Rusia intensificó hoy la lucha contra los incendios forestales cerca de su principal centro de investigación nuclear y aseguró que no aumentó el nivel de radioactividad después de que ardiesen zonas contaminadas por el accidente nuclear de Chernobil en 1986.
Las autoridades reconocieron que la situación en los bosques cercanos al centro de Sarov, conocido con el nombre de Arzamas-16, donde se fabrican bombas atómicas desde la época soviética, se ha vuelto deteriorar.
«Para luchar contra el fuego (…) un tren de bomberos estacionó en la vía que va para Sarov», lo que llevó a interrumpir el tráfico ferroviario, indicó la unidad de crisis de la zona, situada a 500 kilómetros al este de Moscú.
Gracias a dicho tren cisterna, los bomberos procuran contener la propagación del fuego hacia el centro nuclear, afirmó el ministerio de Situaciones de Emergencia.
Por su parte, Ucrania indicó este jueves que las llamas se propagaron el lunes a una zona de turberas a 60 km al sur de la accidentada central nuclear de Chernobil, en el norte del país.
No obstante, «el incendio no presenta peligro» y «será extinguido hoy (jueves) o mañana», aseguró Viktoria Ruban.
La zona de seguridad alrededor de Chernobil, donde tuvo lugar la mayor catástrofe nuclear civil de la historia, tiene un radio de 30 kilómetros.
Al igual que Rusia, Ucrania enfrenta una ola de calor sin precedentes que ha favorecido incendios forestales. En Rusia, más de 800 mil hectáreas han ardido desde julio, devastando pueblos enteros.
Las autoridades rusas estimaron el jueves que el nivel de radioactividad en el país seguía siendo normal.
«Hemos reforzado la vigilancia. En ningún lugar de Rusia aumentó el nivel de radiación vinculado con la propagación de residuos de combustión», declaró un responsable del servicio federal de meteorología, Valeri Diadiuchenko.
Para expertos rusos y occidentales, dicha propagación presenta poco peligro.
No obstante, Alexei Iablokov, ex responsable de ecología en el Consejo de Seguridad de Rusia, subrayó este jueves que las partículas radioactivas podrían desplazarse centenas de kilómetros y contaminar el noroeste de Rusia, Moscú o Europa Oriental.
Por su parte, el presidente ruso Dimitri Medvedev levantó el estado de emergencia en tres de las siete regiones afectadas por los incendios. El mismo sigue vigente en las otras cuatro, de las que forma parte Moscú.
La superficie total de los incendios, que han causado la muerte de 54 personas, bajó a 81.000 hectáreas en la parte occidental de Rusia, según las autoridades.
Medvedev también indicó que cerca de un cuarto de los cultivos de cereales se perdieron este año en Rusia a raíz de la sequía y la ola de calor.
«Desgraciadamente, muchas explotaciones están cerca de la quiebra a raíz de la pérdida de las cosechas», agregó.
El lunes pasado, Rusia volvió a revisar a la baja su proyección de cosecha de cereales a 60-65 millones de toneladas, en lugar de los 90 millones habituales.
Tercer exportador mundial de trigo, Rusia ya había anunciado la semana pasada una suspensión de sus exportaciones a partir de mediados de agosto.
Cerca de un cuarto de los cultivos de cereales se perdieron este año en Rusia a raíz de la sequía y la ola de calor, declaró el presidente Dimitri Medvedev durante una reunión en Taganrog, una noticia que debería aumentar la presión sobre los precios mundiales del trigo.
«Estamos en una situación muy difícil, porque se perdieron en el país cerca de un cuarto de los cultivos de cosechas de cereales», declaró Medvedev, durante la reunión celebrada en la región agrícola de Rostov, según la agencia Interfax.
«Desgraciadamente, muchas explotaciones están cerca de la quiebra a raíz de la pérdida de las cosechas», agregó.
«El gobierno entiende la situación, la conoce y, espero, la controla. Ya se tomaron decisiones financieras sobre el otorgamiento de un ayuda a los productores agrícolas que se encuentran en una situación crítica», agregó Medvedev, hablando de un paquete de unos 35.000 millones de rublos (1.150 millones de dólares, 900 millones de euros).
Los productos derivados de los cereales son las primeras víctimas de la grave sequía que afecta a Rusia desde el mes de abril y que se vio agravada desde principios de julio por una ola de calor sin precedentes.
El gobierno ya decretó el estado de emergencia en 27 regiones, sobre un total de 83, situadas esencialmente en la parte europea de Rusia, donde se encuentra una tierra negra muy fértil.
El lunes pasado, Rusia volvió a revisar a la baja su proyección de cosecha de cereales a 60-65 millones de toneladas, en lugar de los 95 millones previstos al principio.
Las necesidades rusas de cereales se elevan a 78 millones de toneladas.
El primer ministro Vladimir Putin indicó el lunes pasado que las reservas del país -9,5 millones acumuladas en un fondo de intervención y 21 millones de toneladas de excedente del año pasado- deberían alcanzar para compensar la baja cosecha de esta campaña.
Sin embargo, los efectos de la catástrofe natural ya comenzaron a sentirse en el mercado interno, con una disparada de los precios del plan en la capital rusa en unos pocos días.
El pan redondo tradicional de 380 gramos que se vende en los mercados de Moscú aumentó cerca de un 20%, pasando de los 15 rublos (0,50 dólares o 0,38 euros) a 18 rublos (0,60 dólares o 0,45 euros).
Tercer exportador mundial de trigo, Rusia ya había anunciado la semana pasada una suspensión de sus exportaciones de ese cereal y sus productos derivados a partir de mediados de agosto, a raíz de la caída en las cosechas.
Este anuncio provocó que los precios mundiales del trigo tocasen niveles récord, luego de ser objeto de un aumento constante en las últimas semanas. Rusia exportó el año pasado 21,4 millones de toneladas de cereales.
El año pasado, Rusia había manifestado su ambición de duplicar sus exportaciones a 40-50 millones de toneladas anuales, a partir de una modernización de su agricultura y un aumento de sus envíos a países como Egipto.