Hojas de coca dijeron que todos viví­an


La familia de Carlos Mamani Solí­s, boliviano y único extranjero entre los 33 mineros atrapados en un yacimiento en el norte de Chile y que están con vida, consultó hace tres dí­as a las hojas de coca, milenaria tradición andina, las que adelantaron que los hallarí­an vivos.


«Llamé por teléfono el viernes a mi primo (en Bolivia) y le pedí­ que leyera las hojas de coca. Lo hizo y me dijo: están vivos los 33 y van a salir vivos», contó Johnny Quispe, suegro de Carlos, el minero atrapado, de 23 años.

Quispe es también minero en el mismo yacimiento y desde el accidente permanece al pie de la mina San José, cerca de la ciudad de Copiapó, a unos 800 km al norte de Santiago.

En ese lugar, el 5 de agosto, un derrumbe dejó atrapados a los mineros a unos 700 metros de profundidad y finalmente una sonda logró ubicarlos el domingo, después de 17 dí­as de ocurrido el accidente, aunque recién podrán ser rescatados en algunos meses.

Johnny, quien aseguró que después del vaticinio toda la familia estaba más tranquila, celebró que la predicción fuera confirmada el domingo cuando los mineros hicieron llegar un mensaje al exterior anunciando que estaban bien. «Las hojas de coca saben», sostuvo.

La lectura de hojas de coca es una milenaria tradición de los incas que perdura hasta la fecha en poblaciones indí­genas, y consiste en adivinar el futuro dependiendo de la ubicación que tomen las hojas tras ser lanzadas.

Johnny salió media hora antes del desmoronamiento que dejó sepultado a su yerno. «Yo transporto agua hacia el fondo de la mina y ese dí­a salí­ una media hora antes del derrumbe y me enteré de todo afuera», explicó.

Para Carlos Mamani Solí­s, casado y padre de una niña de un año que nació en Chile, era el quinto dí­a de trabajo en esa mina. Se dedicaba a operar maquinaria pesada y aquel dí­a conducí­a un cargador frontal. No es un trabajador directo de la mina sino más bien labora para una empresa contratista.

Luis, hermano de Carlos, quien llegó desde Cochabamba hasta la mina, lo describe como un hombre tranquilo y trabajador, que disfruta mucho de la cumbia andina, sobre todo de un conjunto musical conocido como Grupo 5, de Perú.

La esposa de Carlos, Verónica, permanece en casa con la hija de ambos, y por ello no acude frecuentemente al denominado campamento «Esperanza» que se instaló en los alrededores del lugar de la tragedia, horas después del accidente, y en donde pernoctan los familiares de los 33 mineros.

Todos ellos dicen estar conscientes de que, tal como han adelantado las autoridades, el rescate llevará meses, pero lo esperan para que disfrute de un poco de guatia, platillo andino del que gusta mucho y que, paradójicamente, se prepara en un agujero en la tierra, rodeado de piedras calientes y que se cubre para que conserve el calor.