En la defensa de los derechos, de todos, todos los ciudadanos, no solo de los delincuentes, desearíamos conservar vigentes estas reglas de los derechos del hombre. Entonces me pregunto, por qué fueron masacrados en forma tan siniestra los centroamericanos en territorio mexicano. Podría adjudicársele, a las nuevas reglas, que imperan dentro de los cárteles de la droga; el símbolo territorial, marcado con sangre, igual que los criterios de la mafia italiana, donde los mensajes, eran o son, claros y concisos; la trasgresión territorial, es la muerte inmediata.  Parece ser que el Presidente, hizo un viaje ex profeso, para pedir responsabilidades al Presidente mexicano, no se comunicó a la población guatemalteca, el resultado de dicha conferencia, solo se publicó una fotografía, en la que ambos presidentes, se muestran distendidos, relajados; no denota, ninguna alteración de parte del guatemalteco.  La continua migración de personas, en busca de trabajo a países extranjeros, Estados Unidos de América, en concreto; se debe a la falta de trabajo y oportunidades en tierra propia, por eso dejan familia, seres queridos, comal y tortilla, en busca de un trabajo que les permita seguir subsistiendo, con honradez, antes de formar parte del ejército de la droga. Lejos de ser el clima político, propicio para continuar en la patria, el presidente, ha cerrado las oportunidades de trabajo, con la desestabilización y desorden creado por él y su naranja.  Donde los guatemaltecos carecemos de todos los servicios obligatorios en un gobierno democráticamente electo.  Retornaron a la patria, los cuerpos inertes de los campesinos que se atrevieron a soñar con un destino diferente, el Presidente, les proporcionó un regreso, digno de militares muertos en combate, con los galardones colgados en la guerrera, a pesar de jamás haber pisado el cuartel, como voluntarios. El primer mandatario, no sabe, no entiende, tampoco es obligación, pero, para eso tiene a Chabelo, para que lo oriente en las reglas básicas del ejercicio del Ejército, ahora no me sorprende que los soldados se dediquen a repartidores de bolsas, porque nadie defiende el honor, de los cadetes.