Las turbulencias del constructor de aviones europeo Airbus, que convocó una jornada de movilización en Francia mañana, ya forma parte de la campaña electoral en este país, donde los candidatos visitan uno a uno la sede del grupo en Toulouse (suroeste) y se comprometen a defender los empleos amenazados.
La mayor o menor participación del Estado en la firma, la conveniencia de que los políticos intervengan en cuestiones puramente económicas, la necesidad de realizar despidos o de modificar la dirección del constructor: cada aspirante a presidente de Francia parece tener una solución o una receta propia para hacer de Airbus una empresa próspera sin necesidad de pagar una tremenda factura social.
El principal candidato conservador, Nicolas Sarkozy, favorito en las presidenciales de abril y mayo según los últimos sondeos, viajó a Toulouse hoy para reunirse con los trabajadores de Airbus y está decidido a «no dejar lado» el ausunto.
«Primero hay que intentar que no haya despidos y segundo, lo que interesa es el futuro (…): ¿La empresa tendrá medios para desarrollarse, capital, accionistas? Todo este merece una discusión», explicó Sarkozy durante el fin de semana a la cadena de televisión Canal Plus.
En su intento de reducir pérdidas y racionalizar su productividad, la firma europea anunció el miércoles que suprimirá 4.300 puestos de trabajo únicamente en Francia, 3 mil 700 en Alemania, 400 en España y mil 600 en Gran Bretaña y además cederá o venderá seis plantas en Europa.
En señal de protesta, los sindicatos de Airbus en Francia convocaron para mañana una huelga parcial y varias manifestaciones en este país, donde la firma da trabajo a unas 22 mil personas. Además, está previsto que la protesta se amplíe a mediados de marzo a otros países europeos afectados como España, Alemania o Gran Bretaña.
Por su parte, el presidente del partido UDF (centro), Franí§ois Bayrou, que registra una inesperada ascensión en los sondeos de opinión, también comprendió que la cuestión Airbus es esencial y se desplazó hoy hasta la sede del constructor de aviones.
Según él, los Estados europeos deberían «apoyar» al constructor para superar la actual crisis, como sucedió en Estados Unidos con su competidor directo, Boeing.
La candidata socialista, Ségolí¨ne Royal, que la semana pasada defendió una mayor participación del Estado en Airbus, propuso por su parte que diferentes regiones francesas pasen a formar parte del capital de EADS, consorcio europeo de aeronáutica y defensa de la que Airbus forma parte.
Su propuesta provocó la críticas del centro y la derecha que consideró sus comentarios «irresponsables» o «irrealistas». En un editorial titulado «Airbus los límites del cinismo», el diario conservador Le Figaro acusó a Royal de instrumentalizar «el drama industrial y social que vive Airbus».
«Airbus y EADS encontrarán el camino del éxito cuando se curen de su enfermedad de juventud, cuando el grupo tenga sólo un dirigente, cuando sus criterios de decisión obedezcan sólo a la eficacia económica y cuando en definitiva se convierta en una empresa como las demás», opinó este periódico.
Al respecto, los dos presidentes del grupo Airbus, uno francés y otro alemán, denunciaron las injerencias políticas en la empresa desde que se anunció el plan de reestructuración.
«Los conflictos nacionales son un verdadero veneno para esta compañía», aseguró el dirigente francés Louis Gallois. Su alter ego alemán, Thomas Enders, aseguro que tanto él como su homólogo francés preferían «una empresa sin participación del Estado».
Por último, este «baile de candidatos» en torno a Airbus provocó la burla de Jean Marie Le Pen, líder de la extrema derecha.
«Cualquier ocasión es buena para ver la compasión de los candidatos (…) Pero no todos los problemas del país incumben a los políticos. Dejemos a Airbus intentar encontrar la solución comercial e industrial necesaria», pidió.