Las fascinantes batallas de samuráis en «Trece asesinos» del gran maestro japonés Takashi Miike y las angustias psicológicas de los incomprendidos en el último filme italiano en concurso, dominaron la jornada de la Muestra de Venecia, que se clausura mañana.
Espectaculares batallas, espadachines acrobáticos, injusticias sangrientas, manada de caballos al galope son el condimento del filme de uno de los cineastas más conocidos de Asia.
Miike compite por el León de Oro con una nueva versión del clásico y homónimo filme de samuráis de 1963 realizado por Elichi Kudo y en el que se narra la misión suicida de un grupo de 12 guerreros más un aventurero dispuestos a asesinar al injusto señor feudal que viola todos los códigos de honor.
Entre emboscadas y enfrentamientos el camino se tiñe de sangre, ruedan cabezas, explotan cuerpos.
El rodaje del colosal filme fue bastante complicado, según contó el director, quien obligó a repetir numerosas veces las escenas.
«Todos terminamos heridos», comentó el actor Koji Yakusho (Shinzaemon).
Junto con el filme japonés compite una cinta angustiante, «La soledad de los números primos», del italiano Saverio Costanzo, una adaptación de la novela homónima del joven Paolo Giordano y éxito literario en 2007.
Recibida con tímidos aplausos y abucheos durante la proyección a la prensa, la película ha sido definida por el mismo realizador como «un horror sobre los sentimientos y la familia».
La historia de Alice y Mattia es la de dos jóvenes desadaptados que intentan salir de sus difíciles traumas infantiles, de la opresión familiar, de la anorexia y la culpabilidad.
Presentados al espectador en forma desordenada, sin respetar la cronología del libro, la película indaga sobre dos prisioneros de su propio dolor.
«Quise ser fiel al libro pero sin entrar en algunos detalles, como las obsesiones matemáticas de Mattia, las cuales preferí traducir en imágenes», admitió en una conferencia de prensa Costanzo, quien se mide por primera vez con los límites de la literatura en el cine.
El realizador, vencedor en 2004 del festival de Locarno (Suiza) con «Private», reconoció que contó con el apoyo de Giordano para captar los sentimientos de los protagonistas y «lograr liberarse» del ritmo del libro.
Protagonizado por Alba Rohrwacher, quien perdió una decena de kilos para el filme y Luca Marinelli, quien en cambio tuvo que engordar, la película ilustra el inexplicable tormento interior, el deseo de destrucción del propio cuerpo.
Tras diez días, el festival se prepara para la ceremonia de entrega de premios el sábado entre polémicas por la controvertida selección de filmes de autor y la ausencia de estrellas internacionales.
Entre los favoritos al codiciado premio, según el diario de la Muestra que consulta unos 20 críticos cinematográficos, figura el inquietante «Post Mortem» del director chileno Pablo Larraín, una escalofriante «autopsia» de los chilenos tras el golpe militar de 1973, con Imágenes impactantes del cadáver del derrocado presidente Salvador Allende.