Seis ofrendas mayas reunidas en México


La ciudad maya de Palenque alcanzó su máximo esplendor entre el 615 y el 683 antes de Cristo, durante el reinado de Pakal. FOTO LA HORA: ARCHIVO

La magnificencia de los ajuares funerarios de seis dignatarios mayas, como la del rey Pakal, de más de mil años de antigí¼edad, podrá ser vista en la exposición «Rostros de la divinidad: los mosaicos mayas de piedra verde».

Redacción La Hora
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Una de las piezas estelares es el ajuar funerario de Pakal, rey que estará representado con sus máscaras de jade. FOTO LA HORA: ARCHIVO

Trece impactantes máscaras, incluidas entre las 147 piezas obtenidas de las zonas arqueológicas de Palenque, Calakmul, Dzinbanché y Oxkintok, se mostrarán a partir del viernes 13 en el Museo Nacional de Antropologí­a de México.

Una de las piezas estelares es el ajuar funerario de Pakal, rey que estará representado con sus máscaras, collares, orejeras, brazaletes y túnica.

La imagen del gobernante fue reconstruida de manera integral por especialistas, luego de la restauración e investigación minuciosa de los objetos que fueron hallados en su tumba, en Palenque. Serán montadas las joyas con las que fueron sepultados y las máscaras que revelan algunos rostros de los antiguos dignatarios.

En la sala Culturas indí­genas se recrean las tumbas de los seis gobernantes, luego de que arqueólogos del Instituto Nacional de Antropologí­a Historia (INAH) y de otras instancias exploraron dichas tumbas en los años 80 y 90 del siglo pasado y, por primera vez, el instituto mostrará las majestuosas joyas de los gobernantes que datan del periodo clásico (200-900 dC), entre las que también figura un pectoral zoomorfo de concha.

Para completar el recorrido se presentarán objetos introductorios, cédulas museográficas e información multimedia para comprender el significado de esas piezas y la magnitud de los contextos funerarios entre los mayas.

ESPLENDOR Y RITUALIDAD

Sofí­a Martí­nez del Campo Lanz, curadora de la muestra y responsable del Proyecto Máscaras Funerarias, que impulsa la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH, informó que la muestra se efectúa tras la minuciosa restauración del esplendor y ritualidad de las máscaras.

De las trece máscaras, dijo, ocho corresponden a los rostros de dignatarios del perí­odo clásico (200-900 dC), quienes contribuyeron al auge de las dinastí­as mayas, como las de K»inich Janaab» Pakal, que dirigió Palenque entre 615 y 683 dC.

Del resto de las máscaras de dignatarios mayas -de los que se desconoce el nombre-, tres corresponden a dos de Dzibanché, y una al de La Rovirosa, ambos sitios ubicados en Quintana Roo; otras dos al de Calakmul, en Campeche; y otra al soberano de Oxkintok, en Yucatán, donde se halló también el pectoral zoomorfo de concha que se incluye en esta exposición.

De ese conjunto de máscaras funerarias, cinco muestran rostros de deidades que acompañaban las acciones de los señores mayas, y fueron dispuestas en las ofrendas como pectorales o cinturones ceremoniales.

Martí­nez del Campo Lanz reveló que de manera paralela la exposición reúne por vez primera seis ofrendas funerarias completas pertenecientes a dignatarios mayas: una de Palenque, dos de Calakmul, dos de Dzibanché, y otra de Oxkintok, Yucatán. Esta última carece de máscara de piedra verde, pero posee un mosaico zoomorfo de concha.

También podrá ser vista una alfombra funeraria elaborada con cerca de 8 mil caracoles y semillas, que hace mil 600 años formó parte del ajuar de un personaje de alto rango de Calakmul. La majestuosidad de la alfombra se observa en un metro de largo por 25 centí­metros de ancho aproximadamente y fue restaurada y rearmada por Martí­nez del Campo, entre 2008 y 2009.

«A partir de que las tumbas fueron exploradas -explica la curadora-, las ofrendas se disociaron y los objetos se exhibieron en diversos museos; nunca se habí­an presentado en conjunto de la forma en que fueron encontradas originalmente, por lo que no habí­a sido posible hacer una lectura completa para comprender su significado.

«Uno de los objetivos de exhibir los ajuares í­ntegros radica en que cada pieza forma parte de un conjunto simbólico; si se disocian pierden ese carácter.»

Sofí­a Martí­nez del Campo Lanz dice que las máscaras funerarias, además de revelar el rostro de los gobernantes, tení­an una asociación con lo divino, toda vez que los materiales de las teselas o mosaicos con que fueron hechas (jade, crisoprasa, caracol, concha, obsidiana y hematita espectacular) eran utilizados para representar lo sagrado.

Rostros de la divinidad también incluye otras máscaras ceremoniales de piedra verde halladas en entierros secundarios de Oxkintok, Dzibanché y La Rovirosa.

Luego de su permanencia hasta septiembre en el Museo Nacional de Antropologí­a, la exposición hará escala en Italia, en el Museo Arqueológico de Nápoles (del próximo noviembre a enero de 2011), y después se verá en Parí­s.

El acervo proviene de los museos Nacional de Antropologí­a, Regional de Yucatán Palacio Cantón, los de sitio de Palenque y Toniná, en Chiapas, y de Pomoná, en Tabasco, así­ como de los fuertes de La Soledad y de San Miguel, en Campeche; además de los museos Amparo, en Puebla, y los centros INAH de Campeche, Quintana Roo y Chiapas.

La máscara de Pakal II (603-683 dC) fue restaurada luego de hallarse la tumba en el Templo de las Inscripciones de Palenque.

Un grupo interdisciplinario del instituto trabajó durante dos años con la pieza, que consta de 200 fragmentos de mosaico de piedra verde, descubierta en 1952. El objetivo era «presentar un nuevo rostro del rey Pakal, con rasgos diferentes a los que todo el mundo ha conocido durante más de 50 años.»

«A partir de que las tumbas fueron exploradas, las ofrendas se disociaron y los objetos se exhibieron en diversos museos; nunca se habí­an presentado en conjunto de la forma en que fueron encontradas originalmente, por lo que no habí­a sido posible hacer una lectura completa para comprender su significado.»

Sofí­a Martí­nez del Campo Lanz

Curadora

«Uno de los objetivos de exhibir los ajuares í­ntegros radica en que cada pieza forma parte de un conjunto simbólico; si se disocian pierden ese carácter.»

Sofí­a Martí­nez del Campo Lanz

Curadora