El escritor peruano Mario Vargas Llosa, de 74 años, protagoniza una exposición en París que ofrece un recorrido por su vida y obra mediante fotos, manuscritos, objetos personales y correspondencia con amigos como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Julio Cortázar.
A su paso por París el escritor aprovechó para confirmar su renuncia a dirigir el Museo de la Memoria, anunciada en una carta dirigida al presidente Alan García en protesta por un reciente decreto que Vargas Llosa califica como «amnistía disfrazada» en favor de militares acusados de violar derechos humanos.
«Renuncié hoy a dirigir el Museo de la Memoria», afirmó Vargas Llosa a la AFP tras una cena que reunió a escritores y diplomáticas en la Casa de América Latina de París, donde momentos antes él mismo inauguró la exposición.
«Es una decisión inapelable», insistió.
La exhibición «La Libertad y la vida» ilumina algunos de los momentos claves de su vida y de su proceso creativo, subrayando en especial sus relaciones con Francia.
Evoca su trayectoria desde su nacimiento en 1936 en Arequipa, hasta hoy, cuando el escritor se prepara a lanzar el 3 de noviembre su nueva novela, «El sueño del celta», en la que ha trabajado tres años.
«Vargas Llosa es el explorador de la fascinación del poder, y el poeta de su malignidad», destaca el escritor limeño Alonso Cueto, comisario de la muestra, que concluye el próximo 8 de noviembre y que está acompañada por un hermoso libro con el mismo título, publicado por Gallimard.
«Es la primera vez que hacemos una exposición de un autor en su presencia», destacó el presidente de la Casa de América Latina, Alain Rouquié, durante la inauguración de la muestra ante una concurrida audiencia en la que destacaba la presencia de Jorge Semprún, en su primera aparición pública tras una convalecencia.
También estuvieron presentes los escritores Carlos Fuentes y Jorge Edwards, actualmente embajador de Chile en París.
Articulada a través de diferentes capítulos –el rebelde, el periodista, el escritor, el lector, el político–, la muestra revela algunos tesoros íntimos de Vargas Llosa, como una carta dirigida al niño Dios que escribió a los siete años.
«Como estás tan pobre no me traigas muchas cosas», escribe Vargas Llosa, que no se priva empero de pedirle unos «anteojos de aviador que hay en la bombonería España, una cartera y una billetera». Y «el otro año, haber si puedes, el cine que hay en la casa Marilú», añade.
En el capítulo consagrado al político se presentan las tarjetas en las que escribió su discurso de despedida como candidato a la presidencia de su país por un partido de derecha en 1990.
«He hecho política como ciudadano, como escritor pero nunca he tenido intención de hacer una carrera política», declaró Vargas Llosa a la AFP, descartando cualquier futura participación en la política de su país.
«No, desde luego que no voy a volver a participar como lo hice cuando lancé mi candidatura a la presidencia, eso fue una decisión debido a ciertas circunstancia muy especiales pero la política no es mi vocación. Mi vocación es escribir», aseguró.
La parte de la exposición dedicada al periodista evoca su primera experiencia en el diario La Crónica, de Lima, y sus años en la Agencia France Presse (AFP), en su sede de París, así como su colaboración con la Radio Televisión francesa.
Y el capítulo dedicado al lector evoca a sus autores favoritos: Miguel de Cervantes, Luis de Góngora, Leon Tolstoi, William Faulkner, Gustave Flaubert, Victor Hugo, Jorge Luis Borges y Juan Carlos Onetti, entre otros.
La muestra, para cuya organización Vargas Llosa abrió su casa y archivos, ha reunido desde sus primeros poemas, escritos a los 9 años, hasta los manuscritos de algunas de sus novelas, entre ellas «La Ciudad y los perros».
Vargas Llosa cuenta que empezó a escribir esa novela en el otoño de 1958 en Madrid, en un café llamado el Jute, y la concluyó en 1961, en una buhardilla en París. Fue publicada dos años después en Barcelona, por Seix Barral, tras ganar el premio Biblioteca Breve.
El homenaje parisino se abre pocas semanas antes del lanzamiento por la editorial Alfaguara de «El sueño del celta», inspirada en la vida del irlandés Roger Casement (1864-1916), diplomático británico que denunció los abusos cometidos durante la colonización en el Congo belga y en el proceso de extracción del caucho en la Amazonía peruana.
