Facebook es la sensación de este año, para lo bueno y para lo malo. Así lo ha decido la revista estadounidense Vanity Fair, colocando a Mark Zuckerberg en el número uno de su lista, a pesar de que decenas de millones de los usuarios que pasan las horas en su red social jamás han escuchado su nombre.
Han elegido a los que son, según su criterio, las 100 personas más influyentes de la Era de la Información, que ha sido el nombre «vanidoso» para llamar a 2010. El dominio de la tecnología ha quedado patente, ya que Zuckerberg no está solo en el primer puesto. El creador y presidente de Facebook llega escudado por Steve Jobs, CEO de Apple, y por el trío dominante de Google. Serby Brin, Larry Page y Eric Schmidt van en pack a la tercera plaza.
Algo más allá, en el quinto lugar, está Jeff Bezos, de la tienda virtual dominante Amazon. Pero entre medias se ha colado un clásico que no tiene que ver con la tecnología, pero sí con la comunicación y con el poder, Rupert Murdoch. Esta lista etnocéntrica en la que sólo hay blancos considera que la mujer más influyente del mundo es Lady Gaga, por debajo de 22 hombres.
CALIFORNIA ES EL CENTRO DEL MUNDO
La revista refleja un giro en la tendencia de reparto de poder del mundo occidental. La imponente altura de Nueva York está quedando relegada ante los complejos bajitos y cercados de California. Desde San Diego hasta San Francisco, la costa californiana está viendo florecer numerosos negocios basados en la tecnología mucho más allá de Silicon Valley.
Uno han logrado reunir bajo la misma marca a 500 millones de personas, dispuestas a entregarle su vida, sus amigos, sus datos personales y muchas horas de su vida. Otro ha conseguido que un producto de alta gama que debería ser perfecto sea amado por los compradores a pesar de presentar defectos. Algunos han creado un gigante a partir de un simple algoritmo capaz de encontrar justo lo que uno busca en el universo finito pero inmenso que es la red.
Profesionales de la tecnología y de la información se mezclan con los personajes de Los íngeles, que también siguen ostentando una gran cuota de poder y de influencia bajo los criterios de selección. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que también es un magnate de la comunicación, representa a la ciudad descastada por los desmanes y los delitos de sus más «nobles conciudadanos», los banqueros hacedores de la crisis económica actual. A Vanity Fair ya no le gusta su imagen.
«The New Stablisment», así se considera a estos nuevos ricos. Pero hay que recordar una cosa. A diferencia del stablishment tradicional, ellos tuvieron una idea, comenzaron en un garaje y han sabido explotarla para conseguir dinero y poder.