El ex minero español José Emilo Suárez Trashorras, acusado de haber suministrado los explosivos usados en los atentados de Madrid, insistió hoy en justificar sus vínculos con presuntos responsables de los ataques en que era confidente de la policía.
«Tenía relaciones con mucha gente porque era mi labor como confidente», explicó Trashorras en la octava jornada del macrojuicio que se celebra en Madrid contra 29 acusados por los atentados del 11 de marzo de 2004 en esta capital que causaron 191 muertos y 1.824 heridos.
Explicó que atendiendo «a mi labor como confidente mostré a la policía dónde se encontraba la finca de Morata de Tajuña», donde según la justicia supuestos responsables de la célula islamista fabricaron las bombas que estallaron en los cuatro trenes que iban hacia la estación de Atocha.
El ex minero, contra quien la fiscalía de la Audiencia Nacional, principal instancia penal española, pide la máxima pena de este proceso (38.670 años de cárcel), fue confuso sobre la fecha en que él visitó esa casa en las afueras de Madrid.
La fiscalía acusa a Trashorras de haber robado unos 200 kilos de explosivos de la mina Conchita (Asturias, norte), que entregó al marroquí Jamal Ahmidán, alias «El chino», supuesto jefe operativo de los atentados, a quien pertenecía la citada finca.
Su cuñado, Antonio Toro, aseguró luego ante el tribunal que preside el juez Javier Gómez Bermúdez que «nunca he ofrecido ni vendido» explosivos y tampoco Trashorras, al marroquí Rafa Zouhier, confidente de la guardia civil, acusado de ser el intermediario entre los islamistas y la denominada «trama asturiana».
Acusó a Zouhier de haberle «preguntado por explosivos a fines del verano de 2003» y aunque aseguró que «nunca dije que Emilio (su cuñado) podía conseguir explosivos», no pudo explicar por qué cuando Zouhier se lo preguntó «le dije que ese tema lo tenía que hablar con Emilio».
«No sé, lo deducí por la vinculación minero-explosivos», dijo Toro a la fiscal Olga Sánchez, sin poder aclarar ese asunto.
Toro, que se dedicaba a la compra y venta de vehículos y de hachís, a través de gente que le había presentado Zouhier, dijo que se llevaba «mal» con su cuñado porque «era confidente de la policía y le faltaba el respeto a mi hermana».