Benedicto XVI efectuará a partir del jueves la primera visita de Estado de un Papa al Reino Unido con la ambición de calmar las tensiones que subsisten entre las iglesias católica y anglicana cinco siglos después del cisma de Enrique VIII.
Las relaciones ecuménicas con el anglicanismo, pero también con las otras iglesias cristianas presentes en el territorio británico, serán el tema principal de este «histórico» viaje de cuatro días, organizado paradójicamente en torno a la beatificación de John Henry Newman (1801-1890), uno de los más famosos conversos procedentes del anglicanismo.
Por primera vez en la historia, el Papa visitará al arzobispo de Canterbury Rowan Williams, líder espiritual de unos 70 millones de anglicanos en el mundo, en su residencia oficial londinense de Lambeth Palace.
Ambos mantendrán el viernes una reunión privada, antes de abrir la discusión a una representación de obispos de ambas iglesias, en lo que el presidente de la conferencia episcopal de Inglaterra y Gales, Vincent Nichols, consideró como un «momento explícito de diálogo y de simbolismo».
Ese mismo día, el Papa pronunciará un esperado discurso ante los líderes de la sociedad civil en Westminster Hall, el edificio más antiguo del Parlamento británico, y se recogerá brevemente en el lugar donde en 1535 Santo Tomás Moro, lord canciller de Enrique VIII, fue acusado de alta traición por oponerse a los planes del monarca de convertirse en jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra.
Acompañado del arzobispo de Canterbury, Benedicto XVI rezará también en la tumba de San Eduardo el Confesor en la Abadía de Westminster, que este rey de Inglaterra del siglo XI fundó antes de que surgieran las divisiones de la Reforma.
«Espero que esta ceremonia, que es el mayor evento ecuménico en la visita del Papa, sea una oportunidad para avanzar en la relación entre cristianos y para conducirnos hacia la reconciliación y la unidad de la Iglesia», declaró el reverendo John Hall, deán de la famosa abadía anglicana londinense.
«No creo que haya que pensar en términos de rivalidad entre las iglesias, no estamos contando números. Creo que tenemos una asociación», agregó.
Las diferencias entre las dos iglesias se revelarán a los ojos del mundo cuando el Papa sea recibido en la abadía de Westminster por su canóniga, Jane Hedges, reverenda y una de las principales promotoras de la campaña anglicana en favor de la consagración de las mujeres obispos.
Este tema y la apertura a la homosexualidad han provocado las más recientes fricciones entre las dos iglesias, y algunos anglicanos no han digerido aún el texto que Benedicto XVI promulgó a finales de 2009 para facilitar la conversión de los obispos y sacerdotes contrarios a la evolución de su propia Iglesia en diversos ámbitos.
Pero las autoridades católicas británicas y los expertos niegan que captar nuevos adeptos sea uno de los propósitos de esta visita de Estado, casi 30 años después de que Juan Pablo II pisara por primera vez suelo británico desde que Enrique VIII rompió con Roma en 1534, aunque para un viaje sólo pastoral.
Nadie entre los católicos o los anglicanos ve esta visita como «un momento de invitación o un intento de atraer gente de la Iglesia católica a la anglicana», explicó Vincent Nichols cuando se estima que hay 25 millones de anglicanos en el Reino Unidos contra sólo cinco millones de católicos.
Andrea Tornielli, vaticanista del diario italiano Il Giornale, coincide en que «la Iglesia católica no tiene de la voluntad de lanzarse en una campaña de adquisiciones», y que el gran debate no es actualmente entre las dos iglesias, sino en el seno de la iglesia anglicana, que «no es un bloque».
«Es el mundo anglicano el que toma posiciones y decisiones fuertemente discutidas a nivel interno», declaró Tornielli a la AFP en Roma.
Grandes misas de pago, camisetas con la efigie del Papa, tazas de té y gorras de béisbol: la Iglesia católica inglesa puso en marcha su maquinaria de marketing a fin de financiar la visita de Benedicto XVI al Reino Unido ante las reticencias del contribuyente para pagar la «dolorosa».
La Iglesia católica inglesa lo califica de «contribuciones económicas» pero para la prensa británica son simplemente billetes de entrada, algo sin precedentes. Los fieles deberán desembolsar hasta 25 libras (30 euros, 38 dólares) para la misa del domingo en Birmingham (centro de Inglaterra), 20 por la del jueves en Glasgow (Escocia) y 5 por una vigilia el sábado en Londres.
«Estas contribuciones sólo cubren los costos de seguridad y de transporte» de los peregrinos hasta los lugares donde se celebran, dijo recientemente el presidente de la conferencia episcopal de Inglaterra y Gales, Vincent Nichols.
«Pero no se trata de un pago para asistir a misa», agregó precisando que con su «contribución» los fieles recibirán también el «kit del peregrino», una bolsa que contendrá un disco conmemorativo y una postal.
El clero católico inglés participa lo más posible en la financiación de la visita de Benedicto XVI para no herir la susceptibilidad de los británicos, más que reticentes a sacar la cartera.
Tres de cada cuatro estiman que el contribuyente no debería financiar la visita, según un reciente sondeo. Es cierto que apenas 10% de los británicos se declaran católicos.
El costo del desplazamiento sigue causando polémica. Según cifras oficiales, la factura final rondará los 20 millones de libras (24 millones de euros, 30 millones de dólares). En estos tiempos de austeridad presupuestaria, el gobierno sólo asumirá entre 10 y 12 millones de libras (12-14 millones de euros, 15-18 millones de dólares)
La Iglesia católica local tiene que encontrar entre 9 y 10 millones de libras, dijo recientemente monseñor Nichols, seis de los cuales fueron recaudados durante una campaña especial pidiendo donativos para la visita.
Para el resto, el clero cuenta con las «contribuciones financieras» a los eventos públicos, así como con el «merchandising».
Los peregrinos podrán elegir entre un amplio abanico de objetos para recordar este viaje: desde el llavero a cinco libras (6 euros, 8 dólares) hasta la medalla de oro oficial de la visita a 775 (930 euros, 1.195 dólares), pasando por la camiseta casi rockera en la que se puede ver a Benedicto XVI con los dos brazos levantados por 18 libras (21 euros, 28 dólares).
«No hay ninguna duda de que el Sumo Pontífice recibirá una acogida extática», proclama un programa conmemorativo vendido por 10 libras. El entusiasmo de esta visita tan especial es compartido en todo el Reino Unido, y no sólo entre los seguidores del Santo Padre», asegura el libro.