China volvió a ilustrar esta semana su creciente influencia económica en todo el planeta, tras una brutal caída de la bolsa de Shanghai que repercutió de inmediato en los cuatro rincones del mundo.
Hace solamente dos años, muy pocos operadores de Wall Street, de la City de Londres o de Tokio habrían prestado demasiada atención a una fuerte pérdida en las bolsas chinas.
Pero la semana pasada, la caída en una sesión del 9% en Shangai bastó para arrastrar al resto del mundo financiero. Las bolsas europeas y estadounidenses vivieron su peor semana desde el inicio de la guerra de Irak, en marzo de 2003.
«El resto del mundo presta hoy mucha más atención a la economía china, lo que provoca esa reacción en cadena entre los inversionistas extranjeros», opina Yan Li, analista de la sociedad de corretaje Southeast Securities.
La causa de la caída de Shangai fue el temor a que estallara la burbuja bursátil que se está formando en China, un país donde millones de pequeños ahorradores invierten en bolsa, a veces de manera indiscriminada.
Ello reaviva temores, en todo el mundo, de un «recalentamiento» inflacionista de una economía, como la china, que registra ya un crecimiento espectacular del 10% anual.
Desde 2006, este país de 1.300 millones de habitantes vive una verdadera fiebre bursátil, ya que la gente se siente atraída por el alto rendimiento que genera este tipo de inversión. Todo ello contribuye, como reverso de la moneda, a inflar la burbuja bursátil.
«Los operadores extranjeros interpretaron la caída de los mercados chinos como un signo de recalentamiento de la economía china», y más globalmente como la existencia de «problemas en los mercados emergentes», asegura Cheng Weiqing, analista de Citic Securities en Pekín.
Además, no se excluyen nuevas malas sorpresas.
«El pánico que generó en el mercado las declaraciones de un miembro del congreso sobre la posibilidad de que estalle la burbuja financiera en China demuestra que la situación es aún frágil, y se puede producir una caída aún mayor», advierte Johanna Melka, de Ixis CIB, aunque descarte la eventualidad de un verdadero «krach».
«El hecho es que el resultado de muchas de las sociedades cotizadas (en las bolsas chinas) no son tan buenos como parece», coincide Andy Xie, que trabajó mucho tiempo para el banco Morgan Stanley de Hong Kong.
Para Ma Jun, economista de Deutsche Bank en Hong Kong, las recientes pérdidas se deben sobre todo a una «sobrevaluación» de las cotizaciones de las acciones chinas, que se duplicaron en solamente un año.