¡QUí‰ ANGUSTIA ESTAMOS VIVIENDO!


Raúl Pérez A.

Oscar Clemente:

Otra vez vuelvo a escribirle después de leer su editorial, y quiero decirle que hoy estoy sumamente preocupado al ver la situación que estamos viviendo los guatemaltecos, esto es de horror, ¡MATARON A LOS POLICíAS ASESINOS!, ¿por qué?, ¿quiénes fueron? ¿Serí­an sus mismos compañeros?, eso es un hecho, ¿hacia dónde vamos? Sí­ la anarquí­a es total, según nosotros más abajo no se podí­a y ya ve que sí­, ¿qué nos falta por vivir? Si esto es el colmo de la desfachatez.

Quiero expresar mi más grande indignación por lo que ha pasado, esto no tiene nombre, estamos en un paí­s salvaje, sin respeto a nada, entraron a matarlos en pleno dí­a, sin ni siquiera cubrirse el rostro, todas las visitas los vieron, dí­game que clase de descaro es esto. Ahora no podremos saber quién es el cabezón de esta banda de criminales, seguramente agarraran al bolo de la esquina para hacer el aspaviento y dirán que es el capo de capos. Este capo, el real, hoy, después de una semana llena de estrés, va a dormir tranquilo, ya no hay quién lo descubra. Ahora no importa que investigación se haga ya que los que van a caer son los custodios y el alcaide, a los cuales los tomaron por asalto y los dominaron rápidamente, ya se dio cuenta del poder que tiene esta mafia. Hoy no se manejó dinero dentro de la cárcel, hoy se manejo poder, cómo la ve, aquí­, honestamente, dinero no hubo, porque a los que se les hubiese dado dinero serí­an el hilo a seguir y el dinero deja huella, y serí­a fácil seguirlo.

Ahora quiero recordarle la época de los 70`s, cuando estábamos bajo regí­menes militares, podí­amos salir a altas horas de la noche, que no sucedí­a nada, nuestras casas talvez eran cateadas, pero era raro oí­r que eran saqueadas, la población del interior viví­a con que ya iban a llegar los canchitos o los cuques, pero que una vez no se metieran en babosadas no les iba a suceder nada. Los que se dedicaban a trabajar viví­an con la seguridad de que su trabajo era lo que les iba a dar de comer mañana, lo dejaban trabajar. Pero hoy Ud. no sabe si va a regresar a casa y con una mirada al cielo pide por sus hijos adolescentes para que en la calle no se los vaya a matar un asaltante o un narquito, hijo de papi, por haber visto a la novia, que Dios lo proteja de una balacera y que él se encuentre en medio. La gente del interior, rural, ya ni gallinas puede tener, porque los ladrones, que saben quiénes son, no les dejan tener al no más están a punto llegan y se las roban, les asaltan su casa y sus pocas pertenencias, que les ha costado un triunfo, se las llevan y van a la policí­a a denunciarlos y los mismos policí­as los asaltan, o les avisan a los delincuentes, los cuales llegan y se burlan de ellos, cuando es lo menos.

Si esto es la democracia, a la droga con ella. Lo que queremos es seguridad, y si los militares son los que nos la dan bienvenidos, no queremos a mano de piedra, este es igual a los que nos gobiernan, polí­tico, arribista, ladrón y mafioso. Si fuese necesario perder el Estado de derecho, ¿cuál?, perdámoslo. Saquemos a esa partida de jueces, fiscales, etc. corruptos, EN ESTE PAíS LA LEY ESTí PARA EL CLAVO DE LA LETRINA, entonces de qué nos sirve.

Mi padre decí­a: «hijo, no voy a ir a esa reunión porque ahí­ sólo gente corrupta y mafiosa va a haber», recuerdo también cuando decí­a: «el más grande capital que te puedo heredar es que digas que yo, lo que hice fue hecho con mi trabajo, siempre honrado». Hoy, nos sentamos con cualquiera, una vez tenga dinero, sin importarnos de dónde venga, tengo amigos que dicen que quisieran conocer un narco para hacer negocios con él, ¡puede Ud. imaginarse!, y estos no son los menos, son los más. No importa de dónde venga su fortuna, lo importante es que la tenga, para «administrársela» o hacer negocios con él. A esto hemos llegado, aquí­ estamos recibiendo la cosecha.

Estoy impresionado del poder que ostenta este grupo de mafiosos, más que la cosa nostra, o el Padrino, dí­game Ud. aparte de Colombia, dónde se ha visto que un grupo de sicarios (policí­as), entren a una cárcel en pleno dí­a de visitas, delante de ellas, y ajusticien a sus propios compañeros y no los rescaten, ¡QUí‰ PODER! Aquí­ no hubo dinero.