Estudio revela cocaí­na y éxtasis en aguas de un parque


Un estudio de la Universidad de Valencia (este) ha revelado la presencia en las aguas del Parque Natural de la Albufera de «cocaí­na, éxtasis y otras seis drogas», informó ayer el Servicio de Información y Noticias Cientí­ficas (SINC) del ministerio de Ciencia español.


El estudio, cuya autora principal es la catedrática de la facultad de Farmacia de la Universidad de Valencia, Yolanda Picó, analizó las aguas de los canales y acequias de este parque, que se sitúan en torno al lago de la Albufera, el mayor lago de la pení­nsula Ibérica.

«Los resultados confirman la presencia de drogas de abuso, como cocaí­na, anfetamina, codeí­na, morfina y cannabis en las aguas superficiales del Parque Natural de La Albufera, en concentraciones que van desde 0,06 a 78,78 nanogramos/litro», dijo Picó al SINC.

El estudio, publicado en la revista Analytical and Bioanalytical Chemistry, ha analizado la presencia de «14 tipos de drogas ilí­citas -entre ellas la heroí­na, la cocaí­na y el éxtasis- en 16 canales y acequias del parque natural» de 21.000 hectáreas.

Los investigadores buscaron «los residuos que se generan en la orina humana tras la ingesta de las drogas y que acaban en las aguas», según la misma fuente.

«La presencia de la cocaí­na y sus metabolitos es ubicua en las muestras que se han tomado, y la del éxtasis también es muy frecuente», dijo Picó.

La mayor concentración de drogas se ha dado en el norte del parque, cerca de donde se encuentra la mayor densidad de población, industrias y discotecas.

Todaví­a faltan estudios sobre el riesgo que estos residuos puedan suponer, pero «el hecho de que estos residuos todaví­a tengan una potente actividad farmacológica permiten presuponer que su presencia continuada en el medio acuático puede tener consecuencias para los organismos terrestres y fauna acuí­cola», según Picó.

El pasado año, otro estudio puso de relieve la presencia de cocaí­na en el aire de Madrid y Barcelona (Cataluña, noreste), aunque advertí­a que esa droga en suspensión no era peligrosa.

«Ni viviendo 1.000 años llegarí­amos a consumir el equivalente a una dosis de cocaí­na por respirar este aire», dijo entonces la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Cientí­ficas (CSIC), Miren López de Alda.