y en particular de las feministas al lograr rebelarse contra el machismo imperante.

Las desavenencias conyugales de la célebre pareja destaparon una cruda realidad: la grave situación de la mujer italiana, paí­s considerado «completamente cerrado al talento femenino», como lo definió la ministra para la Igualdad de Oportunidades, Barbara Pollastrini.

«La presencia de mujeres en el sector económico es poco satisfactorio en Italia», reconoció el pasado 5 de marzo el jefe de gobierno italiano, Romano Prodi, quien se refirió a dos Italias, con desigualdades «intolerables» entre hombres y mujeres.

El programa del gobierno de centro izquierdo aspiraba a dar un puesto de cada tres a la mujer, lo que al parecer no se ha logrado en nueve meses al poder.

Para comenzar, sólo seis ministras de un total de 25 fueron designadas por Prodi, que les adjudicó una sola cartera de peso, la de la Salud.

La presencia de las ministras Livia Turco, Linda Lanzillotta, Emma Bonino, Barbara Pollastrini, Rosy Bindi, Giovanna Melandri tiñó de rosado el ejecutivo, subiendo el promedio con respecto al gobierno de Berlusconi, que contaba con dos mujeres.

Un paso positivo, pero insuficiente según las cifras oficiales: el porcentaje de empleo femenino en Italia es del 45% frente al 70% masculino. Se trata de uno de los más bajos de Europa con diez puntos de diferencia con respecto al promedio continental.

Si bien la población está compuesta por un 54% por mujeres, con más de 30 millones contra el 28,3 de hombres, las mujeres ocupan puestos marginales y en muchos sectores de la sociedad sobreviven comportamientos patriarcales, sobre todo en el sur de la pení­nsula, la región menos desarrollada.

La ONU, en un informe presentado en el 2005, manifestó su preocupación por «la fuerte subrepresentación de las mujeres en cargos polí­ticos y puestos públicos en Italia».

«Italia está por debajo del promedio europeo a nivel de mujeres dirigentes», denunció la Asociación de defensa de los derechos de la mujer, Arcidonna.

La diferencia de salario entre hombres y mujeres, un fenómeno que afecta a la mayorí­a de los paí­ses del mundo, resulta también notable.

En diciembre el ministro del Trabajo, Cesare Damiano, calificó de «alarmante» la diferencia, en ocasiones de casi el doble ante el mismo trabajo o responsabilidad.

El ministerio lanzó para el 2007 «la estampilla rosada» para las empresas que no aplican discriminaciones salariales entre hombres y mujeres.

Según las estadí­sticas, una mujer sobre cinco realiza un trabajo por debajo de sus capacidades y el nacimiento de un hijo obliga a una mujer sobre 10 a retirarse del mundo laboral.

Pero el dato más sorprendente es el de la violencia contra las mujeres: 14 millones han sido objeto de violencia fí­sica, psicológica o sexual en el curso de sus vidas.

Según un estudio encargado por la ministra Pollastrini, la mayorí­a de esas violencias ha sido cometida por la pareja de la ví­ctima: el 69,7%.

El 90% de las violencias no ha sido denunciado: el silencio es ahora el enemigo que la sociedad quiere combatir.