Un carro bomba estalló hoy en un concurrido mercado del centro de Bagdad, en un atentado en el que murieron 26 personas y decenas resultaron heridas, entre ellas mujeres y niños, lo que plantea un nuevo desafío al plan de seguridad iraquí-estadounidense para la capital.
El último episodio de esta violencia endémica que continúa sacudiendo Irak coincidía con la entrada de las tropas iraquíes y estadounidenses en el barrio de Sadr City, bastión de la insurgencia chiita en el este de Bagdad.
La bomba estalló en la ribera este del río Tigris y, según un oficial de Defensa, hubo 42 heridos.
«Entre los heridos, hay mujeres y niños», señaló este responsable bajo el anonimato.
Centenares de militares llevaban a cabo operaciones de rastreo en Sadr City, hasta ahora una zona fuera de la influencia de las fuerzas de seguridad y controlada por las milicias chiitas del líder radical Moqtada Sadr.
Los registros, casa por casa, constituyen una prueba sobre el compromiso del primer ministro, el chiita Nuri Al Maliki, de apoyar a las fuerzas de Estados Unidos en su lucha contra las milicias de Sadr, aliadas de la coalición gubernamental.
La operación en Sadr City, que en el primer día, ayer, no encontró resistencia pero tampoco propició ningún arresto, se lleva a cabo en las mismas calles donde el ejército de Estados Unidos libró arduas batallas con las milicias chiitas en 2004.
En el plano político, Maliki anunció ayer una remodelación de su gabinete para formar una nueva alianza de partidos moderados, puesto que en el actual, el movimiento de Sadr, considerado la mayor amenaza para la estabilidad en Irak según Estados Unidos, cuenta con 32 parlamentarios y controla seis ministerios.
Washington ha presionado durante meses a Maliki para que se rodeara de una coalición moderada.
Pero las relaciones entre los gobiernos estadounidense e iraquí resultan a menudo delicadas. Así, Maliki atacó a las fuerzas de la coalición por una redada organizada por las tropas de ambos países en la oficina de los servicios de inteligencia del ministerio del Interior en la ciudad sureña de Basora.
Según un portavoz militar británico, en el edificio, en el que se encontraban retenidas 37 personas, se hallaron pruebas de que se practicaban torturas.
«El primer ministro ordenó una investigación sobre la redada y solicitó que quienes estén detrás de este acto ilegal e irresponsable sean castigados», expresó en un comunicado.
Hoy, las tropas de Estados Unidos lanzaron una operación contra la vivienda de Hamad Jassam, un alto responsable del movimiento de Sadr en la ciudad de Kerbala (sur), que logró huir.
Jassam señaló que paracaidistas de Estados Unidos se posaron sobre el tejado de su casa, pero afirmó que había logrado escapar, mientras que su hermano fue arrestado.
Un comunicado de Estados Unidos señaló que un «sospechoso miliciano» vinculado con el ejército del Mahdi fue detenido en Kerbala.
En otra operación militar, un responsable de Al-Qaeda, considerado como el líder regional del autoproclamado Estado Islámico de Irak, fue capturado junto a otros cinco miembros de la red terrorista.
Muharib Abdulá y otros cinco militantes fueron arrestados en una redada ayer en Dhuluiya, al norte de Bagdad, según el ministerio del Interior.
El segundo comandante militar estadounidense en Irak dijo ayer que la estrategia de seguridad en Bagdad progresa lentamente, pero que tomará al menos seis meses poder entregar el control de la capital a las fuerzas iraquíes.
El general Raymond Odierno dijo a la cadena CNN que el nuevo plan de seguridad, anunciado por el presidente George W. Bush el 10 de enero, aún se encuentra en un «estado muy inicial», pero las operaciones ya comenzaron.
«Estamos empezando a ver progreso, pero es muy lento», dijo Odierno. «Esperamos que tome meses, no semanas, completarlo».
Los iraquíes han movilizado 18 batallones en el área de Bagdad, dijo Odierno, aunque ellas no están completamente listas. Siete unidades están en niveles de 55-65% de preparación, otras siete en 65-85% y las cuatro restantes están en 95%, indicó.