Mario Vargas Llosa renunció de manera irrevocable a la presidencia del Museo de la Memoria, en carta dirigida al presidente Alan García, en protesta por un reciente decreto que el escritor peruano califica como «amnistía disfrazada» en favor de militares acusados de violar derechos humanos.
A las pocas horas de la renuncia de Vargas Llosa, el Ejecutivo presentó al Congreso un proyecto de ley para derogar la polémica norma.
«Ejecutivo presenta Proyecto de Ley para derogar el decreto legislativo 1097 y pide al Congreso tramitarlo con carácter de urgencia», informó la Secretaría de Prensa del Palacio este lunes vía el sitio de microblogueo twitter.
«En resguardo de la vida constitucional y democrática del país, y a efecto de evitar cualquier mal aprovechamiento del Decreto, el Poder Ejecutivo considera pertinente derogarlo», agrega.
Vargas Llosa en su carta dirigida al presidente García desde París señala que «la razón de mi renuncia es el reciente Decreto Legislativo 1097 que, a todas luces, constituye una amnistía apenas disfrazada para beneficiar a buen número de personas vinculadas a la dictadura y condenadas o procesadas por crímenes contra los derechos humanos».
El escritor señala, además, que esa norma beneficia «al propio ex dictador y su brazo derecho», en alusión al ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000) y a Vladimiro Montesinos, su ex jefe del servicio de inteligencia.
El decreto 1097 dictado el 1 de septiembre junto a otras tres normas, dispone que se archiven los juicios a militares acusados de matanzas contra civiles durante la guerra interna (1980-2000) cuando se hayan sobrepasado los 36 meses para su juzgamiento sin sentencia.
Estos cuatro decretos no requerían de aprobación parlamentaria.
Vargas Llosa le recuerda al presidente García que aceptó en 2009 presidir la Comisión Encargada del Lugar (Museo) de la Memoria, «convencido de que su gobierno estaba decidido a continuar el perfeccionamiento de la democracia peruana tan dañada por los crímenes y robos de la dictadura de Fujimori y Montesinos».
«Hay una incompatibilidad esencial entre auspiciar la erección de un monumento en homenaje a las víctimas de la violencia que desencadenó el terrorismo de Sendero Luminoso a partir de 1980 y abrir, mediante una triquiñuela jurídica, la puerta falsa de las cárceles a quienes cometieron también delitos horrendos», resalta en su carta Vargas Llosa.
El escritor le expresa al presidente peruano su indignación y desconcierto al señalar que ignora «qué presiones de los sectores militares que medraron con la dictadura y no se resignan a la democracia, o qué consideraciones de menuda política electoral lo han llevado a usted a amparar una iniciativa que sólo va a traer desprestigio a su gobierno».
«En todo caso, lo ocurrido es una verdadera desgracia que va a resucitar la división y el encono político en el país», acotó Vargas Llosa.
«La medida ha indignado a todos los sectores democráticos del país y a la opinión pública internacional, como lo muestran los pronunciamientos del Relator de la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos», agregó.
«Coincido plenamente con estas protestas», resalta el escritor.
Otro de los cuatro decretos establece que la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad rigen desde el 9 de noviembre de 2003, cuando Perú se adhirió al convenio internacional sobre esa materia, es decir que sí permitiría la prescripción de los cometidos antes de esa fecha.
El lunes pasado, pocos días después de conocerse las normas, 21 militares que integraron el Grupo Colina -autor de matanzas durante el régimen del ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000)- pidieron acogerse a una de ellas para que se archiven sus procesos por haberse excedido los plazos para ser juzgados.
Ante el revuelo que ha generado la medida, el presidente García dijo este domingo que no hará «una cuestión de Estado si el Congreso deroga el decreto».
El mandatario había descartado, además, que los acusados de crímenes de lesa humanidad pudieran beneficiarse de las nuevas directivas.
El ministro de Defensa, Rafael Rey, impulsor de las normas, las ha defendido señalando que buscan aligerar los juicios contra un centenar de militares acusados sin pruebas de atrocidades durante el conflicto interno de Perú contra los grupos de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA).
El conflicto interno peruano dejó unos 70.000 muertos entre 1980 y el año 2000.